martes, 31 de enero de 2017

Todo está vivo

Nada puede estar muerto, ya que todo está contenido dentro de la vida. Todo está vivo y felizmente respirando al compás del universo infinito. Incluso dentro de las cosas aparentemente muertas y putrefactas se produce y hay vida. Los cadáveres generan gusanos, la vida nunca termina, simplemente se transforma en otra forma de vida.

El universo está vivo y todo lo que está contenido en él también lo está, ya que existe. No pueden existir células totalmente muertas dentro de las vivas, pueden aparentar inertes mientras completan su transformación, pero es seguro que hay vida en su interior.

A esta imagen le llamarían un paisaje vivo y otro muerto, pero si existe es porque está vivo y respira, por lo tanto no está muerto, nada lo está totalmente.

¿Creen que el cabello y las uñas son tejido muerto porque aparentemente no sienten ni padecen al cortarlos? Es un hecho que no duelen, pero si fueran tejidos totalmente muerto no crecieran. 

¿Creen que el árbol que no parece sentir dolor al cortarlo, está muerto por el hecho de no tener ningún tipo de reacción inmediata aparente? 

¿Creen que el agua está muerta porque no seamos capaces de sentir toda la vida que posee? ¿Saben la cantidad de vida que guarda una gota o un sorbo de agua en su interior? ¿Alguna vez han sentido lo viva que está el agua? ¿Por qué creen que es tan energizante? Simplemente porque es pura vida.

¿Creen que las rocas y montañas no respiran? ¿Que están muertas por permanecer inertes en apariencia? ¿Tienen idea de la enorme actividad vital que hay en ellas? ¿A qué creen que se deben en realidad los sismos?
  
Pasividad, inercia o ausencia externa de vida, no significan muerte. La descomposición de un cadáver, un proceso biológico y químico que se deriva de la aparente muerte, pero es una muestra fehaciente de que nada muere, de que la vida solo se transforma, de que es eterna.

Les comparto un extracto tomado del siguiente enlace que habla del tema:

“El proceso de descomposición de un cuerpo es uno de los mecanismos biológicos más comunes, naturales y de hecho, más lleno de vida que existe. La descomposición es un proceso químico y biológico natural, sumamente necesario para el funcionamiento y desarrollo de la vida de cualquier bioma. Este proceso fue objeto de estudio para las ciencias a lo largo de la historia y hoy existe una rama de la ciencia que se encarga de estudiar el mismo en profundidad: la Tafonomía. El cuerpo, el organismo y sus sustancias, sufren un proceso de deterioro, como resultado una serie de cambios de diversa índole, hasta que finalmente se desintegra. En el proceso participan todo tipo de factores, tanto climáticos como físicos y químicos, de origen interno y externo, que ayudan a acelerar el proceso. Todo termina por descomponerse para transformarse en un nuevo estado de la materia, la cual se recicla y pasa a nutrir el medio, que luego dará lugar a nuevas formas de vida. En pocas palabras, mientras que un cadáver se desintegra se llena de toda clase de sucesos repletos de vida”

Fin de la cita

Como pueden ver amigos lectores, todo está vivo, se cree que la vida conlleva muerte pero la aparente muerte es lo que más vida genera. Esta realidad debería ayudarnos y bastarnos para cambiar nuestra perspectiva y actitud derrotista ante la muerte. Esa aparente muerte es solo un reposo, es el comienzo de una nueva forma de vida. 

Es tiempo de dejar de lamentarnos y sufrir tanto por causa de la muerte. Si bien es cierto que el hecho de ya no tener materialmente a nuestros seres queridos de la misma forma en que los conocimos, no es menos cierto que permanecen a nuestro lado de manera más cercana después de su “muerte”. 

¿Se han preguntado por qué será? Si, si, si, ya sé que me dirán que es porque los seguimos amando igual y los llevamos por siempre en nuestros corazones..., eso es solo una parte de esa realidad, la verdadera razón es porque tenemos vida eterna.


El título del libro “Vida después de la vida”, de Raymond A. Moody, bien le queda como anillo al dedo al tema que abordo (solo el titulo, el contexto no se refiere a este enfoque al que hago alusión en mi escrito), ya que no utiliza la palabra muerte en su titulo, si no que enfoca vida tras la vida y es el enfoque correcto, ya que siempre habrá vida, todo está vivo y nada en realidad muere, ni el cuerpo ni el espíritu, solo acatan ambos otra forma de vida.

