Desde que empezó a dejar sentir su cercanía el 2018, definitivamente que las cosas también empezaron a cambiar para mí, el panorama se volvió más llamativo, los días más demandantes de actividad motora, nada de la acostumbrada pasividad y del dedicarme una buena parte del día a interactuar con ustedes en la web ni a escribir.
Las musas me han pedido un merecido descanso, les he dado vacaciones temporalmente porque la vida me llama a participar de otra forma ahora, me susurra que encienda los motores y le ponga rumbo a esas alas que se han ido desarrollando, que colocada ya la última pieza del rompecabezas, solo tengo tres opciones:
1.- Desbaratarlo y empezarlo de nuevo, lo cual no me parece muy atractivo ni sensato.
2.- Empezar a armar uno nuevo y ponerle ganas y entusiasmo, lo cual es algo que tampoco me parece llamativo, ya que lo he hecho en demasiadas ocasiones ya.
3.- O adentrarme en ese mundo que me muestra el rompecabezas que acabo de armar, lo cual me parece lo más atinado y excitante de hacer.
Integrarme en cada pedazo, hacer mía cada pieza y convertirla en una verdadera experiencia de vida, es un regalo, un susurro del alma, tanto parloteo ha hecho ya eco en mí.
Cada reflexión concebida y compartida, resuena en mí, me deja un aprendizaje que debo poner en práctica, y este 2018 me ha instado a hacerlo.
Si amigos lectores, el 2018, cuyos números suman 11, me habla de echar a andar. Ese par de 1, no son más que un par de piernas dispuestas a caminar para hacer realidad lo que aun me falta por conocer, experimentar y saborear, lo que aun debo poner en el curso del libre fluir de la vida y de mi propia vida.
Cada día es un nuevo comienzo, pero también es al mismo tiempo una continuidad de lo que ya hemos iniciado hace miles de días, de años, de vidas… Cada noche es un final, una misión cumplida, o no, para poner en agenda una nueva misión, que empieza cada día al abrir los ojos, y termina cada noche al cerrarlos.
Cada instante demanda una atención especial, una actitud determinada y una interiorización consciente, madura, bien definida y certera. Cada latido de vida, cada pensamiento, cada impulso…, tiene un valor y un sabor especifico, el cual se ve afectado por el estado de ánimo que nos provoque, por la cantidad de alegría, tristeza, o gozo que nos invada y que seamos capaces de manifestar libremente.
Vivimos en un mundo de formas, pero los moldes, o están muy gastados, o ya no nos quedan bien, o no nos satisfacen, y debemos optar por romperlos u obviarlos.
Así como el gusano necesita salir del capullo y debe de hacerlo por sí mismo para poder hacerse una fuerte y hermosa mariposa, de la misma manera debemos de romper los patrones de conducta caducos, cansones o inajustables a nuestra nueva medida, a nuestra necesaria transformación y evolución.
No podemos pasarnos la vida haciendo todo el tiempo lo mismo, repitiendo una y otra vez los mismos errores, haciendo clones obsoletos de nosotros mismos, y eso es lo que mayormente hacemos de generación en generación con los hijos, ese deseo de perpetuarnos y de vernos realizados en ellos, es uno de esos moldes que debemos romper y evitar volver a repetir a toda costa.
Todo este monologo me lleva a una mera conclusión, LIBERTAD, deliciosa libertad. Precisamente es lo que más ansiamos y lo que menos tenemos, pero más que nada es porque no sabemos ser libres, tememos demasiado a los fracasos, al que dirán, y nos ajustamos resignadamente a patrones establecidos para evitar el sufrimiento, pero resulta que no hay nada que produzca mayor sufrimiento que la falta de espontaneidad y libertad.
Así es que mi único aporte para esta humanidad y todo lo que con ella convive, es seguir ejerciendo con responsabilidad y con todo derecho, mi libertad, esa que viene con alas incluidas, y con ellas, mi legítimo derecho de ser feliz, y de paso, contagiarles mi felicidad a los que me rodean y a ustedes, los que tan receptivos, suspicaz, y amablemente y me leen.
!Gracias del alma por su atención!
Aunque no tan seguido, tratare de seguir compartiendo mis claridades con ustedes, si no me ven por estos predios, deseo que al menos me puedan sentir vibrar junto a ustedes.
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