Se dice que nacemos con sabiduría y que al crecer la vamos
perdiendo o echando a un lado para darle paso al aprendizaje o conocimiento
intelectual impuesto por la sociedad, pero cuando nuestra vida empieza a
declinar, y nos vamos liberando de deberes y obligaciones, y siendo niños de
nuevo (por así decirlo), nos hacemos sabios otra vez y con una sabiduría mayor
a la que trajimos al nacer, y más conscientes de nuestra existencia.
La juventud tiene sus encantos y delicias, y también sus
riesgos y tribulaciones, pero nos reporta una gran cantidad de adrenalina, esto
la hace más apetecible y apasionante, y más emocionante también, cosa que
ninguna otra edad nos ofrece tan generosamente, pues cuando niños no somos
conscientes de muchas cosas de la vida y las disfrutamos sin más profundidad
que la alegría del momento, en la juventud podemos eternizar momentos y
revivirlos gracias a tener una mayor conciencia de las cosas.
Descubrimos un mundo nuevo en la juventud temprana, como si
hallaramos la perla más deseada por todos o el mayor de los tesoros... Se dice
que perdemos la inocencia y eso nos lleva a un disfrute mayor y mejor de las
experiencias vividas, pero cuidado, no siempre resultan agradables y hermosas,
muchas veces sufrimos y deseamos no saber y seguir siendo inocentes..., pero a
esa edad, más que ser inocentes, somos más bien ignorantes.
En los albores de la madurez o lejana juventud, donde vamos
un poco más seguros y calmados a seguir experimentando emociones y sensaciones
ya no nuevas, pero sí novedosas a esa edad, descubrimos un mundo más sensato y
menos ilusorio, plantamos con mayor firmeza nuestros deseos y anhelos, que ya
no dependen de las influencias externas o impuestas, si no más bien, de
nuestras vibraciones internas, nos son propias por derecho de autenticidad y
las defendemos a carta y espada, algo que no supimos hacer en la juventud.
Es precisamente en esta etapa de la vida, donde la esperanza
cobra un sentido mayor y nos hacemos magos, pues cambiamos de pensar y de
estado de consciencia de tal manera que pareciera que somos otras personas, más
enfocadas en nosotros, en nuestro sentir y palpitar, que en el qué dirán. Al arribar a la vejez,
si tenemos la dicha de llegar a ser viejos, los anhelos siguen brillando y las
emociones se cuecen a fuego lento, por lo que se saborean mucho más, lástima
que mayormente el cuerpo no responde igual.
Pero imagínense, si el cuerpo pudiera responder, con esa experiencia
y sabiduría que dan los años, con esa pausa mediana y ese dominio de las
emociones, que nos permite una mejor degustación que lo hace todo más
placentero, a dónde no seríamos capaces de llegar, y qué no lograríamos..., la
vida está tan bien programada y orquestada, que se defiende de ella misma...
Pero volviendo al tema de la esperanza, no es exclusivo de
la vejez, no señores, también los jóvenes y niños se hacen de ella para poder
asir sus sueños y no abandonar el camino, pues no siempre la niñez, la
adolescencia y juventud temprana, son un dechado de buenos momentos y un camino
de rosas, por eso desde pequeños nos presentan esa tregua llamada esperanza,
para que nos sirva de lazarillo y nos de el ánimo suficiente para aguardar con
menos ansias lo deseado.
Se dice que la esperanza es verde, o más bien se representa
por ese color, no se si por el insecto del mismo nombre, que es verde, aunque
los hay color crema o marrón claro también, o por el significado de este color,
que tiene que ver con la naturaleza, el equilibrio y la serenidad, y se ha
comprobado que es calmante de la ansiedad.
Existe un dicho popular que dice asi: “La esperanza es verde y los burros se la comen”, queriendo decir
que de nada sirve tener esperanzas. Aunque creo que si aguardamos con menos
ansiedad las cosas, o sea, menos agitados, pero sin perder el deseo de
alcanzarlo, lo que quiere decir, con esperanzas, hay un porcentaje alto de
lograrlo, pues las ansias solo consiguen bloquear temporalmente el libre fluir
de las energías y retardar lo que habrá de venir, o lo que es peor aún, estancarlo
o desviarlo definitivamente, haciéndonos ahogar en un pozo de amargura.
¿Cuantos de nosotros no habremos pasado por momentos
angustiosos cruciales, a la espera de mejorar la salud, la situación económica,
la relación con la persona amada, o la angustia por un hijo o familiar en
graves problemas?
