Parte del grupo en el punto de encuentro antes de partir |
Esta entrada del blog es más bien para contarles a groso modo la travesía, y agradecer públicamente la solidaridad y apoyo del grupo con algunas menciones especiales, y plasmar así en este blog (que se ha convertido en cómplice de mis aprendizajes y vivencias, y en mi amigo y confesor personal), una experiencia más de senderismo, y de lo que se puede lograr a través de la voluntad, la fortaleza interior y la fe en la protección divina, y por supuesto, con la ayuda del trabajo solidario en equipo, confirmándonos que la unión, hace posible el triunfo.
Antes de contarles, quiero compartirles este fragmento de “La Palabra Diaria” del día 12 de octubre, el día dedicado a la raza, dice así:
“Mis palabras están llenas de energía —oigo y siento su vibración. Así que elijo decir palabras de ánimo, amor y luz, utilizando la energía creativa para fortalecer la autoestima, elevar los corazones, iluminar los días y ofrecer consuelo. Confío en que el Espíritu amoroso en mí inspira mis palabras para que éstas sean palabras de luz.”
Al leer este fragmento no pude evitar asociarlo con la escalada del domingo 8, ya que las palabras de ánimo, cargadas de emergías, abundaban, los más agiles y fuertes, ayudaban y daban aliento a los menos preparados físicamente (como yo), que lucíamos más agotados y a punto de rendirnos. Sin dudas fuimos inspirados con palabras de luz y energía para apoyarnos unos a otros, Eduardo de los Santos es un buen referente de esto.
Recuento
El Mogote de Jarabacoa, es una elevación natural a 1,560 msnm en la provincia de La Vega. Una de las rutas principales es la que se encuentra al lado del camino del Monasterio Cisterciense, donde comienza el ascenso al mismo.
Justo detrás del monasterio, pasa el rio.
El grupo de 23, antes de iniciar el ascenso |
Al llegar al monasterio el entusiasmo nos invadió, eran las 10:10 am aproximadamente cuando empezamos el ascenso. El grupo era numeroso, 23 personas en total, la mayoría habíamos subido el Pico Duarte más de una vez, así que íbamos más que confiados, aunque unos compañeros que subieron el día anterior, nos advirtieron que no les resultó nada fácil la aventura.
Al poco tiempo pudimos comprobar por qué. La maleza era abundante, hiriente y picante, el trayecto es muy accidentado, exageradamente escalonado y empinado, lo que dificultaba más el ascenso.
La Dra. Wendy, siempre sonriente |
Manuel Herrera posando a la cámara |
Algunos tramos muy resbalosos y otros muy peligrosos, con precipicios a ambos lados y alguno que otro impresionante derumbe pedregoso. El terreno llano casi inexistente. El sol nos azotaba a ratos, la vista desde lo alto, cada vez más espectacular.
Juan Carlos y Yantery, nuestros modelos profesionales del flow |
Durante todo el camino no se divisa el río, y en una parte del trayecto, ya bastante avanzados, se puede escuchar el correr de sus aguas.
Arturo, Yantery y Eduardo |
Por lo tupida de la vegetación se aprecia menos el paisaje y aunque nos protege un poco del sol, el calor es agobiante, y la comezón y los ramalazos, inquietantes.
Divisando el Mogote desde el Mogotico |
Al llegar a la cima a eso de las 2:10pm, divisé una mula, la torre de vigilancia contra fuegos y la caseta del guardabosque, un señor algo mayor que conversaba con los compañeros que iban en la delantera y ya habían llegado.
El guardabosque observando el parapente |
Di gracias a la providencia divina por haber llegado, y bendije a todos en silencio, sentí una alegría a medias, no les puedo decir que sentí una alegría mayor, no, algo me preocupaba, nos esperaba un descenso muy difícil. Pero me detuve a vivir el momento presente y contemplar el hermoso paisaje que nos ofrecía aquella altura.
