miércoles, 22 de octubre de 2025

Un otoño inolvidable

De nuevo El Tintero de Oro me hace un giño, esta vez se trata de un relato con Nueva York de colofón, homenajeando a una gran escritora española, Carmen Martín Gaite, y su libro “Caperucita en Manhattan”.



Como la lluvia me ha llenado de gozo, después de vivir el
influjo hechizante de la Luna, que plasmé en mi entrega anterior, me he acordado del éxtasis que me causó haber conocido el otoño hace unos años en Nueva York, esa estación tan hermosa de la que no disfrutamos nunca en mi país. 
Guardo muchas vivencias hermosas de mis varias visitas en verano, pero el único viaje en otoño es el que me ha inspirado el relato. 

Como siempre, mi participación es fuera de concurso, por la fecha está demás la aclaración… Aquí lo comparto, espero les agrade.
Y perdonen, pero no pude resistir la tentación de colgar algunas de las fotos que tomé allá. 

Un otoño inolvidable  900 palabras




Llevaba días en estado de contemplación, una leve sonrisa en los labios y el brillo acentuado en sus ojos. Como si hubiera entrado en trance celestial, atravesado otra dimensión menos densa. Pero se le veía feliz y radiante, ningún estímulo exterior la motivaba a regresar de donde fuera que se encontrara su alma.  

Tampoco es que sea amiga de salir mucho de la casa, más bien se complace con estar ahí, en ese espacio que suele llamar su paraíso, allí se siente mejor que en cualquier parte, pero ahora es preocupante su actitud.

Hoy tomó una fotografía que tiene colgada en la pared desde hace un año, y al abrazarla dijo, “Añoro volver a Nueva York, vivir de nuevo esa magnética conexión con el otoño de mi vida y el otoño de la naturaleza”. Sonrió y musitó algo que sus hijas no entendieron bien, solo la frase final “Cuando lo vivan, lo entenderán”. 

Cerró los ojos y se quedó dormida con el cuadro en su pecho. Sus hijas se miraron y al mismo tiempo susurraron “Busquemos su diario”.
 
Lo guarda en un cajón debajo de su cama, allí quizás encontrarán respuestas”.



̶ Quédate observándola Rocío, yo lo busco, lo llevaremos afuera para ver qué pasó el año pasado en ese viaje a Nueva York. Hace justo un año que nos llamó eufórica con una voz que no parecía la de ella, no paraba de hablar, lo hacía tan rápido que no entendíamos nada, ¿Lo recuerdas?

̶ Ahora que lo mencionas… Cierto Massiel, ¡Nos extrañó tanto! Al llegar la vimos tan normal como siempre y no lo volvimos a hablar.

̶ ¡Lo encontré! Vayamos afuera, apaga la luz, así dormirá más tiempo. 

̶ Mira Rocío, la fecha, tiene un escrito que parece una pintura, las letras tienen diferentes colores, rojizos, ocres y amarillos, ¡Una belleza de formato! Hasta parecen cobrar intensidad los colores, aumentar de tamaño. ¡Que extraño es esto hermana! 

̶ Déjame ver a mí, eres medio cegata, y estás sin anteojos, a lo mejor tienes la vista cansada.

̶ ¡Es increíble Massiel! las letras se mueven, como si tuvieran vida, bailan y señalan la siguiente página. ¡Mira un sobre cerrado en ella! ¿Lo abrimos?

̶ Si, quizás explique esto y lo que está pasando con nuestra madre.

Un inolvidable otoño en New York

Jamás pensé que al llegar a esta edad la vida me tendria una sorpresa tan fantástica, mágica y maravillosa. New York fue siempre un deseo por cumplir, igual que conocer el otoño, ese que ahora atravieso en medio de una crisis existencial. Ha sido como nacer de nuevo.

El embrujo de sus colores vivos, intensos. El ambiente fresco, juguetón y cantarín de los árboles, los animales que van y vienen, miran como si hubieras pillado sus hurtos de frutas y semillas. 
El inusual color del cielo revela historias del encanto de esta nación y estación. 

La belleza del conjunto que tanto disfruté contemplar en el Central Park, me atrapó sin más en un sueño que de repente se volvió realidad. 




Me vi siendo una niña, jugando en este mismo parque. El entorno era diferente, edificios menos vistosos, calles sin tanto ruido, pocos letreros luminosos, todo era sencillo, pero más hermoso y acogedoramente familiar. 
De pronto una voz, la mi madre, me gritaba, “Vamos princesa, es hora de regresar, volveremos mañana”. 
La voz me sacó de mi ensueño, todo había cambiado, pero me seguía sintiendo como en casa. 