Así es que eviten preocuparse, ya sea por enfermar, por envejecer o por la aparente muerte..., es la vida transformándose. Simple y sencillamente ocúpense de vivir, de vivir y de vivir, porque es lo único que vamos a experimentar, la vida, una tras otra, transmutándose, transformándose, cambiando de apariencia, de composición, de propósito…, pero conservando en su interior la semilla que la genera, que es su naturaleza intrínseca, su esencia, el maravilloso poder divino que produce el milagro de la vida eterna.


A cada paso que des, siente la vida a tu alrededor, agradécela, respétala y hónrala, es una extensión de ti, de tu vida y de la eternidad, y la mejor manera de hacerlo es viviéndola intensamente, sin miedos o preocupaciones vanas, de todas formas vamos a vivir, por más que creamos que vamos a morir, no será así, viviremos por siempre. 

Aunque entremos y salgamos como lo hacemos en nuestras casas, aunque hagamos una pausa, como lo hace el gusano antes de convertirse en mariposa, como lo hace el cadáver antes de transformarse en otra cosa, como lo hace el agua que se evapora antes de regresar convertida en lluvia, como lo hace la tormenta antes de volver a convertirse en calma, como lo hace… 

Como lo hace la vida, para transformarse en nueva vida


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

lunes, 23 de enero de 2017

Mi verdadero mundo

Una de las cosas que más nos trastornan el día y la vida son las noticias actuales. Los noticieros y las redes informáticas se han encargado de cumplir lo que un grupo de individuos al parecer desea por encima de todo, que nuestra vida y nuestro mundo apeste, y nos resulte odioso y repulsivo, pero a la vez muy adictivo. 

Desde que el mundo es mundo, unos atacan y otros se defienden, unos odian y otros cuestionan el amor, unos viven y otros mueren o sobreviven en la mayor de las angustias, pero de un tiempo a esta parte, el esmero en hacernos la vida insufrible da mucho que pensar, y lo más sano es mantenerse fuera de esas aguas putrefactas y fabricarnos un mundo diferente al que nos venden a diario.

¿Cómo? Prestándole oídos sordos y el mínimo de atención. Haciéndonos inmunes e indiferentes a toda esa provocación y contaminación energética.

Como creadores que somos de nuestra realidad, ya es hora de dejarnos arropar por las fantasías ajenas y de vivir en el mundo de los otros, con los intereses y los engaños de los otros. 
Es hora de crearnos nuestro propio mundo, uno libre de temor, donde no tengan cabida la rabia, la amargura y el desamor, un mundo a nuestra medida. 
Por eso les aseguro que este mundo en el que la mayoría vive en zozobra y lleno de pánico existencial, ha dejado de ser mi mundo, no vivo ni existo en él, nada de eso es mi creación, por lo tanto no es parte de mí, no es mi mundo. ¡Ya basta de colaborar y trabajar para el bando equivocado!


En mi mundo caben muchas cosas, y cada día que pasa trato más de que la mayoría sean positivas y tengan buenas vibras: las alegrías, los sueños, las ilusiones, la empatía, el amor… Pero a la hora de convivir bombardeada con patrones enfermizos de ambición desmedida e insana, y de aceptar una vida de violencia como el mar que baña todas las riveras, mi mundo se convierte en un mundo de ciegos y sordos que no le dan importancia a lo que se percibe o a lo que se dice, simplemente porque no lo pueden ver ni oír, así que no existen, y el grado de estos efectos dañinos es ínfimo o nulo en mi mundo. 


Mi mundo está poblado de personas sabias que se valoran y saben valorar, de autenticidades, de honradez, de valores y pensadores coherentes, de amor… No interesan mucho los hallazgos o descubrimientos de la ciencia (ya que todo lo que es, ya fue), no le damos crédito a las mentiras y manipulaciones, nos alejamos de las noticias negativas y chismes de farándula, nada de eso tiene cabida, es un mundo sencillo y simple, sin lujos ni frivolidades, donde se vive el día a día centrado en el propio Ser, pero interesados en el bienestar común. Permanecemos interconectados directamente con la Consciencia Universal y con el aprendizaje de la vida colectiva, apoyando y ayudando a los demás, siendo Uno y a la vez un millón de Seres. 
Es un mundo de seres y personas libres y conscientes de su libertad, de la responsabilidad que conlleva vivirla plenamente, y del valor de esta para nuestro desarrollo emocional y espiritual. Un mundo que siendo material, trata de trascender la materia y mantenerse incorruptible.


