Desde que ganaste tu primera carrera siendo un minúsculo espermatozoide, te declaraste ganador.
Uno de los mayores lineamientos de la humanidad es que estamos divididos en dos grandes grupos, ganadores y perdedores, de ahí que el mundo se haya vuelto tan competitivo hoy día y se pierda hasta la vida por quedar en el primer grupo. Pero en la rueda de la vida, se gana o se aprende, nunca se pierde. No hay forma de perder aun pierdas la vida, pues si esto te ocurre, eres una vida potencial a la espera de tu próxima encarnación y con las mejores posibilidades de ser exitoso.
¿Cuántas veces creíste perder y luego al dar la vuelta la rueda, te diste cuenta de que eras más ágil, experto y sabio? ¿De dónde piensas que te vino esa destreza o sapiencia? ¿De la escuela, el hogar o algún consejo recibido?
No mis queridos lectores, en esos lugares y mediante las personas, solo adquirimos conocimientos, pero el conocimiento no se aprende, solo se almacena en algún lugar del cerebro, en la memoria cognitiva; se envasa, etiqueta, registra y almacena al igual que cualquier producto alimenticio del mercado a la espera de ser necesitado y usado. Nadie aprende en cabeza ajena, solo obtenemos pinceladas teóricas y abstractas en el lienzo en blanco que es la vida.
Esa sabiduría que poseemos vino de la experiencia, es el resultado de supuestas derrotas de esta o de otras vidas, las cuales nos hicieron aprender, ser más cautelosos (arriesgados o conservadores según lo amerite el caso), en fin, ser más despiertos. Fíjense que no dije más inteligentes, la inteligencia es necesaria para registrar y almacenar los conocimientos (que son energía estática) y usarlos cuando sea debido, la sabiduría (que es energía cinética) va de la mano con la propia experiencia sensorial y extrasensorial, y para recordar la sabiduría aprendida, solo hay que ser sagaces e intuitivos y permanecer despiertos, ya que la tenemos que usar casi todo el tiempo.
Los conocimientos son como esas letras de tu canción favorita, a fuerza de repetirlas, las registras y dices de memoria y casi nunca te equivocas, pero no las escribiste tú, son prestadas y son más de lo mismo.
La sabiduría son esos poemas que nacieron de ti, los escribiste tú, aunque a veces no recuerdes exactamente donde va cada palabra, forman parte de tu esencia y te dicen cosas que nadie más te podrá decir.
¿Quieren saber cómo andamos de despabilados y como es que aprendemos en carne propia? Pues es muy simple; Imagina que entras en una oficina que por defecto de construcción tiene el dintel más bajo de lo normal, al entrar, a menos que te adviertan o seas de baja estatura, es muy probable que te des un golpe en la cabeza y con suerte sigas en pie, el dolor te durará un par de días si no pasó de ahí.
Ahora imagina que en un tiempo no muy largo, vuelves a visitar esa oficina, ¿Crees que volverás a recibir otro golpe en la cabeza?, bueno si ocurre es porque ya eres un caso perdido, pero si eres una persona promedio no te volverás a golpear, así se aprende.
Ahora bien, si al entrar la primera vez fuiste advertido y no llegaste a golpearte, puede que registres la altura del dintel en el cerebro, pero como no tendrás ningún recuerdo desagradable, será un recuerdo dormido y habrá que volverte a advertir, o de lo contrario, te golpearás, nadie aprende en cabeza ajena.
Parafraseando a Confucio lo diría así: Me lo dijeron, lo olvidé; lo viví, lo aprendí. Esa es la gran diferencia entre saber (aprender), y conocer (almacenar), entre moverse y estar en reposo.
También, existe la posibilidad de que seas una persona observadora, de esas muy escasas que andan por la vida atentas a todo lo que gira y ocurre a su alrededor, personas que son parte del paisaje, se integran y viven en él, personas despiertas, no que se meten con un papel protagónico dentro del paisaje o del entorno por un par de horas y solo lo usan y lo perciben con visión borrosa. Siendo así, ni habrá necesidad de advertirte, ni te golpearás la cabeza.
Los únicos perdedores son aquellos que no aprovechan ni los conocimientos ni el aprendizaje para desarrollar su verdadero potencial y fluir con la vida, los totalmente dormidos, que van a diario a la oficina antes mencionada y todos los días se dan un golpe en la cabeza... No se rían, que de seguro los hay, toda regla tiene su excepción.
De ganadores está repleto el mundo, y no sé a qué se deba, pero últimamente, una gran mayoría, está apostando a perder.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
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