Ese plácido lugar llamado útero o matriz, en el que nos acomodamos y con el
cual nos familiarizamos después de haber permanecido por espacio de varios
meses desafiando todo tipo de adversidades mientras nos desarrollamos, ese
vientre materno dentro del que nos sentimos a gusto, calientitos y seguros, resulta
que cerca de los nueve meses nos deja saber que hay que abandonarlo, y para
hacerlo se deben soltar amarras, esto lo hace literalmente el médico o la
persona a cargo del alumbramiento con el corte del cordón umbilical, en
ocasiones y en algunas culturas lo hace la madre de la criatura que acaba de
nacer.
Cuando los seres humanos venimos al mundo y abandonamos ese confortable hábitat, las madres que seguido se vuelcan en sentimientos y cuidados debido al constante
llanto por la separación y las nuevas adversidades que afrontar, se ven impedidas de cortar también las invisibles amarras emocionales que los siguen atando a
ambos y permanecen prodigándonos mimos y cuidados incluso hasta en
edades que no lo ameritan.
Como producto de este proceder muchas veces adquirimos cierta
dependencia emocional que no nos permite avanzar, nos mantiene estancados y anclados
en el mismo lugar, influenciados por los mismos padecimientos y descontentos,
por los mismos sueños heredados y obsoletos, mohosos y gastados como el ancla que
logra mantener al barco fijo en un mismo lugar por mucho tiempo sin importar la
marea.
Si acaso te encuentras en esta situación, las respuestas a estas preguntas
te podrían ayudar:
¿Por cuánto tiempo has permanecido anclado y estancado, sin moverte,
sin el más mínimo intento de cambio?
¿Qué esperas para levar ancla y deshacerte de ella? ¿Para poder
navegar a gusto en el mar de la felicidad?
¿Qué te impide soltarte y guiar tu vida por rumbos diferentes y
nuevos? ¿Qué ataduras emocionales y patrones de conducta preconcebidos te
impiden volar y ser tu mismo?
¿Cuáles son los verdaderos sueños que anhela tu corazón…, ya los
identificaste?
Si sientes algún tipo de inquietud al hacerte estas preguntas es
casi seguro que estas anclado en el medio del mar y no tienes idea de hacia
dónde navegar y prefieres permanecer así, enfrentando con pasividad las
tormentas hasta que ya no puedas más y sea el deterioro de tu ancla o un fuerte
huracán el que decida tu libertad, la cual solo te servirá para navegar a la
deriva, sin rumbo fijo, sin norte, sin ilusión y casi sin vida si es que la
logras conservar.
Tendemos a permanecer sujetos al ancla de la
vida por demasiado tiempo y no sabemos qué hacer con la libertad cuando esta nos
visita, somos inexpertos navegantes en el mar de los riesgos y las desilusiones,
de las aventuras y las pasiones, de la vida y sus emociones y para poder
entrenarnos y convertirnos en expertos hay que levar anclas y echarse al mar
dispuestos a solfear las olas y enfrentar con valor las tempestades y
adversidades, con el mismo valor que lo hiciste antes de nacer, dentro del
útero de tu madre, haz memoria y recuérdate como lo que eres, un campeón mas.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.