martes, 26 de septiembre de 2017

Escribir una necesidad / comentar un lujo necesario

Los que por alguna razón u otra, sentimos un llamado a escribir, sabemos que es un arte que sale del corazón, lo hacemos primeramente para nosotros, por mera necesidad, pero esta necesidad, a veces implica ir más allá de la propia exclusividad, y del simple hecho de dejar salir y ventilar nuestras emociones, pensamientos y sentires, para descargarnos un poco o visualizarlos mejor desde el exterior.

Llegado el momento se hace necesario compartir esas inquietudes, esa exclusividad, esos escritos con alguien. Generalmente no son las personas más cercanas a nosotros, con quienes terminamos compartiéndolos, ellos piensan que nos conocen bien y que no tenemos nada nuevo que decirles, nada que ellos no sepan, craso error, y nosotros, aunque no pensamos igual, dejamos de mostrárselos al ver su negativa, o porque intuimos su reacción y respuestas.

Quizás, por qué no decirlo así, esta sea una de las razones por la cual nos animamos a crear un blog, o vaya usted a saber por qué, hay tantas razones como blogs en la blogosfera. Unas veces por soledad, desidia o aburrimiento, otras porque está de moda y queremos estar al corriente, o simplemente para satisfacer nuestro ego, o porque sencillamente se nos antojó... 

Otra razón es para encontrar alivio o consuelo en alguna respuesta o comentario de algún lector ajeno a nosotros, que pueda captar nuestra óptica o mostrarnos una diferente, sabemos lo importante que es la retroalimentación para todo escritor. 
Deduzco que por este motivo, porque le damos importancia a esos comentarios en dichos blogs, surgió esta idea de galardonar con el siguiente diseño gráfico (muy hermoso y creativo por cierto), a las personas que acostumbran a dejar huellas en nuestro espacio virtual, como una halagadora forma de incentivar a todos a hacerlo.


Aunque no me agradan las premiaciones o galardones, ya que llaman a la competición y generalmente dejan más malestar que alegrías, debo expresar que este no es precisamente el caso. Por esta razón agradezco formalmente a 
+Emerencia Joseme (una de las creadoras de este incentivador galardón), por tan hermoso gesto de dedicarme, junto a otros compañeros, esta nominación a dicho premio.

Al igual que una primera vez lo acepté de la mano de +Mila Gomez, una querida amiga de este ciber espacio, lo acepto con humildad. Y saltándome de nuevo las reglas que conllevan recibirlo, lo comparto con los amigos bloguers o googleros que con tanto entusiasmo y desprendimiento gustan plasmar sus comentarios, aportando sabor y nuevas voces a las publicaciones.

Gracias de corazón, es un verdadero gozo haber encontrado tanto cariño, sabiduría y compenetración en esta gran comunidad virtual, que dicho sea de paso está llena de virtudes y de virtuosos.

Aprovecho la ocasión para exhortarlos a todos a COMENTAR, no por el galardón, si no por lo mucho que pueden significar o aportar sus huellas (únicas y muy valiosas) para cualquier compañero lector y para el escritor.

Recuerden esto cada vez que lean algo 
“Escribir es una necesidad, comentar es un lujo necesario”

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

El otoño

Empezaré por decirles que mi signo zodiacal es capricornio, que pertenezco al elemento tierra, y que además, según mi codificación de colores (la cual me hicieron hace muchos años ya), con relación a mi físico facial, soy otoño, 
(http://www.mujeresymadresmagazine.com/paleta-color-estaciones/)así que no es casualidad que me sienta atraída por el color otoñal de la tierra, el marrón, el cobre y el dorado. 
Aunque les confieso, que a pesar de esa gran atracción, mis colores favoritos son el azul y el violeta, pero me encantan los colores de mi estación, me decanto por ellos, por imágenes como esta que les muestro a continuación, imágenes otoñales, donde el bronce, el marrón y el dorado prevalecen.

Por cierto me encantan los alces, son tan elegantes. 

A pesar de toda esta realidad que les cuento, nunca he podido ver y apreciar personalmente esta estación, en mi país vivimos en un eterno verano, que en cierta época tiene rasgos primaverales, por las flores y el canto de las aves tan marcado, y otras veces tiene rasgos otoñales, por el soplo tenue de la brisa fresca, y la menor incidencia de los rayos del sol; los rasgos invernales nos están vetados por completo. Pero el lado bueno de esto es que en cualquier época podemos ir al campo, al río o la playa y pasear al aire libre con ropas ligeras, algo que muchos desearían poder hacer.

