Amables lectores, en esta ocasión les compartiré unas imágenes que me cautivaron, a las cuales les agregué como leyenda, un comentario inspirado en lo que cada imagen me transmitió al verla.
No descarto que cada una de ellas, o algunas, se conviertan en futuras reflexiones individuales, las musas dirán...
Mientras, basados en su apreciación, los invito a hacer sus propias reflexiones.
Somos un universo en mágica y eterna vibración, pleno de energías armonizadas que transforman la creación y nos hacen coparticipes de nuestra propia evolución.
“Lo que va, viene”. “El que inhala, exhala”. “Lo que se expande, tarde o temprano se contrae”.
Nuestras primeras vivencias dieron origen al libro de la vida, de nosotros se sigue alimentando, y a través de él, cada nueva vida crece y aprende su lección.
El ciclo de la vida se mantiene y se sostiene mediante la ley de la reciprocidad, “Doy..., y recibo”.
Cada individuo es un ser cósmico que brilla con luz propia, lleva el universo e su interior y es capaz de crear nuevos universos.
La consciencia colectiva guarda todas nuestras memorias, y el libre albedrío nos permite vivirlas con genuina intensidad.
Nos afianzamos a esta dimensión y el cuerpo cósmico toma otros matices...
El flujo sanguíneo empieza a correr y nos trae a una nueva vida, y con ella, un renacer de la consciencia.
Sentimos un choque de identidades y navegamos entre luces y sombras, entre blanco y negro por un lado, y a color por el otro.
La vida toma un nuevo sentido y dejamos momentáneamente de identificarnos con la fuente de toda energía y vida, La Consciencia Superior.
Pasamos por diferentes cambios y transformaciones que nos hacen distorsionar la realidad de nuestra existencia, no sabemos quienes somos o qué somos.
Poco a poco vamos aprendiendo y fundiéndonos nuevamente con el cosmos...
Vamos fluyendo en dirección de esa llama interior, que es la fuerza del espíritu, la que nos muestra tal cual somos, y mediante la cual, podemos ejecutar esa necesaria transformación total.
Es entonces cuando comenzamos a transitar el camino de regreso.
Completado el ciclo de la vida terrenal y habiendo liberado toda nuestra sabiduría, nos convertimos en energía pura, cristalina, incorruptible y resplandeciente.
Volvemos a ser estrellas luminosas que brillan y parpadean emitiendo radiaciones de alta frecuencia vibratoria, que solo se desvanecen, para fundirse con el amor incondicional universal.
P.D. Algunas entradas relacionadas:
Finalmente que es lo que somos
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
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