He decidido no formar parte del mundo actual que todos conocen, me he dado de baja y me he ido más allá, a crear mi propio mundo, uno muy diferente al de todos. 
No me interesa más vivir en un mundo donde nos preocupamos mas por el morbo de lo inmoral, banal y profano, y nos sentimos atraídos a fomentar los actos de violencia, inmoralidad y maltrato, que las buenas obras y los actos de honradez, donde le damos más importancia a las noticias internacionales que a la vida del vecino y hasta de los familiares, donde nos jactamos de ser solidarios con los niños de Siria, de África…, pero menospreciamos al hijo del país vecino o al huérfano andrajoso que vive en nuestras calles. En un mundo donde es más fácil aparentar que ser, chatear que conversar cara a cara, maldecir que bendecir, pelear que perdonar, odiar que amar…



No me interesa ya estar en este mundo, ya he conocido las emociones negativas y he aprendido a valorar las positivas, por eso me he fabricado uno temporal, lo estoy llenando de amor, purificando y oxigenando con árboles repletos de gozo y con ríos de alegrías. Sin puertas ni ventanas, sin muros ni techos, solo con montañas, abierto al cielo y a todos, con ecos de risas y baños de ternura por doquier. Con sol, luna y estrellas como decoración y como único alimento la tierra y la lluvia. 
Quiero ofrecerlo como herencia “A quien pueda interesar” cuando me vaya definitivamente de forma material, cuando parta de este plano existencial a mi verdadero mundo.    

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

martes, 17 de enero de 2017

La montaña y yo.

Amables lectores, me place saludarles en este nuevo año que apenas inicia, y con la certeza de que este también será un buen año, quiero compartirles un poco de mi segunda experiencia en el Pico Duarte. Por si se perdieron la primera y desean leerlo, aquí les dejo estos dos enlaces del blog donde les cuento sobre ella: 
Expedicion al Pico Duarte
Ensenanzas del viaje al Pico Duarte


En esta ocasión se nos unió Viola Milagros, mi hija mayor. Seria pedirle demasiado al universo ir con la familia completa (mi esposo y mi hijo también), esa posibilidad no está en sus intereses de vida, así que para mí fue más que un privilegio compartir esta experiencia inolvidable con Viola y repetirla con Emilia Harolina, mi hija menor, pionera de estas aventuras de montaña en la familia.

Antes que nada, hago una mención y agradecimiento especial a Cristiam Zamora, un valioso joven colombiano (ya casi dominicano), que estuvo cuidando mis pasos y los de Viola, sirviendo de apoyo en los momentos cruciales, incluso exponiendo más de lo permisible su integridad física, bendiciones abundantes a su maravilloso Ser.

El primer día, entusiastas y alegres partimos a conquistar una aventura que prometía ser mas cautivante de lo esperado.


A decir verdad este día fue una prueba de fuego, subir La Sabrosa después de llevar unas horas de camino no me supo a mucho, pero luego subir El Rodeo, no tiene comparación, a partir de ahí supe que estaba físicamente mejor de lo que creía. Esa loma te maltrata, te saca el jugo y exprime el aliento, pero a la vez te fortalece y te sirve de terapia, te dices “Si pudiste con El Rodeo, puedes con todo”.


Así que caminar luego por el Filo de la Navaja y desde allí divisar el Pico Duarte y La Pelona en todo su esplendor me supo a gloria. 





Llegar al anochecer  a Las Guácaras, donde íbamos a pernoctar, fue llegar al paraíso. 

Resultó ser un lugar muy acogedor y con buen clima, nada de fríos extremos. Allí disfrutamos de un necesario y rico baño en las frías aguas del río, luego una suculenta comida junto al fuego.
Intercambiamos historias y admiramos el cielo estrellado, finalmente nos retiramos a descansar y dormir.

El segundo día, nos levantamos temprano agradecidos de la noche reparadora, desayunamos y emprendimos el camino hacia el valle de Bao, nuestra próxima meta.

