El vocablo
aceptar encierra en su significado diferentes puntos de vista, quiere decir,
entre otras cosas: recibir, aprobar, admitir y permitir, pero si lo sopesamos
bien, estos diferentes vocablos que se consideran ser sus sinónimos, al
conjugarse todos son los que realmente constituyen el significado completo de
esta palabra.
Si de hecho
aceptamos algo, nos estamos comprometiendo primeramente a admitirlo, en segundo
lugar lo aprobamos, en tercer lugar lo permitimos y en cuarto lugar estamos en
capacidad de recibirlo. Ya sea que se trate de una ideología, de un trabajo, una
relación, un proyecto de vida etc., cualquier cosa que aceptemos implicará un
compromiso, pero lamentablemente huimos siempre o casi siempre del compromiso
mayor, que es el que implica nuestra propia aceptación y la aceptación de
nuestro prójimo.
Uno de los
mayores problemas del ser humano es la falta de auto aceptación, siempre
preferimos parecernos o ser otros, tener lo que tienen otros y hacer lo que
hacen otros, exhibiendo un alto grado de inconformidad con nosotros mismos y recelo
hacia los demás, pero este comportamiento más que baja autoestima y envidia, es
un recurso mediocre para no enfrentar el gran compromiso de aceptarnos tal como
somos, nos justificarnos y buscamos siempre victimas sobre las cuales echar
nuestra falta de autenticidad y aceptación eludiendo responsabilidades.
“El éxito más grande es la aceptación de uno mismo” (Ben Sweet)
Mayormente nos enjuiciamos
y no nos aceptamos como somos y como castigo nos reinventamos según el caso, y por
la misma razón tampoco aceptamos a los demás como son y los juzgamos y
sentenciamos a nuestra hoguera mental, actuando como hipócritas deshonestos.
El problema está
en que todos sin excepciones tenemos virtudes y defectos, y si cada quien se
acepta como es, tiene que admitir, aprobar, permitir y recibir además de sus
virtudes, también sus defectos, pero por el hecho de enjuiciarnos tanto, estos últimos
nos resultan inadmisibles y terminamos negándolos y evadiendo con ello nuestra cuota
de responsabilidad por ellos, lo cual hace decrecer también nuestras virtudes para
mantenernos en equilibrio, de esa forma nos reinventamos diferentes a como
somos, y por esa misma manera engañosa de vernos, también vemos a los demás desde
nuestra óptica engañosa y los sobre valoramos o condenamos, atribuyéndoles virtudes
o defectos que quizás no tengan ellos, si no nosotros.
“A menos que
acepte mis defectos, es seguro que dudaré de mis virtudes” (Hugh Prather)
La aceptación va de la mano con el compromiso y la responsabilidad.
Debemos asumir el compromiso
y la responsabilidad de aceptarnos como somos, así podremos mostrarnos ante los
demás como en realidad somos y por ende podremos ver a los demás como en
realidad son, ya que la sinceridad aclara la mente y la vista, pero sobre todo establece
la comunicación de corazón a corazón.
Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2015/03/07/correo-los-lectores
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