En esta ocasión voy a hacer mención de los dibujos animados de antaño, específicamente de uno muy famoso, “El Coyote y el Correcaminos”, que al igual que otros también famosos como “Tom y Jerry” y “Silvestre y Piolín”, se trataban de una persecución eterna para atrapar al supuestamente más débil o indefenso, pero que resultaba ser que eran más astutos o que la suerte siempre estaba de su lado.
Como en el caso del Correcaminos, en cuyas trampas caía su autor, el Coyote, y que siempre rayaba en la estupidez.
O como Jerry, que siempre se libraba por su audacia y por la torpeza de Tom.
Y en el caso de Piolín, la suerte siempre le acompañaba y por “h” o por “b”, Silvestre nunca le atrapaba.
Estos dibujos animados tuvieron su época de gloria y tienen cada uno su propia historia, pero el móvil no es ilustrarlos sobre el origen y la producción de dichos dibujos animados, eso lo encuentran fácilmente en la web, incluso en YouTube se pueden ver los capítulos, que a manera de entretenerse y recordar su infancia, no estaría mal.
La idea es, resaltar que los persecutores nunca llegaban a atrapar a su presa por más intentos que hicieran. Llevándolo al plano humano, para muchas personas, donde lo mejor está en el ínterin (entretanto), estas series animadas eran muy divertidas, aunque cabe señalar que las dos primeras exhibían un arsenal de armas, nada apropiado para niños, pues dejaban ver mucha violencia.
Volviendo al asunto del porqué nunca atrapaban a su presa, y del plano humano, a raíz de un comentario atribuido al propio Coyote, que se llegó a preguntar, “¿Y si lo atrapo, qué haré entonces?” Este cuestionamiento nos lleva a pensar que se acabará la diversión y el motivo por el cuál existir, y nos pone a reflexionar a fondo...
Precisamente este es el meollo del asunto que les quiero señalar, en vista de lo que ha ocurrido por la pandemia, muchos han perdido su trabajo, y otros han perdido la empresa que por tantos años y esfuerzo, les dio de comer y les permitió llevar una vida planificada bajo ciertos esquemas de libertad económica. Ellos nunca se imaginaron esto, un descalabro a tan corto plazo, sin haber malas prácticas o culpables, ni se prepararon para hacer otra cosa, y hoy se están preguntando qué harán. Se sienten deprimidos y sin fuerzas para emprender nada, pues ni siquiera se saben desenvolver entre la modernidad tecnológica y virtual.
Por poner un simple ejemplo, empresas que se encargan de preparar las fiestas y eventos sociales, y la de alquileres de esos equipamientos, llevan meses cerradas y con pocas probabilidades de abrir, muchas ya están al borde del cierre permanente. Una, porque las personas se están acostumbrando a hacer sus eventos virtuales, que les resulta más seguro y económico, ambos aspectos son primordiales hoy, pues además del contagio, está la crisis económica a la que nos ha llevado esto debido al paro o receso en la producción, y al alza de los precios por la escasez, y otra por la inseguridad futura, que probablemente traerá más pobreza y delincuencia. Pero no necesariamente tiene que ser así, tenemos el poder de cambiar las cosas.
La idea de esta entrada, es ponernos a pensar en:
¿Qué haremos para ganarnos el sustento?
¿Cómo nos mantendrenos activos, tratando infructuosamente de atrapar nuestra presa para seguir encontrando el gusto por la vida? ¿Qué haremos para que continúe el interés, buscaremos una nueva presa a quién perseguir?
¿Bajo qué expectativas o certidumbres nos afincaremos en el futuro inmediato?
Hay personas que encuentran su incentivo caminando siempre hacia la meta, pero odian llegar a ella, pues entienden que ahí terminaron sus días, y en el ínterin se trazan metas complementarias, nunca paran, por eso es que muchos no dejan de estudiar, de una carrera a otra, diplomados, maestrías y todo lo que sea que los mantenga en la vida de estudiante, pues no se conciben de otra manera.
Así mismo otros necesitan siempre un empleo, pues no se conciben como sus propios jefes o como emprendedores, siempre dependiendo de los lineamientos de otros...
A muchos les da lo mismo detenerse o avanzar, no encuentran nada que motorice un accionar apasionado, por eso se acomodan fácilmente a las cosas, y a otros nada les satisface, todo les incomoda y les nubla la razón, siempre están inconformes y de mal humor.
Hay cada quién para cada cosa. Unos se cierran en un círculo muy limitado y no avanzan, mientras otros quieren abarcar y avanzar tanto, que se estiran demasiado y terminan colapsando.
Unos son como el Coyote, repetidores de acciones inútiles y absurdos, obsesionados por algo, pero cruzando los dedos para no alcanzarlo, así se mantienen ocupados y no tienen que buscar otro modus operandi, y otros son como el Correcaminos, siempre huyendo a toda prisa, y de tanto correr, no les da tiempo a nada más, levantan tanto polvo a su paso, que ni siquiera pueden ver el paisaje y disfrutarlo... Ambas posiciones son extremas.
Me parece que es hora de hacer un análisis cualitativo, no cuantitativo, y ponerle un nuevo rumbo al barco, es hora de reevaluarnos equitativamente como personas y como seres humanos, más allá de lo material y superfluo, es el momento adecuado de mirarnos por dentro y luego ver hacia afuera, todo lo que hicimos en perjuicio de los demás o lo que dejamos de hacer a favor de los demás, y actuar en compensación a ello, sabiendo que en esos demás, también entran el planeta y toda la vida que hay en él.
¿Estamos dispuestos a ver oportunidades de cambio donde muchos ven descalabros?
¿Aceptaremos el reto de cambiar los patrones de pensamiento, y la manera de accionar que hasta hoy tenemos?
¿Qué precio estamos dispuestos a pagar, por seguir necia e insensatamente haciendo lo mismo, y esperando resultados diferentes?
¿Por fin estamos listos y decididos a cambiar?
Las interrogantes podrían llover tanto que inundarían este espacio...
Así que mi pregunta final, en definitiva es
¿Qué haremos para mantenernos motivados y vivos, sin perjudicar a nadie más, y permitiendo que los demás se abran paso a la vida?
Sacudámonos del shock emocional, es hora de despabilarnos ya, no vaya a ser que sigamos como el Coyote, continuamente persiguiendo un ideal, sin ganas verdaderas de atraparlo, o como el Correcaminos, corriendo eternamente para no enfrentar la realidad.
La vida no se trata de repeticiones, se trata de saborear cosas nuevas.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
Un extracto de esta entrada fue publicado en el periódico El Caribe:
https://www.elcaribe.com.do/2020/07/20/para-pensarlo-a-fondo/
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