Los padres
mayormente tienden a tener cierta sobreprotección con el hij@ menor que muchas veces catalogan de predilección, ya que supuestamente le consienten más y
le exigen menos que a los otros.
En realidad
pienso que lo que sucede aquí es lo siguiente:
Cuando somos
padres volcamos todo nuestro amor, alegría, orgullo y esperanzas en ese primer
hij@, le mimamos y colmamos de cariño y toda clase de bendiciones. Luego llega el
segundo hij@, por el que igualmente sentimos todo nuestro amor, alegría,
orgullo y esperanzas, y también le mimamos y colmamos de cariño y toda clase de
bendiciones. Pero a su llegada ya el anterior tiene al menos un año o generalmente
tiene más y aunque pueda sentir celos por el hermanit@ recién llegado tiende a
quererl@, mimarl@ y cooperar con las atenciones y cuidados de el/la bebe.
Al pasar los meses
y años hacemos un cambio psicológico y vemos al primer hij@ más independiente y
menos desvalido, ya que es más grande y se empieza a valer por el mismo en
muchas situaciones, al segundo lo seguimos viendo dependiente y desvalido. Si
tenemos otro hij@, el ciclo se vuelve a repetir, por lo que volvemos a hacer el
cambio psicológico de ver al segundo más independiente y menos desvalido que al
tercero.
Esta situación
va a estar produciéndose con cada nuevo hij@ que traigamos al mundo, siempre
haremos ese cambio psicológico con el anterior a este. Al tener el último hij@,
aunque más adelante comience a dar muestras de ser más independiente y menos
desvalido, la mayoría de los padres no lo aceptan así, como no hubo necesidad
de hacer el cambio y atender a otro más desvalido, no lo hicieron y generalmente
se niegan a hacerlo, cosa que le hace mucho daño a este último hij@.
Me parece que
esta es la razón por la cual casi siempre el hij@ menor es sobreprotegido y los
padres tienden a sentirse más angustiados y responsables por él /ella, no creen
que sea lo suficientemente capaz, es una especie de dependencia emocional
psicológica de los padres con el/la menor, especialmente de la madre. Como no
hicieron el cambio siguen viendo a su hij@, como su pequeño hij@ que necesita
de ellos y así no se sienten desligados de ese rol de paternidad perpetuado en sus
vidas.
Parte de esta realidad es que muchas veces el hij@
menor se acomoda y se hace el/la vulnerable y dependiente para tener control
sobre los padres, como cree que tienen debilidad y predilección por él/ella se
aprovecha de esta situación para mantener ese desvelo (sobreprotección) de su
parte y sentirse preferid@ y apoyad@.
Pero esto no es más que otra dependencia emocional
del propio hij@ para con sus padres, ya que inconscientemente la soga de
dependencia emocional de los padres con él/ella, mantiene un nudo psicológico
en el desarrollo emocional del hij@ menor. Si los padres no cortan la soga
(cordón umbilical) y lo sueltan, si no hacen el cambio, y tampoco el hij@ tiene
el suficiente coraje y voluntad para desatar el nudo, lamentablemente seguirá atrapado
en ese laberinto emocional creado y se ahogara en el mar de sobreprotección de
sus padres.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.
Muy acertadas esas aseveraciones hacia la dependencia que siempre existe de los padres para con los hijos, creo que mas que los hijos, los que debemos hacer y ajustar los cambios, debemos ser los padres, pues somos los encargados de prepararlos para enfrentar el mundo, un mundo bastante hostil e indolente, debemos enseñarle como enfrentar su mundo, no nosotros enfrentarlo por ellos, pues ellos son tan inteligentes que desde que le resolvemos la primera vez, se acomodan y encuentran la manera de manipularnos para que sus situaciones les sean resueltas. Criar hijos dependientes, es como conformarse con el gateo, aún y cuando puedan llegar a caminar y hasta correr; es como darles cereal en papilla toda la vida, cuando ya tienen dientes para masticar una deliciosa pieza de pollo. Los niños que son criados bajo el espejismo de la sobreprotección, son poco tolerantes a cambios, resuelven todo mediante llantos, evaden los contactos sociales o las situaciones nuevas, sintomatizan frecuentemente con dolores de estomago, de cabeza, de cualquier cosa; inclusive algunos llevan los síntomas al extremo convirtiéndolos en vómitos y diarreas que son los más comunes. Insisto que los padres debemos buscar la ayuda y documentarnos ya sea con lecturas, talleres, conferencias, de como no ser padres sobreprotectores.
ResponderBorrarGracias por tus comentarios tan elocuentes y realistas, los que complementan y nutren esta entrada (para beneficio de todos los lectores), con el potencial de tu experiencia como padre y ademas con el nuevo rol que hace unos años has tomado,,formando parte importante de soporte y apoyo en la comunidad de la Dra. Ana Simó, lo cual te ha permitido enriquecerte con sus talleres y unirte como colaborador de su importante centro de ayuda humana, psicologica y familiar. Posees un hermoso Don y que bueno que lo estas ejerciendo y ejercitando.
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