Unos
de los recuerdos que guardo de mi infancia es un dibujo animado que se llamaba
“Mundo del pequeño Adams”, más que recordar los episodios recuerdo el tema
musical que decía en el estribillo: ♫ Es
el gran mundo, del pequeño Adams ♫,
y a dos niños frente a un gran libro, uno con grandes anteojos que le gustaba
leer y cada episodio empezaba con el pequeño Adams preguntando algo y el niño
de los anteojos leía y así comenzaba cada aventura, me gustaban esos
muñequitos.
Hace
poco comentaba con mi hermana Nuris, lo grande que es nuestro mundo y lo pequeño
que resulta muchas veces, porque tarde o temprano, las cosas salen a relucir
por más que se quieran negar o esconder, y me vino a la mente el tema musical
del dibujo animado, por eso hago alusión de él.
Como
bien lo explicó Isaac Newton, todo cae por su propio peso, unas cosas tardan
más que otras, algunas hasta cambian de dirección antes de caer, unas por ser tan
ligeras que no pueden evitar la acción del viento, como una hoja de papel
abierta que vuela hasta que el viento cese o deje de sostenerla y otras porque reciben interferencia humana y se hacen más pesadas, van de mano en mano y de
boca en boca, pero finalmente todas caen.
Así
que no tenemos necesidad de empeñarnos en averiguar los comentarios mal sanos,
los dime y te diretes, los lleva y trae que tanto nos gustan a los seres
humanos. Recordemos que las latas siempre
hacen ruido, y tarde o temprano, incluso sin proponérnoslo, estos llegaran
a nuestros oídos.
Cuando
esto ocurra y se alimente nuestro morbo, no debemos dejarlo engordar, si no
todo lo contrario, suprimirle cualquier tipo de insinuación lo antes posible,
la indiferencia es un buen antídoto, la manera más eficaz es no darle crédito,
abstenernos de hacer cualquier comentario y finalmente olvidarlo tan pronto nos
alejamos de la fuente.
La
inmensidad del mundo muchas veces resulta abrumadora, pero su pequeñez suele
ser más peligrosa, es perturbadora, tiende a corromper y al contagio, por eso
es necesario estar alerta y mantenernos firmes y fuertes para no caer en
desgracias ajenas a nosotros, esto se logra con una mezcla esencial de
honestidad, respeto, responsabilidad y aceptación, mejor conocida como empatía
y amor al prójimo. También debemos reforzarnos para que las desgracias propias
no nos afecten demasiado y podamos canalizarlas lo antes posible, esto se logra
con auto control y amor propio.
“Dependiendo
de qué tan grande o pequeño veas el mundo, conectarás y armonizarás con él”
Respeta y ama, pero no para que te respeten y amen, si no para contagiarlo
y todos se respeten y amen en tu “Pequeño
gran mundo”.
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