Este maravilloso
mundo tiene un sinfín de cosas hermosas, pero sin temor a equivocarme puedo
afirmar que no existe ningún mortal que no se sienta altamente atraído por la
luz, mientras más radiante, deslumbrante y colorida mejor, y la gran mayoría
con algunas excepciones huye de la oscuridad, la preferimos esencialmente a la
hora de dormir o relajarnos.
¿Quieren espectáculo más bello que el alba o el atardecer, con sus
destellos de luces y colores?, y nada que decir de las auroras boreales, los
arcoíris, nebulosas, estrellas etc.
Pienso que una de las razones por la que disfrutamos mas la época de
navidad es por la cantidad de luces y colores que nos ofrece, nos alegra el
espíritu. La mayoría de las actividades artísticas, sociales, deportivas, etc.,
nos regalan un espectáculo de luces inolvidable, es algo con lo que nos
sentimos estrechamente identificados. Esto me confirma más que somos luz,
provenimos de ella y vamos hacia ella siempre, somos cuerpos luminosos celestiales
o terrestres, plagados de energía en constante fluir, emitimos luz al igual que
los astros y las estrellas aunque no seamos capaces de apreciarla a simple
vista por ser más tenue a pesar de estar más próximos o porque nuestra visión
no tiene el grado de desarrollo aun para apreciarla. A veces alcanzamos a ver
destellos en los movimientos de las personas, pero ocurre tan rápido que
creemos que lo imaginamos o que vimos algún espíritu rondando, pero simplemente
es nuestra estela de luz.
Los humanos no estamos familiarizados con
este tipo de visiones, no estamos acostumbrados a ver a nuestros semejantes e
incluso a nosotros mismos envueltos en ese halo de luz, pero créanme que todos
los seres vivos lo tenemos, se aprecia
como una especie de campo de fuerza a nuestro alrededor, de capa envolvente
de luz protectora. No me resulta muy fácil apreciar ese campo de luz o brillo en
el día o a plena luz, aunque con la suficiente concentración se puede lograr, pero
en la tranquilidad de las noches y en la oscuridad de la habitación, me
acuesto, levanto los brazos y puedo apreciar fácilmente ese revestimiento
luminoso de mis brazos y manos, me encanta ver como se entrelaza al acercar mis
brazos, es una experiencia novedosa y hasta entretenida.
Una noche tuve una experiencia hermosa,
llovía y fui a cerrar las ventanas que dan al patio de la vivienda posterior de
mi casa, el cual tiene mucha vegetación, fue algo inolvidable y maravilloso lo
que pude ver por la ventana, todas las plantas tenían un brillo y colores
intensos, parecía como si el patio estuviera de fiesta decorado con bombillos
navideños, se apreciaban luces diminutas multicolores por todos lados, se
sentía tanta vida en aquel momento en ese patio que hasta podría decir que
estaba plagado de pequeños duendes, era como si ese pequeño bosque cantara y
bailara de alegría y felicidad, me quede extasiada por más de 15 minutos mirando,
escuchando y sintiendo toda esa alegría,
sí, porque me sentí parte de todo eso, era como si yo fuera una planta o una
piedra mas y estuviera rebosante y feliz, esa noche confirme que también tienen
vida y luz propia al igual que los humanos, me fui a la cama y como no me podía
volver a dormir al rato volví y pude ver que la fiesta continuaba aun, por
momentos así vale la pena pasar una noche de desvelo.
Les confieso que lo que en realidad me
atrajo primeramente fue ese brillo, toda esa luz que emitían, ese conjunto de
colores en armonía, definitivamente que la luz nos atrae con un magnetismo
sorprendente. No sé que ven ustedes cuando cierran los ojos, pues al cerrar los
míos, veo luz muy fuerte en mí interior, es como si al cerrarlos se abrieran
por dentro, visualizo mi interior y compruebo que solo está repleto de luz, y que
definitivamente eso somos, un fascinante haz de luz con la responsabilidad de
mantenernos encendidos y conectados a la fuente.
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