Aunque todavía deseo ver nieve como una de mis prioridades antes de partir, (estuve en N.Y. esperando el 2015, salí dos días antes de una fuerte tormenta de nieve, ¡Uf que alivio!, quería ver nieve pero no tanto así), como comprenderán también me encantaría visitar un país en otoño, pasearme por entre los árboles y sentir el crujir de las abundantes hojas caídas y secas, tirarme sobre ellas y ver a mí alrededor ese paisaje dorado, bronce, anaranjado y marrón, además sentir la brisa fresca y fría que bese mis pies, mi rostro, que azote mi cuerpo y me obligue a llevar un abrigo ligero.

¡Uhmm! Me imagino pasando unos días aquí.

Me hace mucha ilusión ver el otoño, quizás sea hora de hacer planes en serio y preparar ese viaje a algún lugar, ya que se aproxima. Y hablando de otoños debo tocar también otro aspecto que hace alusión a él, se trata del otoño de la vida. Esa etapa en la que empezamos a declinar y a presentar algunas limitaciones, el preámbulo de la vejez, del invierno de la vida. Tiempo de reflexionar y repasar nuestras actuaciones y nuestro sentir, qué logramos y que nos falta por hacer, reevaluar nuestras prioridades y nuestra escala de valores, nuestros anhelos y los viejos amores…

Este otoño ya aflorado a mi vida, las primeras en anticiparse fueron las canas, al principio las traté de disimular, pero qué más da, en realidad nunca me preocuparon, así que les di la bienvenida y las dejé estacionarse en mi cabeza y que luzcan glamorosas. 
Luego llegaron los indeseables calores, y definitivamente se quedaron, y las libras de más, que bastante trabajo me ha dado soltarlas, han cedido, pero quedan algunas de más (aunque no soy gorda, pero siempre fui muy delgada). 


En los inicios de este otoño se recrudecen los achaques, el insomnio, la nostalgia…, pero también aumentan las ganas de libertad, de hacer eso que postergamos, de ser auténticos sin importar ya el qué dirán, de soltar…, y vemos la vida de una manera diferente, más calmada, más sensata y concienzudamente. Experimentamos cambios de humor, de apariencia, de pensamientos, de gustos…, de vida. 
No en vano pasan los años y nos vemos en la necesidad de aprender de ellos lo mejor.  
 
Hay que apreciar la vida y sus diferentes etapas, vivimos la primavera, los primeros 25 años, donde crecemos y florecemos, el albor de la vida, luego el verano, los segundos 25 años, donde aprendemos y fermentamos lo aprendido, al calor de la vida. Al llegar el otoño, los terceros 25 años, nos sentimos frescos, deshojados, desnudos y liberados. Desprovistos de poses, reflexionamos y maduramos, nos mantenemos conscientes y firmes en nuestro propósito, con la cabeza  en alto y disfrutando lo esencial de la vida. Finalmente nos sorprende el invierno, aun con bríos y gusto por la vida, por explorar otras emociones, conectamos con la fuente de la sabiduría divina y nos hacemos más sabios, y con paso lento, a veces satisfechos, otras arrepentidos o avergonzados, y mayormente resignados, nos vamos haciendo viejos, preparándonos para marchar, y cualquier día nos vamos temporalmente, hasta que estemos listos para volver y repetir este ciclo todas las veces que lo amerite.  


Si amigos, he sabido apreciar y aprovechar esas dos primeras etapas ya vividas, con sus alegrías y sin sabores, postergado algunas cosas, pero realizado y disfrutado la mayoría de las que me propuse, y el otoño me ha guiñado un ojo y me ha enamorado y acompañado por casi 8 años, ya lo conozco, y debo reconocer que me gusta su compañía, que hacemos una linda pareja, me ha sorprendido todo lo que me ha revelado, y ha traído consigo, tantas claridades, alegrías, complacencias y serenidades, además de un gran gozo interior y un gusto por otro tipo de realidades, de amores, de bienestares…, de deleites espirituales, de esos que lo llenan todo y dejan esa sensación de plenitud, de dicha y entrega incondicional, esa convicción de amarlo todo y ser amada, de saber que estoy haciendo lo que debo hacer, que voy por el camino correcto, el que debo y deseo transitar, por ese sendero que me llevará al encuentro con la única verdad y realidad, con mi esencia pura, fundida con la eternidad.