Ese día todavía bajo los efectos físicos del Rodeo el cuerpo se sintió, fue dura y larga la caminata, subimos y bajamos, cruzamos varios ríos, volvimos a subir y a bajar…

 
A pesar de eso, llegamos temprano al hermoso valle de Bao, donde pasaríamos la noche. Cristiam fue un ángel para mí en la mayor parte de este trayecto.

La majestuosidad de La Pelona que se ve desde el valle de Bao bien al fondo, como algo inalcanzable, te hace dudar si lo lograrás, y a la vez te dice que muchos lo han logrado y te invita a prepararte mentalmente para subir a su encuentro. El río Bao de aguas heladas nos permitió reponernos y sentirnos mejor después de un rápido baño.




El atardecer fue inmejorable, dejándonos ver un área dorada aún por el sol en medio de la niebla.






La noche fría y hermosa, con un cielo pletórico de estrellas no tuvo desperdicios.




El tercer día nos levantamos temprano, esta vez además del Pico, escalaríamos también La Pelona, la segunda montaña más alta del país y el Caribe, con apenas una diferencia de 2 metros del Pico Duarte.



Amanecer en Bao, con niebla y La Pelona de fondo mientras tomamos un delicioso chocolate.


Parte del grupo y el grupo completo antes de partir hacia La Pelona.



Caminamos un largo trayecto hacia La Hamaca, para luego escalar La Pelona.





La Pelona en la lejanía es imponente, majestuosa, intimidante. En la cercanía, la aprecias con menos temor, pero con el mismo respeto y admiración, tiene un alto grado de dificultad por lo largo y accidentado del trayecto, con una gran cantidad de piedras y enormes rocas en su paso, además de los famosos pajones de hierba.



La escalamos juntos y despacio, algo que definitivamente agradecí en el alma, ya que para mí fue el mayor reto. Les cuento que creí que me iba a desmayar al llegar a la cima, en ella se aprecia una roca volcánica gigantesca y agrietada.




Joel, un ágil joven que hizo de fotógrafo oficial, posando en la cima de La Pelona.








Viola y Emilia posando en La Pelona.





Gracias a la estrategia de subirla a pasos cortos y a menor velocidad, y al apoyo de Andy, Emilia, Tony, Cristiam… y muy especialmente a la fortaleza divina, lo logré, pero no tuve el tiempo suficiente para reponerme y apreciar la vista en todo su entorno.



Me tomó unos cuantos minutos reponer el ánimo, apenas me dio tiempo para esta fotografía con Viola en la cima, ya que no podíamos demorar el descenso, todavía nos esperaba el Pico.





Duramos algo más de dos horas para subir La Pelona y menos de una para bajarla, rumbo al valle de Lilís. Allí merendamos para luego subir al Pico.



Viola y yo antes de escalar el Pico Duarte, subirlo fue menos demandante, el camino resultó tedioso y largo más que agotador.


           

Emilia apoyando a Viola en la cima y luego las tres, en un momento único y quizás irrepetible  

Fue muy emotivo, al menos para Viola y para mí, ya que se sintió bien llegar a la cima y caminar todo el trayecto durante esos tres días con nuestros propios pies, y saber toda la energía y esfuerzo que nos costó. Hacer todo el trayecto a pie, sin lugar a dudas hace que lo valoras más.

En parte me sentí como si fuera mi primera vez y me contagiaron las lágrimas de Viola, que se hallaba sometida a tantas emociones encontradas, con una mezcla rara de miedos enfrentados y vencidos (ella le teme a las alturas entre otras cosas), de certezas confirmadas (comprobó que cuando se quiere, se puede), y una tímida y nerviosa felicidad por alcanzar la meta sin desmoronarse, todo eso sumado a un deseo indescriptible de dejarlo todo atrás y huir del lugar, para no tener que seguir enfrentando temores y terminar aceptando que somos víctimas y prisioneros del miedo y de nuestras absurdas limitaciones.


El grupo reunido en el Pico, preparado para entonar el Himno Nacional.

Regresamos al valle de Lilís ya que pasaríamos la noche allí, desde donde puedes divisar mejor La Pelona y el Pico, incluso la Bandera Nacional en la cima, siempre y cuando no haya neblina. 


