Se dice que las personas decididas y que son resilientes son las que avanzan, y que las desmotivadas, con muchos miedos y baja autoestima, se quedan rezagadas. Pero es sabido que cada quien viene con un propósito de vida y que actuamos en consecuencia a ese propósito...
Si la resiliencia es una condición inherente en el ser humano y sabemos que sí lo es, el hecho de que unos recurran a ella y otros aparentemente no, parece que más bien es cuestión de roles, que de falta de autoestima.
Aunque realmente existen personas con el autoestima muy baja, no todos nacen para brillar ante los demás, también existe un gran número de personas, quizás el mayor, que nacen para ayudar, para permitir que otros brillen.
Todos no nacemos para ser sobresalientes, si todos nos esforzamos para ser jefes ¿quién haría el trabajo pesado? El jefe hace el trabajo intelectual junto a otro número de personas con parecidas características intelectuales, pero el trabajo físico, manual, tangible y sucio, como se dice vulgarmente, lo realiza otro grupo de personas, quizás menos preparadas intelectualmente, pero no así menos valiosas, ya que sin estas personas que ejecuten las acciones, los jefes fueran ceros a la izquierda, pues la mayoría, no tiene la destreza física que tienen los ejecutantes de sus mandatos, por lo que cada cual en su rol es importante, y a veces imprescindible.
Hoy día hay una corriente de competición muy alta en todos los aspectos de la vida y a todos los niveles sociales. En las competiciones hay siempre un ganador; un primer lugar, luego un segundo y un tercero que premiar.
Para unos (los que terminan ganando), es cuestión vital ganar, para otros (los que le siguen de cerca), es un gran reto o anhelo, y para los últimos en llegar, es un sueño, algo probable, en su fuero interno nunca se ven como ganadores.
Todos ellos saben cuál es su rol en esa competencia, para unos es ganar y para otros es hacer olas para ayudar al ganador, servirles de incentivo, de contrincante a vencer y darle más ganas de vencerlos, y así lograr cada cual su propósito de vida.
El hecho de no recibir un premio, no quiere decir que no triunfaran, que no sean personas resilientes, que no tengan su autoestima alta, y que valgan menos..., son seres ganadores también, sabían bien cuál era su rol y lo cumplieron, se prestaron para que otro pudiera brillar, decidieron disimular y opacar su brillo innato, para que el de otros se notara más, estos son los que poseen una resiliencia silenciosa, porque no hace ruido, pero lo provoca, contribuyen a que se note la resiliencia de los demás.
A sabiendas de que nacemos con todas las herramientas para triunfar y ser resilientes, mantenerse bajo perfil para cumplir la misión que tenemos en la vida, es meritorio.
Lo que hace más hermoso al planeta, es la diversidad. Para que el mundo sea mundo, como siempre se ha dicho, tiene que haber de todo en la viña del Señor.
Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
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