Sobre esos trayectos quiero hablarles hoy, esos que son todo un reto, que si no tenemos la fe y confianza plena en nuestra fortaleza interior, para suplir la fortaleza exterior, difícilmente seriamos capaces de empezar a caminarlos y explorarlos.
En ellos se hace necesario caminar a ciegas, pero confiados en que cada paso que damos, nos permite avanzar por el sendero correcto, por muy extraño y agotador que nos parezca.
Alma Mia, Alberto Cortez
Algunos nos destacaremos a nivel mundial, otros a nivel nacional, los mas a nivel familiar y del entorno, y los menos pasaran desapercibidos, pero lo indudable e indiscutible es que todos, sin excepción, vamos abriendo surcos y caminos, dejando huellas.
Después, aun pasen muchos años, se hará evidente nuestro andar, a veces mas tarde que temprano, o como dice Antonio Machado:
“Haciendo camino al andar”.
Un camino que a unos les servirá para plantar sobre este con firmeza sus huellas, sin necesidad de dudar, que a otros los dejara absorto, sumido en la duda o la certeza de que no lo podrán andar, que algunos menospreciaran y tomaran como algo loco o carente de sentido, y que a muchos les será indiferente.
Pero cada camino es único, y cada persona que lo recorre también, por eso lo ve diferente a pesar de aparentar ser el mismo, definitivamente, eso lo hace único.
Así como el rio es siempre diferente, pues nunca vuelve a pasar la misma agua por el, de esa misma manera cada camino es diferente; la tierra y las montañas, el rio y los arboles, el cielo, las nubes, las estrellas..., maduran y mutan, la vida cambia constantemente y el paisaje no es el mismo, por lo tanto, el camino cambia también a cada instante.
Precisamente es así como vamos abriendo surcos y plantando nuestra simiente, cada pensamiento es nuevo, cada acción es nueva, cada experiencia es nueva y cada retroalimentación también lo es. Los ojos y el alma se maravillan ante cada nuevo vibrar de la vida, que ante cada respiración se renueva y con ella la tierra, sus semillas y el hombre y su transitar por ella.
La Vida, Alberto Cortez
Gracias Alberto Cortez, por abrir esos surcos, por este legado tan hermoso que hoy tomo prestado, que son parte de tu andar y una pequeña muestra de tu eternidad.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
Esta entrada fue publicada en el periodico El Caribe:
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