Quizás sea el lugar más frio de todos los campamentos, dicen que el frío de Lilís en las noches es matador, no hay río cerca por lo que tampoco hay posibilidades de darse un baño reparador, aunque muchos dicen que de haberlo sería imposible bañarse en el por el frío extremo, se duerme poco allí, pero sin dudas es el campamento más grande y amplio con área de baños bien espaciosa y equipada, solo le falta lo principal, el agua. 



El canto de estas aves llamadas Cao, familias de los cuervos, nos acompañó en gran parte del trayecto, comen pan y otros alimentos.




Ya tarde, en el silencio de la noche, afuera soplaba el viento como un mar embravecido y dentro se escuchaban los quejidos por el frío.

El cuarto día salimos temprano rumbo al valle del Tetero, donde descansaríamos esa noche y el día siguiente completo. El agotamiento físico ha dejado huellas en mi cuerpo, pero a pesar de eso saco fortaleza para seguir y lograr otro día sin ayuda de las mulas.


Nos encaminamos hacia La Compartición, punto obligado de las rutas más transitadas y el campamento más conocido por la hospitalidad que ofrece (caseta grande, agua, baños, área de fogata, cocina, clima aceptable y su proximidad al Pico).




Aquí posando las tres en el área de La Compartición.






Fue la ruta menos exigente, a pesar de las subidas y bajadas, era el terreno menos empinado de todos.
Subir la famosa “Velita” donde nos combatió bastante el sol, fue el trayecto mas agotador, también la subimos muy juntos y despacio. Agradezco sobre manera la ayuda y las instrucciones y motivación recibida de Tony en este trayecto.

Bajar luego el “Arrepentimiento”, definitivamente es todo un reto, pero créanme si les digo que es mejor que subirlo, como me tocó el año pasado y me vi en la necesidad de terminar de subirlo en mula.



Después de varias subidas y bajadas llegamos al cruce de La Laguna y a partir de ahí fue más bien de bajada y alguna que otra subida rumbo al valle del Tetero. 




Llegamos a Tetero con lo claro del día y acampamos en medio del valle y próximo al río, donde nos bañamos antes de caer la noche, el agua es sumamente fría. 







Cayó la tarde y pasamos la noche allí.








Los jóvenes aprovecharon para jugar y divertirse un poco y acostarse más tarde, ya que pasaríamos el día siguiente también allí.





El quinto día lo tomamos de descanso. Fue un día grato, de compartir y descansar, se pasó entre conversaciones, visitar la caseta del Tetero, el balneario La Ballena, piedras con inscripciones indígenas…



Ya en el campamento entre salones de belleza, masajes y terapias, comida, risas y juegos (twister y vitilla), nos llegó el atardecer, en franca comunión del grupo. 




La noche junto al fuego tomó su matiz de historias inolvidables, testimonios que se quedaron grabados para la posteridad bajo un hermoso cielo.




El sexto día en la madrugada, pude apreciar en soledad el cielo plagado de estrellas en medio del silencio, el frío y la oscuridad de la noche, un momento divino. 

Al amanecer salimos temprano a emprender el camino de regreso al hogar. 




Dejamos el valle del Tetero sonrientes, alegres y regocijados. 






Llevábamos la satisfacción de la meta lograda y algo más, sumado al anhelo de volver a casa junto a nuestros familiares. 





Luego de los ejercicios de calentamiento bajo la dirección de Tony, subimos para dejar atrás el valle con la emoción del primer día y la gratitud del último, rumbo al cruce de La Laguna. 



Nos cruzamos con otros grupos que iniciaban la travesía rumbo al Pico y al valle del Tetero, les deseamos suerte.




A partir del cruce de La Laguna nuestro camino fue prácticamente de bajada, hacia Los Tablones y luego hacia La Ciénaga de Manabao en Jarabacoa. 





El famoso ¡Llegandoooooo
Se hizo realidad, eso parece decir la Dra. Licelot, una veterana piquera.









Por fin llegamos y tomamos los autobuses que ya nos esperaban para llevarnos de vuelta a la capital, al hogar, dulce hogar, ¿Verdad Emilia? 








De vuelta a la “civilización”, rebosantes de alegría en un parador del camino.