Me levanté del banco en que reposaba, tomé unas hojas otoñales y me las llevé a la nariz, años que no tenía esa sensación tan agradable y percibía ese olor tan familiar. 

Me dije, pero ya conocía el otoño y New York, ¿Porque sentía entonces esa añoranza? 

Me volví a sentar, a caer en ese sopor de nuevo.




Ahora era una hermosa joven y me estaba casando en el parque con el hombre que tanto amaba, lucíamos radiantes y llenos de felicidad. Mirándonos a los ojos y tomados de la mano, hicimos una promesa, “Nos amaremos por toda la eternidad”, un beso selló nuestros labios. 

Flotamos en una nube que nos llevó a otra dimensión, nos soltamos suavemente sin dejar de mirarnos, hasta que nos perdimos de vista. Nuestra vida juntos se esfumó sin apenas empezarla, pero ese sabor de nuestros labios, perduró como un tatuaje imposible de borrar.

Como quien sueña dentro de un sueño, apareció frente a mí, sonrió, dijo en extraño idioma que resultó familiar, “Es hora de volvernos a juntar, el próximo año, este mismo día, te iré a buscar”. 
Sus labios rozaron los míos, saboreamos ese sabor tan conocido, todo vibró a nuestro alrededor, los colores brillaron con intensidad, árboles y animales bailaron junto a nosotros, nos fundimos en un interminable abrazo. Me susurró, “Dentro de un año, mi amor”. 

En ese momento, medio dormida aún, supe el porqué de mi añoranza, el me seguía esperando con el mismo amor y brillo en los ojos. Ese día entendí por qué mi vida no tenía sentido. 

Los días siguientes me sentía flotar, hablaba raro, no sabía qué me ocurría. Llamé a mis hijas, por si eran cosas mías. Notaron algo, no entendían y colgué. 

Volvía diariamente al parque, allí escribía lo ocurrido, el último día las letras tomaron los colores del otoño y cobraron vida… Me animaron a esperar. 



Regresaron a la habitación, estaba inerte, sin respiración, pero lucía radiante, llena de vida y emoción.




I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

16 comentarios:

  1. Hola, Idalia.
    Parece un sueño dentro de un recuerdo plasdo en un diario. Demasiadas interposición para que las hijas lo entiendan.
    O quizás son impresiones demasiado fuertes para ser solo un sueño. Quizás son reminiscencias de otra vida. Especulamos porque ni ella misma lo sabe cierto. Lo que está claro es que disfruta de las consecuencias de lo que aquel otoño pasó.
    Alguien la reclama en su otoño, desde el otoño de New York y ella, gustosa, se ha ahorrado el invierno.
    Abrazooo

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  2. ¡Anda! Nos hemos comentado simultaneamente

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    1. ¡Hola, Gabi!
      Gracias por venir a leer y dejar tus inquietas huellas.
      Pues sí que unas cuantas posibilidades existen de lo ocurrido, hay cosas muy extrañas en la vida que difícilmente se puedan desentrañar con la lógica racional humana.
      Recuerda que somos energía pura y nuestros ojos son incapaces de apreciar su verdadera fuerza, movimiento e intensidad. Piensa en los gatos, ven, sienten y presienten cosas que ni vemos, ni sentimos, lo que hacen es decodificar las energias que los rodean, nosotros tenemos una visión de poco alcance y una muy pobre percepción de las cosas..

      1. Existe una fuerte concentración y emisión de energía cuando no estamos limitados por un cuerpo físico humano, así que pudo ser real todo, incluso las hijas lo pudieron apreciar porque esa presencia álmica que vino a buscar a su madre, estaba en la casa y su fuerza aumentó las energías de todo el lugar.

      2. Si como se dice y lo creo así, vivimos vidas paralelas a un mismo tiempo, esa podría ser también otra interpretación, su otra vida la reclamaba con mayor fuerza que ésta, por eso no se sentía feliz del todo.

      3. Pero también el relato de principio a fin, pudo ser todo un sueño de su madre moribunda, ya su alma deambulaba por otros lugares muy lejanos a esta tierra.

