miércoles, 29 de agosto de 2018

Abriendo surcos y caminos

Vamos por la vida dando pasos pequeños y a veces pasos gigantes. Nos encontramos con trayectos cómodos y muy hermosos, y otras veces con trayectos intransitables e incómodos, inhóspitos, pero por alguna razón conocida, que percibimos desconocida, nos vemos en la obligación de transitarlos y forjarlos.

Sobre esos trayectos quiero hablarles hoy, esos que son todo un reto, que si no tenemos la fe y confianza plena en nuestra fortaleza interior, para suplir la fortaleza exterior, difícilmente seriamos capaces de empezar a caminarlos y explorarlos. 
En ellos se hace necesario caminar a ciegas, pero confiados en que cada paso que damos, nos permite avanzar por el sendero correcto, por muy extraño y agotador que nos parezca.

Alma Mia, Alberto Cortez

En la vida se hace inminentemente necesario e imprescindible, abrir surcos, como si estuviéramos arando la tierra a nuestro paso para dejar nuestra simiente, las huellas imborrables de nuestra existencia, que se convertirán en estelas de espuma o de humo, cuando solo seamos nuevamente espíritu, quizás a la espera de renacer en otro cuerpo...

Algunos nos destacaremos a nivel mundial, otros a nivel nacional, los mas a nivel familiar y del entorno, y los menos pasaran desapercibidos, pero lo indudable e indiscutible es que todos, sin excepción, vamos abriendo surcos y caminos, dejando huellas. 
Después, aun pasen muchos años, se hará evidente nuestro andar, a veces mas tarde que temprano, o como dice Antonio Machado: 
“Haciendo camino al andar”.




Un camino que a unos les servirá para plantar sobre este con firmeza sus huellas, sin necesidad de dudar, que a otros los dejara absorto, sumido en la duda o la certeza de que no lo podrán andar, que algunos menospreciaran y tomaran como algo loco o carente de sentido, y que a muchos les será indiferente. 

Pero cada camino es único, y cada persona que lo recorre también, por eso lo ve diferente a pesar de aparentar ser el mismo, definitivamente, eso lo hace único. 
Así como el rio es siempre diferente, pues nunca vuelve a pasar la misma agua por el, de esa misma manera cada camino es diferente; la tierra y las montañas, el rio y los arboles, el cielo, las nubes, las estrellas..., maduran y mutan, la vida cambia constantemente y el paisaje no es el mismo, por lo tanto, el camino cambia también a cada instante.

Precisamente es así como vamos abriendo surcos y plantando nuestra simiente, cada pensamiento es nuevo, cada acción es nueva, cada experiencia es nueva y cada retroalimentación también lo es. Los ojos y el alma se maravillan ante cada nuevo vibrar de la vida, que ante cada respiración se renueva y con ella la tierra, sus semillas y el hombre y su transitar por ella.  

La Vida, Alberto Cortez

Ve abriendo surcos por tierra, aire o mar, y deja que penetre toda tu energía y amor en ellos, que florezcan tus frutos, haz que resplandezca tu luz y marca la diferencia sin importar que otros lo vean mal, solo sigue tu guía interior y se tu mismo, es de la única manera que lograras tener éxito, ser auténticamente feliz y sentirte plenamente gozoso, sin que nada ni nadie te pueda arrebatar ese gozo interior, que es tu carta de presentación y tu mejor siembra, y que es el mejor símbolo de tu eternidad. 

Gracias Alberto Cortez, por abrir esos surcos, por este legado tan hermoso que hoy tomo prestado, que son parte de tu andar y una pequeña muestra de tu eternidad.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.

Esta entrada fue publicada en el periodico El Caribe:
https://www.elcaribe.com.do/2018/10/09/opiniones/correo-de-los-lectores/abriendo-surcos-y-caminos/ 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

viernes, 17 de agosto de 2018

Sabiduría intrínseca

Hace unos días llegó a mi mente una famosa frase que reza así: “El hombre propone, Dios dispone y el diablo lo descompone”. No conozco el origen de dicha frase y les cuento que tampoco lo investigué, pero en mi mente la acomodé de la siguiente manera: “El diablo propone, Dios lo compone y el hombre dispone”.
Bueno, me dirán que no lo ven muy lógico tal vez, pero a mi humilde entender, dicho de esta manera, tiene un significado mas acorde con el punto de vista que sostengo, de que la responsabilidad inmediata de cualquier actuación o decisión que tomamos, recae directamente sobre nosotros mismos, no sobre un ente invisible o inmaterial, o sobre cualquier otra persona.


No creo en dioses ni diablos, sino en algo poderoso y maravilloso que prevalece ante todo lo establecido, y que nos impulsa a crecer y evolucionar. Una fuerza interior que va transformando todo lo conocido y desconocido, para obtener una mayor cohesión entre todo lo que respira y compone la vida, y hace una hermosa danza de su fluir, armonizándolo todo, para poder mantener el perfecto equilibrio que crea y recrea la vida y su esencia eterna.

Es muy cómodo atribuirle a Dios o al diablo nuestros desatinos y errores, que son los reflejos directos de nuestros temores y nuestra falta de amor y de fe en el poder que somos y poseemos. 
La mayoría de las religiones, o todas, nos inclinan a delegar en su dios, a cargarlo con nuestros problemas, someternos a obediencia, y responsabilizar al demonio, o como le quieran llamar, de nuestra desobediencia y desdicha.


Para los que tienen la cultura de que existe un diablo o malignidad, siempre van a sentir esa semilla del mal instándolos a hacer cosas que les han enseñado que no está bien hacerlas, por lo tanto, es muy fácil que en primera instancia, el diablo proponga; ese querer experimentar cosas es muy humano.

Pero esa misma cultura, les enseñó que hay un Dios justiciero que todo lo ve, y castiga aquello que se considera el mal, entonces se les presenta la duda de no hacer aquello, es en ese instante donde Dios lo compone, y se crea la disyuntiva. 


Pero finalmente, la decisión siempre es nuestra, tenemos el libre albedrío para elegir, por eso digo que el hombre dispone

Y a eso, va muy estrechamente ligada la libertad, a dejar a un lado los susurros de los diablos y los dioses, y a tomar por convicción propia, nuestras decisiones, a disponer de nuestra vida a nuestro antojo, para algo nos pertenece.

La verdadera fuente de todo bien, es la sabiduría intrínseca, o sabiduría interior como le suelen llamar, esa que nos revela fuera de los susurros, que es lo que queremos y debemos hacer, y esa sabiduría, es la que nos da alas para volar alegre y gozosamente sin dudar.


Ese vuelo en confianza y libertad, es la esencia de lo que Somos, es el Espíritu, que se mantiene observando, y como ente pensante, sigue creando pensamientos, plasmando ideas, acumulando sabiduría..., fluyendo como parte integral de la Consciencia Universal, y esparciéndose como fractal de dicha Consciencia, en esta y en otras dimensiones.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

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