Recientemente pude constatar que todavía hay profesores que les
ponen trabajos escritos a mano a los estudiantes, ojala y el numero de estos
profesores fuera significativo en las escuelas y colegios, y las universidades
contaran con muchos de ellos también, ya que esto aunque fastidia sobre manera
al estudiante, lo que verdaderamente hace es instruirlo, pues se ve en la
obligación de leer, escribir, resumir y sacar conclusiones propias, y por muy
mecánico que lo haga, una buena parte se le queda impregnada en el cerebro, a
diferencia del copia y pega cuando usan las computadoras, donde leen por
arribita, sin prestar la menor atención, importancia o interés, y por ende lo
poco que captan es superficial y lo olvidan en pocas horas.
Por eso quiero hacer un reconocimiento
especial para estos profesores que son verdaderos maestros y reconocen y
están bien conscientes de su rol como educadores en la sociedad. Este es el
tipo de enseñanza a la que hay que darle crédito y reconocerle sus méritos, no
a la que está plagada de mecanismos y accesorios que facilitan y tienden a
aniquilar los dotes y facultades especiales del cerebro y del ser humano, que
de seguir como vamos nos olvidaremos hasta de escribir por falta de hacerlo
manualmente.
Hoy día aprender no es el reto, sino pasar de curso, pasarle la
materia al profesor y graduarse valiéndose de mecanismos modernos o fraudulentos y
adoptando como último recurso para conseguir el objetivo, estudiar.
Hago mención de honor para ustedes, maestros de escuelas, colegios y
universidades que entienden la necesidad imperiosa de salvaguardar nuestro
magnifico, espectacular, hermoso y sin igual
cerebro y con él, nuestro cuerpo y sus cualidades, habilidades y
funciones sicomotoras, receptoras, reproductoras y transmisoras.
Es bueno y hasta indispensable agregar mecanismos modernos a la
enseñanza siempre y cuando esto no equivalga a sustituir los básicos y
esenciales, sino a complementarlos, ni siquiera a facilitarlos, pues lo que
fácil se adquiere, fácil se pierde, y lo que fácil se “aprende” fácil se
olvida.
Los exhorto a seguir así y que nada los haga tirar la toalla,
cualquiera que sea el tipo de calificación al que sean sometidos, siempre
obtendrán la máxima calificación a su arduo trabajo y esfuerzo. Aunque la
remuneración no sea económica, aunque no reciban un reconocimiento especial
como se merecen, estoy segura de que la satisfacción del deber cumplido es
mucho más valiosa y reconfortante y la paz interior de saber el bien que hacen
es mucho más duradera.
¡Bendiciones multiplicadas para ustedes!
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
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