Alguna vez en
nuestra vida nos hemos parado a observar algo con detenimiento, curiosidad,
interés o por simple distracción, a veces de forma inconsciente, pues ni
siquiera nos percatamos de lo fijamente que estamos observando. En este tipo de
observación más que nuestro consciente, es el inconsciente el que está a cargo,
nosotros permanecemos como ausentes de la realidad, ensimismados en la
observación. Cuando regresamos de vuelta a la realidad nos queda un
desconcierto momentáneo, como si no supiéramos donde estábamos, o mejor dicho
donde estamos, pero nos deja con una nueva perspectiva, una visión más amplia y
desarrollada.
Otras veces
observamos como quien no se fija bien, con disimulo, pero en la rapidez del
impulso captamos más de lo que la lógica podría demostrar, aunque es un tipo de
observación indirecta, muchas veces resulta más directa y fructífera que la
anterior, nos deja todo un aprendizaje condensado que enseguida recoge el
subconsciente y lo procesa.
Existe otro tipo
de observación más común y mundano, en el cual estamos supuestamente
observando, pero nuestro consciente no alcanza a ver más allá de sus narices y ve
lo que desea ver, es una especie de observación programada, prefabricada, que
nada tiene que ver con la realidad y de la cual no sacamos ningún tipo de aprendizaje,
se convierte en una proyección de nuestra imaginación, más de lo mismo.
Ahora bien el
tipo de observación menos usado y el más completo y efectivo se realiza con los
ojos cerrados, la mente en blanco, los sentidos, sobre todo el olfato y el oído
bien agudos, y más que nada observando con el tercer ojo, el de la claridad y
la sabiduría, con la percepción e intuición bien alertas, actuando como una
parábola receptora de sensaciones, emociones, sonidos, aromas, incluso sabores
y texturas, en este tipo de observación, somos el observador y al mismo tiempo
lo observado. Somos la unidad y el todo.
El común
denominador de estos tipos de observación es que cada observador vera algo
distinto siempre aunque la realidad aparente sea la misma, esto ocurre porque
cada cual observa desde su propia perspectiva, que es individual en cada ser
humano, podemos coincidir en muchas cosas en la observación pero cada
observador vera algo que los demás no ven, cada cual ve por su experiencia
propia y le pone su sello distintivo.
Así que la
próxima vez que observes algo en compañía de otra persona, solo presta oídos a
lo que tenga que decirte sobre su visión y no trates de imponerle tu punto de
vista, pues de esa manera además de ver por tus propios ojos también podrás ver
por los de tu acompañante, eso te aseguro que te hará más flexible, mas
empático, mas despierto y por que no, puede que también le agregue más sabiduría
a tu arte de observar.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
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