Se aprecia todo el pueblo de Jarabacoa, sus casas que lucen diminutas a la distancia, sus montañas y el enorme verdor a todo alrededor.
Fue un momento hermoso, la brisa bien fresca, la espectacular vista y algunos jóvenes pasando bien cerca de la cima y de nosotros en parapentes, me hizo revivir esa experiencia que había vivido de tirarme en parapentes, precisamente en lo alto de Jarabacoa, a principios del 2015.
Como me hubiera gustado que pudiéramos tener esa oportunidad desde allí, y evitarnos el largo y tortuoso descenso que nos esperaba.
Luego de hacernos algunas fotos individuales
Y de grupo
Descansamos y conversamos un rato
Sonrientes nos dispusimos a emprender el camino hacia abajo, eran las 2:40 pm y no podíamos darnos el lujo de perder mucho tiempo, ya que se esperaba lluvia y oscurecería más temprano.
Sonrientes en la cima |
Frandys en primer plano, a la derecha, detrás, está Yelsen, el adolescente que formó parte del grupo y que lo hizo muy bien.
Lo dificultoso del descenso no se hizo esperar, ese tramo del Mogote al Mogotico, fue terriblemente peligroso. Los demás tramos no eran muy diferentes, al tener que tomar tanta precaución, el descenso se hace casi tan largo y tedioso como el ascenso, y si le sumas el esfuerzo y la fatiga que causó este, pues se hace más duro aún.
Cristiam y Eduardo, bajando. |
Para colmo nos sorprendió la lluvia, que empezó algo tímida y luego arreció, nos faltaba más de media hora de camino, los charcos no se hicieron esperar, el agua bajaba por el estrecho sendero cual pequeño arroyuelo, la lluvia golpeaba la cara y afectaba la visión, se puso bastante oscuro en un momento dado, por suerte las nubes negras se dispersaron, aunque el agua continuó, pero cada minuto bajaba mas la intensidad.
Por fin llegamos al punto de partida, a eso de las 5:45 pm, al ver los vehículos y la carretera, sí que esta vez fue una alegría mayor, pero el cuerpo no tenia ánimo para expresarlo, así que al igual que al llegar a la cima, agradecí en silencio a todos, y a la divinidad por permitirnos llegar todos sanos y salvos, después de haber enfrentado tan difícil prueba física.
El río nos esperaba para darnos un merecido y necesario baño, pero las fuerzas me abandonaron, apenas pude subir la carretera hacia donde estaban los vehículos, así que el baño me lo di en la lluvia, y en un caño que bajaba desde la montaña por una tubería. Había visitado el monasterio unos años antes y conocía el río y sus aguas y sabia lo incomodo del camino, por eso no llegue hasta él, no me creía con fuerzas suficientes para lograrlo, y aunque las tuviera, me negaba a bajar y a subir un paso más.
Agradecimientos
Les confieso que no lo hubiera logrado de no recibir la gran ayuda que me brindaron algunos de los compañeros participantes, entre ellos un dúo dinámico, los mellizos Guillermo y Arturo Román, a este último le debo el poder completar esta fuerte travesía (tanto en la subida como en la bajada), ya que además de auxiliarme en los peores tramos ofreciéndome su mano, dándome tácticas para agárrame de las plantas y diciéndome que lo podía lograr, confió en mi destreza al arriesgarse a que lo arrastrara camino abajo, cosa que gracias a su fortaleza física y a mí desempeño, prudencia y por qué no, también a mi fe, no sucedió.
Gracias del alma Arturo, por tu valiosísima colaboración, bendiciones abundantes a tu Ser.
