Muchas veces ese cambio de personalidad y manera de pensar y ver la vida no se realiza nunca porque nos apegamos a estándares de vida tradicionales, a realidades ilusorias que se fijaron una vez en la mente y quedaron frisadas en el tiempo a pesar de las cosas haber cambiado considerablemente. La estrechez mental y tozudez no nos permiten verlas diferentes, unas veces es el orgullo de vanagloriarnos y no dar nuestro brazo a torcer y otras veces la causa es por nuestra forma cuadrada de ver el mundo, los mismos lados y las mismas aristas siempre y para colmo con los mismos cristales que olvidamos limpiar con frecuencia y nos empañan mas la visión.
Pero en la mayoría de los casos creo que ese cambio no se presenta o ejecuta por miedo a soltar lo que tenemos bien agarrado y creemos es la mejor opción. Sin apenas intentar otras, las descartamos y no le damos ningún crédito ni valor, mucho menos confiamos en su efectividad, el solo hecho de soltar, ya en sí para muchos es un fastidio tanto interior como externo. Pero más que nada se debe al temor a fallar y dejar camino “supuestamente real” por vereda, aunque muchas veces descubrimos luego, cuando por fin por alguna razón u otra nos vemos obligados a soltar y cambiar, que el camino era solo un comodín o un callejón sin salida, que no era el camino a seguir.
El hecho de ser animales domésticos tiene sus ventajas, pero lamentablemente también tiene sus grandes desventajas, es difícil soltar la domesticación, nos crían y educan a base de infundirnos temores, sugestionarnos con unas que otras mentiras atroces “supuestamente piadosas”, y crecemos con miedo a probar que también otras alternativas resultan y dan hasta mejores resultados. Por eso es mejor guardarse un cierto grado de rebeldía interior y antes de acatar órdenes y convertirnos en soldados, analizar al menos si vale la pena, el por qué y el para qué formar parte de un escuadrón suicida que termina acabando con nuestras propias vidas sin llegar a saber el verdadero sentido de su existencia.
Creo que el miedo en grado superlativo, es el mayor enemigo de la humanidad. La mejor noticia es que tarde o temprano por alguna razón que generalmente desconocemos, la vida nos hace tomar el sendero correcto, nos encausa, aunque tenga que ser ruda y dura para lograr que soltemos los apegos y dejemos de aferrarnos a incomodas “zonas de confort”, a conductas y actuaciones automatizadas más perjudiciales que beneficiosas, que lo único que hacen es esclavizarnos mas y mas hasta hacernos esclavos de nuestra autoimpuesta esclavitud.
La realidad es que así sean apegos o adoctrinamientos, procedemos como pelotones de fusilamientos, que nunca se detienen a pensar en la razón por la cual obedecen y fusilan a personas que generalmente son más inocentes que culpables, lo hacen por simple obediencia a un lavado de cerebro que definitivamente les impidió pensar y razonar por cuenta propia, o por miedo a su propia reacción al confrontar sus temores ancestrales y su falta de control mental y autoridad.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
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