Llego el tiempo
de hacer inventario de los 365 días vividos, sacar lo inservible, obviar lo
innecesario, reorganizar y priorizar las decisiones, reconsiderar acciones, sacar
conclusiones y hacernos nuevos planteamientos para la consecución de las metas
no alcanzadas y los nuevos proyectos para el 2015.
Pero también es
hora de retomar los sueños, esos que vamos postergando, a pesar de anhelarlos
por tanto tiempo. Los colocamos en armarios de madera, con vidrios opacos y
puertas cerradas con llaves perdidas o defectuosas y nos olvidamos de que
existen, pero siguen ahí, vigentes, latentes en nuestro corazón, tocándonos las
puertas del alma, pidiendo un poco de agua, están deshidratados y nos piden que
los remojemos, pues se están resecando y envejeciendo, saben que todavía los
deseamos y quieren recobrar su juventud
aterciopelada y su encanto seductor, se saben nuestra ilusión.
Este año haz un
alto, olvida un poco las peticiones externas, siempre nos acaparan y no nos
dejan tiempo para atender las peticiones internas de nuestro ser, no aplaces
tus sueños más anhelados, estos son los que verdaderamente nos satisfacen y
proporcionan una vida plena, con sentido. A pesar de la indiferencia ellos no
se irán, sufrirán deshidratación y envejecerán, pero solo morirán contigo, son
fieles y duraderos a pesar del aparente olvido. Llegó el tiempo de llevarlos a
un Spa, se lo merecen.
Comienza este
nuevo año poniendo en remojo esos sueños tan arraigados e importantes para ti,
dándoles una terapia intensiva con el agua más poderosa que existe, “el
agradecimiento”, por perdurar. Luego báñalos con una buena dosis de “intención
y decisión”, empápalos bien para hidratarlos totalmente, frótalos y aplícale un
masaje excelente llamado “acción”,
enjuágalos con mucha “perseverancia” y sécalos suavemente con “amor”, y
por ultimo con una sutil caricia, úntale una loción esencial llamada “triunfo”.
A partir de su realización conocerás el día más placentero, el amor más
duradero y la vida más plena, llena de verdadera satisfacción.
Cuando nos
conectamos con nuestro interior, armonizamos con él y lo mimamos, sin
importarnos mucho lo externo, pero por alguna razón que conocemos aunque no
sepamos explicar, cuando lo hacemos nuestro exterior también se sintoniza y
armoniza con nuestro interior, con nosotros, con lo que realmente somos y
queremos, florece nuestra humanidad en todos sus aspectos y nos sentimos
totalmente realizados y gozosos, es por eso que debemos empezar siempre por
complacer nuestro interior, y mantener nuestros sueños bien humectados.
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente.
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