      4. O como sugieres, y parecería lo más obvio, fueran reminiscencia de otras vidas.

      Puede ser todas o ninguna, va a depender de nuestro sistema de creencia y el nivel de consciencia que tengamos de lo que representa la vida, la muerte y la eternidad. Gracias por ese juego de palabras final con el otoño y el invierno, muy a tu estilo, un placer tu visita y comentario Gabiliante. Otro abrazo.
      Bueno, yo te comenté un poquito antes que tú, así que gané, ja, ja, Gracias.

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  3. "Como si hubiera entrado en trance celestial, atravesado otra dimensión "
    Ay, Idalia... qué bonito! ¡Qué relato tan precioso, tan lleno de encanto, tan sutil y hermoso!!
    Al final entendemos esta frase del comienzo... Ella estaba atravesando ya ese trance, sabiendo que él iría a por ella...
    Lo has construido genial, con el nexo del diario y las hijas tratando de comprender lo que ocurre (que es como si fuéramos nosotros, los lectores).

    Tiene su punto de dulzura, de magia en las letras que se mueven, en los colores... Y con esos pequeños toques muestras el estado de maravilla en que la mujer se encontraba, la magia que sintió el año anterior y la visión... En elipsis, con sólo el detalle del enlace de almas (qué preciosa boda...) ya podemos imaginar todo un drama de amor no consumado y de una vida triste que guarda su secreto.

    Cuánto me alegra que te inspiraras así de bellamente para el reto... Y más sabiendo lo mucho que disfrutaste tu visita a Nueva York, en aquel otoño que te dejó hechizada...
    Magnífico.
    Un gran abrazo, otoñal y lleno de magia...

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    1. Maite, me encanta cuando resaltas esas frases que más te resuenan.
      Gracias por tu bello comentario en el que dejas sentir tu sensibilidad ante el amor y la conexión de almas, que te llevan a encontrar dulzura y magia en el relato. Dos elementos que hacen la vida de muchas personas más agradable y llevadera.
      Has dejado una frase referente a la madre que me ha parecido muy acertada, me gusta, "se encontraba en estado de maravilla", ¡Ay! quién no querría estar así..., MARAVILLADO, bajo el influjo eterno amor.

      Gracias Maite por tus generosas palabras, también a mi me alegró recibir esa inspiración. Otro abrazo para ti y que el otoño te llene de su magia.

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  4. Hermoso relato con un toque de magia. Un beso

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  5. Debo confesarte, mi querida IDALIA, que en cuando enviaste a las hijas de tu protagonista a buscar el diario, pensé .. pero ¿ cómo van a leer su diario? algo tan íntimo, es más, cuando escribiste " Quédate observándola Rocío " pensé que era precisamente para que no las descubriera en su furtivo intento por averiguar qué había ocurrido en ese viaje al pasado otoño vivido en NY... preciosa y extremadamente tierna tu historia, además ilustrada con fotografías reales de tu paso por esa impresionante ciudad, incluso te diría que tiene un punto místico y trascendental… Con esa especie de experiencia a temporal que vivió paseando por Central Park, no me extraña. Debiste subirla con su amor, a un paseo en carruaje de caballos, el súmmum del romanticismo, aunque lo has conseguido igualmente, describiendo tan bonito, esa forma tan dulce de irse, dormida, mientras acudía al encuentro con él : ) A mi me ocurrió como a ti con el otoño de otra forma, hace unos años aquí. Lo conocía, de hecho, aquí el otoño es absolutamente de libro, sobre todo porque siempre estamos a remojo bajo la lluvia.. Precisamente por eso, durante muchos años lo odié con todas mis fuerzas, a finales de agosto, ya se me encogía el corazón pensando lo que llegaba, no entendía esa pasión que algunos sienten por él, precisamente y gracias a que en los últimos años dejó de llover como solía a todas horas) pude por fin disfrutar de su belleza y sus placeres, caminar sobre hojas secas y crujientes e incluso enterrarte entre ellas jajaja sus clores, los rayos de sol entre los árboles del bosque, sus colores mágicos rojizos y ocre y sobre todo uno de mis mayores placeres desde que lo descubrí y me enseñaron, buscar setas jajaja nadie que no lo haya probado no sabe lo mágico que es, pequeñitas y acurrucadas entre el musgo o bajo la hojarasca .. el otoño neoyorkino tiene muchísimo encanto, pero ahora sé que el otoño en cualquier parte tb lo tiene. Mil gracias por esta preciosa semblanza otoñal.. sólo te faltaron, las calabazas de Halloween : ) Un enoorme abrazo otoñal, con aroma a castañas asadas, leche calentita con canela, miel y galletas recién horneadas frente a la chimenea : )