¿Acaso no sentimos ese deseo en lo más íntimo de que esta
situación se resuelva y pase con éxito de nuestra vida? Pués ese deseo que
sentimos y que resulta inevitable sentirlo, es lo que enciende una llama de fe
en el pecho, conocida como esperanza. Y como reza este otro dicho popular: “La esperanza, es lo último que se pierde”.
Hay una frase atribuida a Unamuno (también aparece como
proverbio chino) que dice lo siguiente:
“Nunca desesperes,
incluso en los peores momentos, pues de las nubes mas negras, cae agua limpia y
fecunda”.
Esta frase evidencia una buena dosis de esperanza, y nos insta a
ver el lado positivo de todo lo que ocurre...
¿Cuántas veces nos sentimos abrumados porque la lluvia daña
nuestros planes?, me pregunto también ¿En algún momento alguien piensa en lo
contrario, en que la lluvia puede tener planes previos a los nuestros? Está en
su derecho también de hacerlos..., incluso son muchos los que hacen planes
contando con que llueva, mientras otros lo hacen contando con lo contrario, con
que ni se le ocurra llover..., esto pasa porque ponemos una buena dosis de
esperanza en ambos casos, pues de otra manera no planearíamos un día de picnic,
o una tremenda fiesta nocturna al aire
libre.
¿Se han preguntado alguna vez qué sería de los seres
humanos, sin esa llama que enciende la fe conocida como esperanza? Creo que
viene siendo lo mismo que decir ¿Qué sería de aquellos creyentes sin su Dios?
Pero existe también una esperanza con un toque de
negatividad, como aquella que siente el que anda buscando trabajo, pero cruza
los dedos para no encontrarlo, ya que su esperanza está en seguir teniendo
justificación de su vagancia. O la que hace creer que está de acuerdo en
terminar la relación, pero trata de que
la pareja se arrepienta y no la deje, valiédose de artimañas para hacerlo
recapacitar, ya que su esperanza está basada en continuar juntos pese a saber
que las cosas no van a funcionar. O la madre que sabe que su hijo es un
criminal, pero reza para que lo encuentren inocente, ya que su esperanza es que
no vaya a la cárcel, sin importarle si actuó bien o mal.
Estas esperanzas con toque de negatividad son mal sanas, y
hacen mas daño que bien. Nada como ser
sinceros con nosotros mismos y reconocer nuestras faltas y las de los demás, y
llenarse de esperanzas sanas y bien dirigidas, como decir: conseguiré el
trabajo y dejaré de vaguear, o terminaré la relación porque se que es dañino
para ambos seguir impidiéndonos el derecho a la felicidad, o amo tanto a mi
hijo que reconozco que hizo mal y deseo que pueda recapacitar estando privado
de su libertad.
Hay que tener cuidado con las palabras y las acciones, con
las emociones y los sentimientos, casi todos son armas de doble filo, tanto
hacen feliz, como hieren y hacen sufrir, todo va a depender de la forma en que
lo manifestemos... Un te amo puede resultar hiriente cuando te acaban de engañar,
o de dar una tremenda golpiza, y un te odio con toda mi alma, puede ser un
tremendo alivio...
El hecho de ayudar por un lado, no te hace santo, ni impide
que hundas por el otro, ser amables con unos, no quita que seas grosero con
otros, vivimos en ese sube y baja, y en ese girar hacia la derecha y girar
hacia la izquierda, ya que llevamos dentro ambos estados de consciencia, el del
bien y del mal, esas flores y frutos germinan de una misma semilla, unas ramas
van en una dirección, y otras toman un rumbo diferente, pero todas pertenecen
al mismo árbol, que se alimenta de lo mismo, pero que digiere de maneras
distintas según hacia donde apunten sus ramas.
“QUE TUS DECISIONES
SEAN UN REFLEJO DE TUS ESPERANZAS, NO DE TUS MIEDOS” Nelson
Mandela
Si se desaniman, solo piensen es esta imagen superior, en
esa flor que a pesar de estar sola, en un medio inapropiado y sin aparente
cuidado, alguien la mantiene hermosa, y le da sustento, pero sin su decisión de
crecer, mantenerse firme y sobrevivir, sin su valor por encima del miedo, no
estaría allí cumpliendo su misión y llevando a todo el que la mira, un mensaje
claro de esperanza, como el que les he querido transmitir, y despertar en
ustedes un trozo de la sensibilidad y la confianza perdida, para que se
mantengan firmes en sus propósitos y convicciones, que crean en su poder
interior, y nunca pierdan las esperanzas que van encaminadas a mejorarnos como
colectivo humano, como seres vivos, y desde luego, como individuos que somos.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
Un fragmento de esta entrada fue publicado en el periódico El Caribe:
https://www.elcaribe.com.do/opiniones/correo-de-los-lectores/hablemos-de-esperanza/
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