lunes, 2 de junio de 2014

Sonriele a la vida

Si pones cara dura y de perro, intimidas, si pones cara alegre y sonriente, convidas (Harolina)
Años atrás, a la hora de educar a las féminas, una de las cátedras acostumbradas por las madres era: “No basta ser seria, también hay que aparentarlo”. Si te reías mucho te catalogaban de sinvergüenza o poco seria y por consiguiente la risa no era vista con buenos ojos, pues se asociaba con lo contrario de la seriedad, así que se nos permitía poco reír a carcajadas, había que ser muy moderada con la risa, y  sonreír solo cuando fuere necesario y nunca a un extraño, como decimos en nuestro país, “Andar con cara de machete o de estreñida”.

Estas reglas, que eran muy estrictas por cierto, se pusieron en práctica en épocas más sanas que hoy día, nos decían que eran por nuestro bien, para inspirar respeto, especialmente de parte de los hombres. Actualmente han perdido credibilidad y todos o la gran mayoría sabemos que la risa no determina tu condición moral y que una sonrisa es el mejor regalo que podemos dar a cualquier persona, contagiando alegría con un rostro relajado y sonriente.

A las generaciones anteriores nos ha costado mucho hacer la reprogramación, pero los resultados obtenidos con esta práctica, nos incentivan a seguir rompiendo antiguos esquemas, basados en teorías filosóficas, psicológicas y culturales, que incentivaban la discriminación de género, y aunque todavía nos quedan muchas cosas por lograr, al menos, ya no necesitamos reprimir nuestro deseo de sonreír y reír a carcajadas donde quiera y con quien fuere, ojala y todos los seres humanos lo hiciéramos más a menudo, de seguro que las futuras generaciones nos lo agradecerán.    

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

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