Dicen que con el tiempo nos volvemos más viejos y más
sabios, esto en la mayoría de los casos es así, ya que, a mayor vivencia, mayor
experiencia de vida y por ende mayor aprendizaje de esta, aprendemos a asimilar,
entender y soltar, es por eso también que con los años somos más
independientes de las etiquetas y el qué dirán, o sea, más auténticos y
felices.
También con el paso de los años apreciamos mas la vida, los días,
la naturaleza y la belleza interior, esa que es el reflejo de nuestra alma,
nuestra verdadera esencia espiritual, apreciamos mas a los demás, los aceptamos
con mejor actitud y empatía, nos identificamos mejor con ellos y por qué no
decirlo, los amamos sin saber por qué, hasta conociéndolos pocos minutos antes.
Hay cierto cariño de nosotros hacia los demás, una especie de conexión
afectuosa tal vez inexplicable pero emocionalmente entendible y necesaria.
A medida que seguimos viviendo y envejeciendo mas y mas, muchas
cosas materiales dejan de tener importancia para nosotros, incluso hasta la
alimentación, estamos sumidos en una especie de nube o burbuja espacial, que no
conoce del tiempo ni de añoranzas, ni de días o noches, estamos medio absortos
del mundo, divisando el sendero a seguir y comenzamos a hacer el viaje de
regreso y a deshacernos del equipaje, de la carga de vida que acumulamos, pues
a donde vamos no necesitamos llevar nada, mejor dicho no podemos entrar allí,
si no nos liberamos antes, lo único que necesitamos es el cumulo de energía pura
y diáfana captada con nuestras experiencias vividas.
Aunque normalmente esta mentalidad se adquiere al pasar de los
años, existen personas que a corta edad han logrado llegar a este punto en su
vida, debido a que han vivido muy rápido, llevan un ritmo muy acelerado y el
cumulo de experiencias a su corta edad resulta demasiado para retardar su
llegada, estas personas muchas veces son censuradas y vistas con malos ojos,
como dicen, pero en este mundo cada quien va a la velocidad que debe ir, pues así
como existen ellos, también aparecen los casos contrarios, van tan lentos que
una larga vida no les es suficiente para llegar a este punto de partida, ese
punto donde la vida deja de ser un sueño y se convierte en esa sabia
realidad. Como dice el dicho, “El final es siempre un nuevo comienzo”.
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