Arturo en el centro y su hermano Guillermo frente a él |
También en esta ocasión tuve la dicha de contar con Cristiam Zamora, que se mantuvo cerca cuidando mis pasos, y ayudándome a levantar en las caídas. Si, es casi obligatorio sufrir al menos una caída en el descenso, es tremendamente peligroso, hay ocasiones en que hay que descender sentados para no irnos a toda velocidad rodando hacia abajo. Confieso que abusé demasiado de esta estrategia, pero me daba mayor seguridad bajar así, aunque más tarde el cuerpo me pasó factura, de la ropa ni hablar, ja, ja. Gracias Cristiam por toda tu amabilidad.
Cristiam detrás a la izquierda, de negro. Eduardo al centro detrás (gorra azul). |
Otro de los compañeros que siempre está cerca dando ánimo y apoyo moral es Eduardo de los Santos, su gentileza y palabras de luz son un aliciente en momentos de baja moral. Gracias Eduardo por esa forma de apoyar, al hacer senderismo, lo haces más ameno y llevadero, ya sea dando ánimo, contando historias, usando palabras halagadoras, o acompañando los pasos, es bueno contar con compañeros así, especialmente porque sabes que las mujeres necesitamos más empuje, ese saber que los demás confían en que lo podemos lograr.
Frandys Luciano y Carlos Méndez, que forman parte de los coordinadores del viaje al Pico Duarte, nos acompañaron, y no puedo dejar de sacarles su comida aparte.
Carlos Méndez, es un joven es a todo dar, sepan ustedes que la mayor parte el camino lo pasó al frente abriéndonos paso entre la maleza con machete en mano. Carlos, gracias por todo lo que nos cuidaste a pesar de tu juventud, y aunque tu madre Carmen (una veterana piquera) y tu esposa Maite formaban parte del grupo, no dejaste de ocuparte de todos los demás.
Definitivamente eres un chico fuera de serie. Dios te bendiga y proteja siempre.
Carlos y esposa al centro. Carmen al lado de su nuera. |
Leí en la web un comentario de alguien que subió el Mogote, donde decía que es parecido a alcanzar el último descanso de un edificio de 10 plantas subiendo los peldaños de la escalera de dos en dos, o de tres en tres, es algo muy parecido, eso nos deja ver el esfuerzo que tienen que hacer las piernas al levantarlas tan alto y por mucha distancia, pero a mi juicio se quedó corta en la altura del edificio, yo diría un mínimo de 50 pisos por tramos interrumpidos. Y si a eso le sumamos lo descuidado que está el sendero, y el exceso de maleza que corta el paso y hiere, no hay manera de negar que es una proeza hacer esta travesía y salir ilesos.
Pues sí que lo hicimos, arañados y adoloridos pero sanos y salvos, y aunque no lo crean, nos divertimos mucho también. Cada uno di lo mejor de sí, sus emergías, fortaleza, sentido del humor, solidaridad, compartir su merienda, el agua…, una colaboración en equipo para que todo el grupo lo pasara bien a pesar de los pesares.
Fue una experiencia extenuante pero divertida y fortalecedora, amistosa, de compañerismo y camaradería, Danny y Hamlet, que lo hicieron muy bien, pueden dar fe de eso.
Los nuevos integrantes, capitaneados por Jaime Vargas (asiduo piquero), también lo hicieron muy bien, especialmente los mas jóvenes, aprovecho para felicitarlos.
Para cerrar el día y la travesía con broche de oro, fuimos a cenar a un restaurante de Jarabacoa, famoso por sus costillitas de cerdo, lo pasamos muy bien allí, se formó una gran mesa para todo el grupo, fue un momento muy ameno y divertidísimo, hicimos bromas, anécdotas del día, comimos y bebimos a gusto…,
En fin, se sufrió físicamente, si, pero también reímos, se gozó y lo pasamos muy bien, y quedó plasmada en nuestra sangre y nuestra piel, y más que todo en nuestros corazones, una escalada mas, y al igual que las otras, vestida con lazos de hermandad.
P.D. Gracias por las fotos, y a mis hijas (que no pudieron participar), gracias por hacérmelas llegar.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
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