martes, 28 de noviembre de 2017

Lo evidentemente necesario

Quiero aprovechar la ocasión que se aproxima, las fiestas navideñas, y también la inspiración que me llegó al hacer un comentario a una compañera bloguera, Ziotza Moya.

A raíz de su cierre temporal del blog, y de hacer dicho comentario, surgió desde mi interior, esta reflexión que hoy deseo dejarles, ya que precisamente en estos días venideros, hacemos un receso para pasarlo en familia y despedir el año agradecidos por lo que nos proporcionó, y recibir el que se aproxima con buenas expectativas de bienestar general. 

En la vida todo es ir y venir, entrar y salir, dar y recibir, caminar y parar, agarrar y soltar..., en definitiva, fluir. Nacer y renacer, pero jamás desfallecer.

Mayormente oímos decir que echamos raíces o simientes, y que dejamos huellas claras e imborrables de nuestro paso por la vida, de nuestra existencia. Pero también se dice que echamos alas y volamos a otros cielos, otros lugares y otros mundos, a otros planos de la existencia, porque eso si, nunca dejaremos de existir.


Precisamente de eso se trató el comentario, de que llegada la hora en que nos veamos en la necesidad de desplegar las alas y volar hacia otros horizontes, nada ni nadie nos puede detener. Y si fuera el caso contrario, que lo que ameritamos es cerrar las alas y dejarlas descansar, nada ni nadie nos puede negar ese derecho. 

Y esta temporada de fin de año, es ideal para tomar cualquiera de estas dos decisiones, la que estemos ameritando, ya que el resto del tiempo lo pasamos engrosando nuestras alas y practicando. Llegada la hora de descansar o de hacer un largo vuelo hacia otros cielos, no debemos dejarla pasar, para seguir en lo mismo.

También comentaba, que los atajos son muy tentadores, pero no siempre convenientes, y que la forma en que avanzamos, va a depender de la forma en que viajamos. Porque indiscutiblemente, es mejor hacer paradas breves, que colapsar y tener que recuperarnos por un tiempo mayor. 

De un tiempo a esta parte vamos por la vida con demasiadas prisas, haciendo demasiadas cosas a la vez y disfrutando muy poco de lo que hacemos, ya que lo hacemos de manera inconsciente, más bien en franca competición. 
Nos hemos vuelto como esos atletas cuya única motivación es llevarse el oro, ser el número uno, sin importar a que precio. 
Dejaron de sentir con alegría cada respiración, de entrar en éxtasis en cada palpitación que les permitía disfrutar de lo que hacían y más amaban, para entrar en pánico por cada error, cada lesión, cada derrota, cada frustración.


La esfera de alegría y paz en que vivíamos, pasó a ser un infernal acelerador de partículas, y si no nos detenemos, o al menos nos desaceleramos, nos convertiremos en quien sabe que horripilante especie. 

Ya pocas cosas nos sorprenden, a casi todo decimos que si, la permisividad pasó a ser el nuevo mantra mundial, el OHM que nos conecta con el todo, ese todo tan superficial, que aunque nos asqueaba y costó tanto asimilar, hoy nos cuesta mas aun, abandonar y soltar. En lugar de quitarnos las etiquetas, nos colgamos más. 

Reflexionemos un poco sobre nuestras vidas, pensemos en el grado de infelicidad que nos rodea y en el que vivimos. Hay que cerrar las alas y descansar, para renovar el vuelo con alegría, plenos de ilusión y pasión por el verdadero gozo interior, no ese gozo aparente de querer ser el mejor, si no el simple gozo de ser feliz con lo que tengo y lo que Soy, sin hacer comparaciones, sin envidias, sin competir. 


Enciérrate por unos días con tu yo interior, has silencio, hurga con calma en las prisas cotidianas. ¿De veras son necesarias? mírate frente al espejo, sonríe y pregúntate si te gusta lo que ves, si estas feliz, si sonríes de verdad, con alegría, o es solo una mueca engañosa, queriendo esconder y disfrazar tu amargura, tu infelicidad.

Has un alto, serénate y permanece quieto en un lugar, o emprende el vuelo lejos, donde te puedas encontrar y volver a plasmar en tus labios esa bella e inconfundible sonrisa de felicidad.

Dedicado a mis amigos y lectores de este ciber espacio. 

Para todos ustedes van mis mejores deseos de salud, armonía, gozo y confraternidad en estas fiestas de navidad.

Y que el 2018 sea un año pleno de alegría, amor y bienestar.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periodico El Caribe:
https://issuu.com/elcaribe/docs/periodico20171205

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