Posando con dos ángeles custodios, Cristiam y Tony








SINTETIZANDO

Les cuento que a pesar del esfuerzo físico, me gocé estos días y en esta oportunidad tuve la dicha de hacer toda la travesía a pie, esa era mi meta, no tener que auxiliarme de las mulas. Aunque les confieso que por momentos estuve a punto de romper mi compromiso y hacerlo, ya que fueron días agotadores de largas, extenuantes y de intensas caminatas, tanto de subidas como de bajadas, pero definitivamente prefiero estas últimas, las subidas son mi mayor reto y me desgatan demasiado por la falta de oxigeno y no saber manejar mejor la respiración en esas alturas.
Pero pese a todo, el goce es indescriptible, se la pasa bien y se disfrutan estos inolvidables momentos entre la naturaleza y los compañeros piqueros.


Para mí fueron seis bellos e intensos días, duros, largos y maravillosos, inolvidables y muy hermosos. Caminábamos la mayor parte del día. Compartimos hermosos paisajes, baños en ríos de aguas frías y cristalinas que nos devolvían a la vida, sueños, cuentos, comida, frio, risas y alegrías, gestos de solidaridad y una que otra queja, lesión y cansancio, pero nunca desmayamos, el apoyo fue colectivo y la hermandad y solidaridad se hizo presente siempre en este grandioso grupo de 48 personas jóvenes y algunos menos jóvenes como yo, pero con un espíritu rebosante de energía y ganas de explorar y sentir otras vivencias gratificantes, que a pesar de ser tan físicas, esconden una magia espiritual inexplicable, solo se entiende al vivirla.

He vuelto al Pico Duarte a devolverle lo que me traje el año pasado y le pertenece, lo he dejado allá, he cerrado otro ciclo, otro capítulo de mi vida. 

He conocido a otras personas, otros valles, escalado otra majestuosa montaña (La Pelona) y otras lomas como La Sabrosa y el Rodeo, y he regresado sana y salva, agradecida y fortalecida en cuerpo y alma, crecida en sabiduría, en valores, en esperanzas, con la certeza de que somos fuertes y poderosos, invencibles, de que la unión nos hace más fuertes y de que las vicisitudes nos forjan el carácter. Consciente y agradecida de lo que poseo y de lo que puedo llegar a alcanzar si me lo propongo. 


He vivido una experiencia inolvidable, a mis 57 años es más que un reto, es un privilegio, a pesar de mis supuestos quebrantos de salud lo he logrado, mis rodillas han respondido muy bien al igual que el resto del cuerpo. Del alma ni hablar, está más que satisfecha, renovada y agradecida del universo y la divinidad, que definitivamente se ha puesto nuevamente para mí, para hacer otro reto realidad.  

Gracias de corazón al Poder Supremo, al Universo y la fuente de poder divino que soy, a cada uno de los participantes, desde los guías y las mulas, los coordinadores Amín, Cornelio, Andy, Frandy (sin ellos no sería posible). A mis hijas (Viola que siempre estuvo pendiente de mí y Emilia que me ayudó en momentos extremos), a mi esposo Félix Disla y a mi hijo Félix por su comprensión y paciente espera en el hogar. A los compañeros de caminata como Cristiam (mi ángel guardián), Licelot, Felo, Arezo, Harold, Yantery, Tony, Jonathan, Danny, Argelia, Jeudy, Carlita, Irene, Rosmery, Colome, Pablo (que lleva una funda para ir recogiendo la basura que encuentra a su paso)… 
A TODOS, desde Amín (la voz oficial del grupo coordinador) hasta Nicole, la niña que formó parte del grupo dándonos muestras de valor y arrojo y convidándonos a dejar salir a nuestro niño interior. 


El grupo humano fue genial, cada uno dejó sus huellas imborrables en la tierra y en los corazones. Con cada paso vibramos con la tierra y cada vibración marcó un nuevo latido en el corazón, al unísono con la naturaleza. 

Algo cambió definitivamente en nuestras vidas, y los días llevarán siempre el aroma inolvidable de esos días vividos. Ya no veremos una montaña como lo hacíamos antes, como algo lejano e inalcanzable, a partir de esta travesía veremos nuestra silueta subiendo por cada trillo que divisemos desde lejos, con una vibrante palpitación en el corazón, que nos hará decir lo siguiente:
“Siempre Seremos Uno, La Montaña y Yo

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.