martes, 19 de junio de 2018

Sin saber cómo...

Cada día que vivimos es un regalo, una bendición, por muy mal que parezcan andar las cosas. Si nos detenemos a pensar, recordar y a vislumbrar el futuro, nos daríamos cuenta de que la vida es un tesoro maravilloso, cada cosa que habita en ella, que respira y se mueve en ella, que conforma y reforma su esencia, y que se desarrolla a través de ella, es una bendición.

Todas las cosas vivas, por muy insignificantes que sean, ayudan a sustentar el equilibrio universal, son parte de su entramado, de su energía tangible, de su eterno vibrar, su infinito fluir (nacer, morir y reinventarse), y de su inevitable transformación evolutiva, para dar origen a una nueva vida.


Esta afirmación me lleva a pensar en mi cuota en ese fluir, el porcentaje que aporto en dicho equilibrio, y me obliga a hacerme la siguiente pregunta: ¿Estoy cumpliendo a cabalidad mi rol? ¿Estoy siendo en realidad una bendición para sustentar la vida, al menos en el planeta?

Si lo vemos de manera objetiva, cada gota de agua es en sí una bendición, cada porción de terreno, cada nube y pedazo de cielo, cada rio, montaña, mar..., cada partícula de aire y cada ente viviente, es y debe de ser una bendición para la vida y su trascender. 

Aunque parezca improcedente y desacertado, la vida se nutre de cada átomo que existe, independientemente de su polaridad. Si bien es cierto que las fusiones aumentan el nivel energético, sin importar si aceleran o ralentizan el proceso de transformación, también es cierto que cada partícula tiene su propia finalidad en dicha fusión, por lo que algunas propiedades permanecen intactas, sin ser afectadas en su esencia. 


Dicho esto me atrevo a asegurar que pasa lo mismo con cada ser viviente, ya sea vegetal, mineral o animal, y muy en especial con los seres humanos. Cada apatía o desidia, tiene su contrapunto, su correspondiente dinamismo y eficiencia, por eso existe la diversidad. 
Cada cosa tiene su función específica y todas se mueven en la dirección correcta para mantener el equilibrio, aunque exista un caos aparente, aunque unos trabajen y otros no parezcan hacerlo, aunque unos recen y otros pequen, y aunque unos rían y otros lloren, todo está y seguirá un orden perfecta y divinamente establecido, que mantendrá el universo en completo equilibrio.

Así que retomando la pregunta formulada, me atrevería a decir, que cada uno en realidad está cumpliendo a cabalidad su rol, y está siendo una bendición para sustentar la vida, y aunque suene mal y desconcertante, cada uno es valioso en sí mismo, a pesar de los que hacen la guerra, los que matan por mero gusto, los que se complacen en hacer el mal, etc., todo es parte de la plataforma universal y de la evolución y la transformación de la vida, del nacer, morir y reinventarse, del equilibrio. 


Hoy puedo estar en el lado positivo, el de los supuestos buenos, y ayer pude estar en el lado contrario, en el negativo o el de los supuestos malos, y mañana, quien sabe donde estaré, nada es estático, somos meros exploradores y actores. 

Por eso debemos agradecer tanto el sol como la lluvia, tanto la noche como el día, tanto el amor como el desamor. Cada cosa a su tiempo y en su lugar, nada está fuera de control.

En definitiva, la única verdad es que estoy y estamos en el lugar correcto, sin etiquetas o apellidos, haciendo nuestro trabajo para que esto funcione como debe de ser, duélale a quien le duela..., siendo una bendición. 


Como dice Serrat, al inicio de esta hermosa canción, "Sin saber cómo..." 

Sí amigos, sin saber exactamente cómo, somos protagonistas y parte imprescindible de la obra de arte llamada vida, somos esa bendición que la esencia de la vida agradece que seamos, sin cuestionarnos o reprocharnos nada, más bien, aplaudiéndonos, y exaltando nuestro rol, tan maravillosamente, bien representado.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

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