Uno de los mayores retos que debe enfrentar la mujer
es sin duda alguna la maternidad, que si bien crear vida es un Don, también es
un privilegio poder ejercer la maternidad en toda su expresión, en todos sus
roles y etapas y con todas las alegrías y sin sabores que conlleva.
Desde el momento mismo de la concepción, o tal vez un
poco antes de esta, la mujer es un ser dotado de poder, elecciones, decisiones,
emociones y responsabilidades capaces de cambiar por completo su personalidad y
su objetivo y visión de la vida. Así de poderosa es igualmente la criatura que
engendra y lleva dentro de su ser por aproximadamente nueve meses, en todo este
tiempo de intercambio biológico y orgánico, se intercambian además emociones y
sentimientos, y se crean lazos irrompibles de amor filial.
Si acepta el rol
con todos sus ingredientes se mantendrá bastante ocupada por un largo tiempo de
su vida, para ser mas explícitos, por el resto de su vida, pues cada etapa
conlleva diferentes roles y grados de ejecución, van de mayor a menor cuantía
en la cantidad de tiempo ejerciendo sus
funciones y de menor a mayor cuantía en calidad de tiempo ejercitando sus funciones.
Primero el niñ@
quiere acaparar toda la atención, luego en la adolescencia quisiera que no lo
notaran tanto, más tarde quiere nuevamente acaparar la atención y después
decide que ya no lo necesita y hace su vida “totalmente” independiente, aunque
esa totalidad es muy relativa y hoy día más aun, ustedes me entienden.
Las madres siempre
estamos montadas en un sube y baja que nos mantiene activas la mayor parte del
tiempo: nos reclaman, nos rechazan; nos necesitan, nos ignoran; nos quieren,
nos aborrecen; nos admiran, nos menosprecian, en fin, nuestros hijos tienen toda
una gama de emociones y sentimientos encontrados, nos contradicen y nos
enfrentan pero nos aman y nos envuelven todo el tiempo con su encanto, sean
como sean siempre los adoramos, estamos ahí para ellos, porque por encima de
todo son y siempre serán nuestros hijos amados, los que una vez cambiaron el
rumbo de nuestras vidas, dándole un sentido diferente, más intenso y real,
indudablemente más hermoso y motivador, cada hijo trae consigo una bendición
especial.
La paternidad es
muy parecida a la maternidad, pero a la vez muy diferente, ya que llevar por
nueve meses dentro de tu vientre una criatura, alimentarla y que dependa física
y emocionalmente de ti, no tiene comparación con nada que no sea eso mismo, por
lo que los lazos aunque parecidos no son iguales, a diferencia del hombre, la
mujer siente el dolor, la angustia, la alegría antes que el hijo la sienta, o
sea, la presiente, siente cuando está en peligro, aunque ya no lo lleve en su
vientre lo siente igual, es parte de ella y lo será por siempre.
Un día llega el
momento de cierta nostalgia y vacío cuando sentimos que nos menosprecian y
echan a un lado para darle cabida a otros seres que ocupan un lugar
preferencial en sus vidas, es la etapa del nido vacío, después de una entrega
tan agotadora y constante, viene una época de remanso que definitivamente nos
confunde y nos hace sentir hasta cierto punto inútiles, desplazadas, pero lo
entendemos perfectamente, ese vacío es relativo ya que ellos siempre están en
nuestro corazón y están ligados de por vida a nosotras. También nosotras
partimos un día del nido para volar por nuestra cuenta. Pero el rol de
una madre no termina nunca, ni siquiera con la muerte, porque estoy más que
segura que desde el más allá, las madres cuidan, protegen y aman mucho más a sus
hijos.
Hijo honra a tu madre, es el único ser que ni por un segundo
necesita pensarlo para dar su vida a cambio de la tuya.
Quiero compartir con ustedes este poema que
escribí hace algunos años a este hermoso Don, la maternidad.
MATERNIDAD
Un amor sin límites te llevó a concebir
Y también te dio las fuerzas para poder parir
De pronto tu vida cambió en ese instante
Y tu hijo pasó a ser lo más importante
La ternura y la alegría se apoderaron de ti
Y nunca antes se te vio más feliz
Dichosa te sientes y orgullosa estás
Por el bello privilegio de la maternidad
Le entregas cada día un amor sin igual
Le mimas y le cuidas y le enseñas a andar
Te entregas de lleno a la dura tarea
De educar y enseñar lo que en la vida le
espera
Con mucha dulzura le haces saber
Los duros reveses que puede tener
Con tanta entrega le llegas a amar
Que hasta de ti te sueles olvidar
Muchas alegrías vas a recibir
También habrán lágrimas que te harán sufrir
Pero todo se resume en una sola frase
Un hijo es amor no importa lo que pase
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