La vida se compone mayormente de momentos fugaces y largas horas. Según se estén cumpliendo nuestros deseos o no, esos momentos y horas pueden ser felices y alegres o de angustia y tristeza, pero por alguna razón los vivenciamos, solventamos, enfrentamos, dejamos pasar o nos doblegamos ante ellos. Pero indistintamente de cómo lo abordemos, existe en el interior del ser, una fuerza que nos hace cruzar puentes, saltar vallas y romper amarras en busca de nuestra verdadera esencia y libertad, es la fuerza de la intención.
Un buen referente de esto es la historia de cualquier persona, ya sea real o ficticia, nos deja ver que vamos haciendo camino al andar, por eso debemos agradecer la vida activa y nuestra capacidad de movimiento, pensamiento y acción, sin importar si nos reporta alegrías o tristezas, ya que de permanecer postrados, inertes y sin ningún tipo de expresión corporal, seriamos como esa semilla que nunca emerge aunque la reguemos a diario, no se desarrolla pero tampoco muere, tiene vida en su interior pero no la deja salir, la niega, seriamos muertos en vida.
A veces ocurre que aunque de hecho, creemos que no contamos con las suficientes condiciones físicas o mentales para hacer cierto trabajo, travesía o recorrido, algo dentro de nosotros nos dice: ¡Tú puedes hacerlo! ¡Vamos! Y nos llenamos de una vitalidad y fuerza desconocida que nos faculta para lograrlo y así ver qué tan poderosa es la llamada fuerza de la intención, solo tenemos que quererlo de todo corazón, con unas ganas inmensas y una fe inquebrantable, y gracias a esta fuerza lo conseguimos.
¡Se tu mismo! Cuenta siempre con esa fuerza interior que posees, la fuerza de la intención.
Esta entrada fue publicada en el periódico El caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2016/06/04/correo-los-lectores
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