Como este mundo se ha vuelto tan irracional, el YO SOY (que lamentablemente no es tan fácil captar su dimensión) debería sustituirse por el YO ESTOY para evitar caer en confusión.
Lo primero, el YO SOY, cuando no hay una clara comprensión, tiende a poner etiquetas, sustantivos o conceptos, que hacen que se pierda de vista lo esencial, da la impresión de estar estáticos, frisados, limitados, y condicionados, de frenar la evolución, por eso Dios dijo “Yo soy el que soy”, para completar la frase.
Lo segundo, el YO ESTOY, nos obliga a evolucionar, a accionar y estar atentos, presentes, despiertos…
El Estar, es energía pura + vibración en movimiento.
El Ser, es energía pura + vibración en reposo (que es precisamente lo que somos), ese accionar nos lo provoca la evolución.
El “YO SOY” es Consciencia. El “YO ESTOY” es Presencia.
El “YO SOY” es Esencia. El “YO ESTOY” es Cadencia y juntos forman el baile de la vida.
Dios, el innombrable o como le prefieras llamar, no es materia tangible, no es palpable, por lo tanto no lo podemos encasillar entre conceptos, no es definible, la esencia de todas las cosas no se puede limitar a un concepto, a una idea, a un sentimiento, a un poder, a un nombre...
El amor, el poder, el movimiento, la quietud, la energía, la fortaleza, la vida, la respiración…, son manifestaciones de la esencia de Dios, la esencia divina que crea y sostiene la vida, que todo lo compone, pero que no deja rastros palpables, medibles, descifrables, entendibles racionalmente, solo es perceptible a través de la integración y la disolución, a través del SER y del NO SER.
El SER, es esa ola que emerge de las profundidades, de tu interior, para luego sumergirse en el fondo, esa ola que va y viene, que se forma y aparentemente se disuelve, pero que en realidad se reincorpora y reintegra a su totalidad en cada movimiento, en cada respiración de la vida, en cada latido y suspiro del universo. El Ser es esa onda expansiva, esa vibración, esa luz diminuta que emerge de la oscuridad, para luego perderse en ella y formar parte de su hermosa negrura.
El NO SER es la manifestación del libre albedrío, ese estado que se alcanza cuando nada de lo que te acontece y te rodea es capaz de robarte tu paz interior por un lapso de tiempo mayor que el que te permite pestañear y asombrarte momentáneamente, pues enseguida vuelve a retornar tu tranquilidad espiritual, porque de alguna forma u otra sabes que ese acontecimiento por muy doloroso que pueda ser, es necesario y valioso en sí mismo, y encierra un aprendizaje y un gozo mayor para alguien de forma individual y para el colectivo en general.
El SER confluye, el NO SER disipa.
El SER inhala, el NO SER exhala y juntos forman la respiración, el hálito de la vida.
Cuando hemos tenido el privilegio de ver hacia abajo desde un avión, una gran torre o un parapente, observamos lo bello y en calma que luce todo, nada está fuera de lugar, equilibrio y control. Aún en cada rincón existan conflictos, el panorama desde las alturas luce en calma.
La iluminación no es otra cosa que ver el mundo en armonía y equilibrio desde cualquier lugar de observación que te encuentres, ya sea desde arriba o desde abajo, a la derecha o a la izquierda, en todo tu alrededor y mas allá y sentirte gozoso y participe de esta armonía y esa paz, porque de hecho la llevas en tu interior y nada ni nadie puede arrebatártela.
La iluminación es el proceso de metamorfosis del inconsciente para hacerse consciente.
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