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    1. Maria, mil gracias por lo bello de tu comentario, destilas ternura con una mezcla de inocencia al describir ese encuentro con un otoño por fin diferente y hermoso en tu bella Galicia, sin lluvia..., que bueno es recibir un mensaje que te encariña con la situación y la vives como si fuera tuya, pues asi la has transmitido y me encanta que lo hayas hecho, mil gracias.
      Bueno, el relato tomó protagonismo propio y dirigió sus pasos, como de costumbre yo solo obedezco y corrijo algunos detalles, ja, ja. Me alegra que te gustara. Te debo las calabazas, aquí no es que lo celebremos como en USA o ustedes, supongo, pero desde hace unos años ha ido tomando auge entre los jóvenes. Lo de buscar setas tampoco, ni creo que aquí las hallan así tan silvestres.
      Gracias por el generoso y cariñoso comentario. Besos, ojala que la lluvia, a la que tan bella entrada le has vuelto a dedicar, te de una tregua.

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    2. ¡Uhm! Maria, u abrazo otoñal me ha dejado con un regusto en los labios y esa leche con canela y galletas es fenomenal para esta lluvia que sigue cayendo gracias a Dios, aunque el país se está inundando... La chimenea, que aquí es el sol, espero que tarde en volver, ja, ja. GRACIAS.

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  6. ¡Hola, Idalia!
    Ese toque místico, esa conexión entre el pasado y el presente, entre el amor eterno y el otoño de la vida, es tan delicado y poderoso que deja una huella imborrable. Las hijas, buscando respuestas en el diario, nos llevan de la mano como lectores, haciéndonos sentir parte de su búsqueda y su asombro. Y qué decir de las fotos que compartes, son el complemento perfecto para transportarnos a ese Central Park lleno de magia. Tu relato es una joya que combina sencillez y profundidad, como bien dice el título de tu blog. Gracias por compartir esta historia tan hermosa, que no solo homenajea a Carmen Martín Gaite, sino que también nos regala un pedacito de tu corazón. Un abrazo enorme, lleno de hojas crujientes y aromas otoñales.

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    1. ¡Hola, Miguel!
      Qué bonito lo describes "toque místico, conexión, amor eterno, otoño de la vida", los elementos principales que componen el relato.
      Gracias por señalar las fotos, ese Central Park lleno de magia y encanto..., y el subtítulo del blog, que casi siempre pasa desapercibido, pero como buen marciano, lo destacas.
      Me causa placer que encuentres hermosa la historia narrada, también a mi me gustó como fue surgiendo dentro de ese Nueva York otoñal, que como bien dices, está guardado en un pedacito de mi corazón.
      Gracias por ese abrazo otoñal tan hermoso, te mando uno lluvioso, pero pleno de calor humano.

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  7. Hola, Harolina, lo importante es que disfrutó, fuese lo que fuese, sueño, realidad, magia o su propia imaginación al escribirlo en su diario.
    Me recordó a Los puentes de Madison, cuando los hijos al final leen la historia de la madre.
    (Las imágenes preciosas).
    Un abrazo. 🤗

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  8. ¡Hola, Merche!
    Gracias por venir y dejar tu impresión del relato, le decía Gabiliante que puede tener diferentes interpretaciones. Como bien señalas tú, lo importante es que disfrutó, fuese lo que fuese.
    Muy bueno que traigas a colación esa película, me acabas de recordar que la historia se descubre por escrito al ella morir, la vi una vez hace un buen tiempo ya.
    Gracias Merche por el detalle de mencionar las fotos, que sigas disfrutando del otoño, besos.

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  9. Idalia, nos has regalado el otoño en su máxima opulencia, no solo por las imágenes preciosas, sino porque los colores de la estación, la melancolía, la nostalgia, lo que fue o pudo ser... permanece en la memoria y en el corazón de la mujer. Todo puede ser, todo puede ocurrir si se da el momento y la sensiblidad precisa ¿por qué no?

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  10. Precioso, Harolina. Un relato lleno de dulzura y de melancolía, muy evocador en el tono y magníficamente ambientado. La huella del amor es lo único importante al final de la vida y lo único a lo que agarrarse. Gran mensaje que sobrevuela toda la historia. Me ha encantado leerte. Un beso.

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VALORAMOS Y AGRADECEMOS TUS HUELLAS.