El planeta
que habitamos podría ser una de las mayores riquezas del universo, pues tiene
de todo lo que conocemos como materia y además cuenta con integrantes
especiales que lo enriquecen y embellecen como son los seres vivos (minerales,
plantas, animales y el hombre), y quien sabe que otras cosas desconocidas aún
nos depara el futuro.
Todo en él
es aparentemente cíclico y sigue un orden establecido cuya fuente ignoramos y
le atribuimos poderes superiores a todo conocimiento, poderes que también los
seres vivos poseemos, aunque unos con mayor capacidad que otros, por ejemplo los
humanos tenemos condiciones especiales (que no las tienen los demás), que la
mayoría desconoce actualmente y pocos desarrollan y saben utilizar para el bien
común. Los ciclos son muy espaciosos y entre uno y otro surgen una enorme
cantidad de cambios, algunos son predecibles ya que siguen siempre el mismo
patrón, otros son inesperados e
indescifrables y constituyen un enigma para la ciencia.
El
universo guarda celosamente múltiples secretos que a pesar de los avances
científicos estamos muy lejos aún de develar. La madre naturaleza es nuestra
escuela más avanzada de aprendizaje, el observarla cuidadosamente nos ha
ayudado a entender y descubrir algunos de sus secretos, pero el mayor
aprendizaje hasta ahora es la certeza de que nada permanece igual, todo es
relativo y cambia de acuerdo a diferentes parámetros tangibles y muchos otros intangibles.
Como parte
de este universo que somos y como entes únicos que también somos del planeta,
estos cambios nos afectan también a nosotros, aunque no todos los manifestemos
igual. Esta experiencia de cambios me llevó a escribir una frase (hace más de
10 años), con la cual me identifico y es la siguiente:
“Soy
cambiante como la luna y ardiente como el sol”
En realidad así somos todos, al igual que la luna cíclicamente pasa por cuatro fases y el año por cuatro estaciones, nosotros sufrimos cuatro cambios importantes de vida: La niñez, la adolescencia, la adultez o madurez y la vejez. Las plantas por igual sufren cambios, sus hojas, flores y frutos se marchitan para dar paso a nuevas hojas, flores y frutos, los animales también mudan la piel o el pelaje y sufren mutaciones de algunos de sus miembros, los minerales también sufren cambios drásticos con el clima y el paso del tiempo, las montañas, ríos, mares etc., en fin todo lo que tiene vida, cambia y se renueva cíclica y constantemente.
Pero hay
algo que no cambia, que permanece igual, y es la esencia, las cosas intrínsecas.
La luna en cada fase sigue siendo luna, los árboles a pesar de sus tantos
cambios siguen siendo árboles, igual con los animales, minerales, el hombre y
con todo.
Esto explica mi afirmación de que todos somos cambiantes como la
luna.
El sol, nuestro astro rey y fuente de energía, ya que es él quien
nos mantiene con vida, gracias a su luz y calor podemos desarrollar esos
importantes cambios, sobrevivirlos y adaptarnos. El sol es radiante, ardiente,
intenso y resplandeciente (últimamente su radiación ha aumentado en
intensidad), pero ese ardor y resplandor también lo poseemos nosotros y lo
irradiamos a nuestro alrededor con mayor o menor intensidad, dependiendo del
ciclo por el que estemos atravesando, ya que todos los seres vivos que
habitamos el planeta somos energía pura en constante movimiento, vibrando,
cambiando y radiando al compás del sol.
No te
resistas a los cambios, déjate guiar por tu naturaleza interior, fluye en la
dirección y sentido de la vida en general, pero de la verdadera vida, no del
sueño que estamos soñando hace miles de años, que causa decepciones y
descontentos y al cual le atribuimos ser la vida, no lo es, es solo un reflejo
de nuestra mente enajenada por la manipulación del hombre ambicioso y malvado,
la verdadera vida se compone de alegrías y gozo, el gozo es ese sentimiento
ardiente como el sol que le da sentido a la vida.
El sol y
la luna no se equivocan en su andar, guíate por ellos y tampoco tú lo harás si
eres siempre:
“Cambiante como la luna y ardiente como el sol”.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2015/09/25/correo-los-lectores
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