Es una realidad irrefutable que casi siempre
se cuestiona la llegada a este plano de la existencia.
¿Por qué ahora? Refiriéndose al embarazo
¿Estoy preparada? Refiriéndose a lo
inevitable, lo que está por llegar.
¿Qué será? Refiriéndose al sexo
¿Cómo será? Refiriéndose a los rasgos físicos.
¿Qué le deparará el futuro? Refiriéndose al
porvenir y prosperidad.
Según vamos creciendo las preguntas se siguen
sumando, de parte de nuestros progenitores y a esas nos sumamos como
protagonistas de nuestra existencia con un grupo mayor de interrogantes. La
vida transcurre con muchos altibajos, cada cual sigue sin saberlo un camino ya
trazado por su alma, que irremediablemente la vida se encarga de abrirnos esa brecha
señalándonos con avisos claros y a veces no tan claros el próximo paso a dar.
Bien o mal, con tropiezos y hazañas increíbles,
con logros, con desilusiones y derrotas vamos construyendo ese camino al que
llamamos vida. Al llegar a cierto punto del camino andado, algo nos recuerda
que también incluimos en el diseño nuestro regreso, lo cual habíamos olvidado por
completo, pero esa visión aunque borrosa poco a poco empieza a aclararse ante
nuestros ojos interiores y apresuramos la marcha o bajamos la intensidad
dependiendo en el nivel en que nos encontremos, pues sabemos que inminentemente
la hora de la partida llegará.
La mayoría le ha cogido un gusto indescriptible
a la vida y trata de esquivar ese diseño y rehacer otro eliminando esta
partida, pero como dice el dicho, “Lo hecho, hecho está”, el regreso se podría retrasar,
se permite negociar, pero no podemos obviarlo, tarde o temprano debemos partir,
alzar nuevamente el vuelo.
¿Por qué será que cuesta tanto hacer eso? Dejarse ir, soltar amarras y regresar al lugar
de origen. Evidentemente que a casi todos nos cuesta y la verdad es que no debería
ser así. A la hora de partir deberíamos estar preparados, contentos, deseosos
de volver, de contar nuestra experiencia y descansar en ese remanso de paz y si
fuera necesario, nuevamente regresar en otro cuerpo y tal vez otro lugar.
Es otra realidad irrefutable que pocos se
cuestionan a la hora de partir de este plano de la existencia.
¿Por qué negarme a partir? Si lo sabía desde
siempre.
¿He cumplido mi propósito? Hacen un balance de
su vida.
¿Qué me espera del otro lado? No aceptan con alegría
el regreso, más bien lo hacen resignados, como diciendo “No hay de otra”.
Algunos sostienen una lucha titánica para no
dejarse conquistar por la temida muerte, se niegan a morir y resulta que
entonces es peor, porque se mueren en vida. Le temen a morir y morir no es otra
cosa que el cambio de vestimenta del alma, el abandono de un plano existencial
para acudir a otro plano también existencial pero donde no es necesaria la
vestimenta exterior que cubre nuestro brillo y belleza inconfundible del ser.
La hora de partir no debe ser dolorosa, es más
bien la celebración de una victoria más, una muestra más de nuestra fuerza
interior y capacidad de aprender, crecer y evolucionar, de trascender a otra
vida, marcar y dejar huellas de amor donde quiera que pisamos. Así como
planificas tu vida, planifica tu muerte, habla de ella, que deseas que se haga
para despedirte, algunas personas ya lo han hecho, perdamos el miedo a morir.
Te deseo que cuanto te llegue la hora de
partir te encuentres sereno, preparado, alegre y emocionado por todo lo que
hiciste y creciste, compartiste y amaste, pero sobre todo, diste y colaboraste con
ese devenir de la existencia universal.
Om Shanti
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2017/07/15/correo-los-lectores
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.
El miedo a morir, a pesar de que sabemos que en un momento u otro está previsto que así sea, se debe a dejar esta existencia, abandonar lo que aquí tenemos, abandonar la vida. Creo que ahí va implícito un miedo a no saber cómo será nuestra muerte, si sufriremos, si será de súbito...las dudas sobre las creencias, qué hay realmente detrás de la muerte, hay más vida...? Dependiendo del tipo de creencias que tengamos sobre la muerte el miedo será más o menos intenso o no, quiero decir que si es una persona que no cree para nada en que no hay muerte, que la parte física es la que desparece pero no así la parte etérea, el alma, entonces estas personas tendrán pánico realmente a dejar este mundo y se aferran a la vida sufriendo por la muerte. Eso es por lo menos lo que pienso y lo digo porque hace años yo era una persona que creía que la muerte era el fin y no había más nada cuando el corazón dejaba de latir y el cerebro dejaba de funcionar. A raíz de la muerte de mi padre viví una serie de experiencias que me hicieron ver mi error en ese sentido.
ResponderBorrarUn gran tema para reflexionar querida Harolina y de nuevo te doy las gracias.
Abrazos con todo cariño!!!
Marina creo que todos en algún momento de la vida tuvimos ese miedo a la muerte, creyendo que era el fin, en mi caso particular tambien me aterraba saber que me devorarían los gusanos. A pesar de eso, veia muchas pelis de terror y muerte, ja, ja, siempre he sido algo contradictoria.
BorrarMi madre murió dos meses y medio antes de nacer mi hija mayor y aunque llevaba varias recaidas de cancer, fue muy duro,eramos muy unidas.
Tambien esta experiencia me ayudo a ver las cosas diferentes, y años despues llegó a mis manos un libro que terminó de cambiar mi forma de ver y entender la muerte, se llama "Martes con mi viejo profesor", o tambien lo titulan "Martes con Morris", te lo recomiendo, es una historia de la vida real y lo tenia para descargar en mi pagina "PDF, libros", pero recibi una notificación de que habian reportado uso indebido y quité el enlace. Pero si no lo has leido, te lo puedo enviar por el correo electronico.
Ya ves Marina, seguimos teniendo experiencias parecidas.
Abrazos almicos a tu bello Ser.