Deseo y espero poder realizar este anhelo de fundir este otoño que conozco y tránsito, con ese otoño que desconozco y me gustaría palpar; que el plateado de mi pelo se funda con el dorado otoñal, que el color ámbar de mis ojos se funda con el color cobrizo del otoño y que el marrón de mi piel y el de la tierra, se unan en un abrazo fraternal, que seamos dos otoños fundidos en uno solo, soltando, dejando fluir y ser, cambiando y transformándonos, evolucionando a la par.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Anhelos del alma

Existen muchos lugares en el planeta que hacen que surjan los sentimientos más nobles del ser, la mejor de las calmas y el mayor amor que se guarda bien adentro. Lugares donde la vida animal, mineral y vegetal  viven en una comunión perfecta y armónica, y donde el hombre no acostumbra a vivir, solo a visitar muy de vez en cuando.
 
Estos lugares te permiten sentir y observar la pureza, la paz, armonía, y excelencia en la convivencia, en ellos hueles la vibración del amor y escuchas el silencio, te bañas en la suave brisa y te meces al compás del fluir de las aguas del río y la cadencia del movimiento de los animales, de su canto…, y te quedas absorto admirando la belleza y perfección de las cosas, las rocas, el suelo y sus minerales…, toda la vida y energía que allí vibra sin parar, sin alterar el orden, sin irrespetar.

Me pregunto ¿Por qué si los humanos somos supuestamente superiores a todas las demás formas de vida sobre la Tierra, no podemos ya vivir así, o imitar al menos esta armonía?, vidas diferentes en feliz unión y comunión.
 
Es posible que por el hecho de ser animales racionales (con capacidad para pensar), esto sea el ingrediente extra que lo complique todo. 
De ser así, la causa inmediata no es el hecho de pensar en sí, sino mas bien el descontrol que tenemos sobre esos pensamientos, que en lugar de crearlos y producirlos conscientemente, mayormente lo hacemos de manera inconsciente, y pululan a la deriva, influenciados por el morbo del medio ambiente y la sociedad mundial, a través de las redes sociales y los medios de comunicación, o sea, de la modernidad aberrante y despampanante, y funcionan como virus infecciosos de la mente humana, enajenándonos, doblegándonos y bloqueando nuestra sabiduría interior.

Pero a pesar de todo esto, entiendo que el hombre quiere y desea tener paz, vivir en armonía, por eso lucha internamente con su propio yo, su aparente complacencia exterior se vuelca en su interior, le reclama y tarde o temprano sale a relucir su malestar, su enfado, su insatisfacción, su drama de vida, y se pregunta al igual que yo…

¿Es que los humanos no somos capaces ya de vivir en armonía y entender lo que es la serenidad? Algo así como dejar que las cosas simplemente sucedan y caigan por su propio peso, sin alterarnos o interferir en ellas, como cuando cae una pluma, lenta y silenciosamente..., serena.


Uno de los mayores anhelos del alma debería ser la serenidad, al menos lo es de la mía. Un alma serena está en armonía, equilibrio y paz interior, con estas virtudes lo demás sale sobrando, la alegría y el gozo están garantizados y con ellos el amor, el respeto y la felicidad.

Quiero compartirles estos dos fragmentos del libro “Como un hombre piensa, así es su vida”, de James Allen, ambos fragmentos están en el ultimo capitulo, que se titula Serenidad

Usaré una imagen que habla por sí sola de serenidad, para separar ambos fragmentos.

“La tranquilidad de la mente es una de las bellas joyas de la sabiduría, es el resultado de un esfuerzo largo y paciente en el dominio de sí mismo. Su presencia es indicadora de una experiencia madura, y de un conocimiento más que ordinario de las leyes y el funcionamiento del pensamiento.
Un hombre alcanza la tranquilidad en la medida que se entiende a sí mismo como un ser que evoluciona del pensamiento. Para tal conocimiento necesita entender a los otros como el resultado del pensamiento, y mientras desarrolla el entendimiento, y ve con mayor claridad las relaciones internas de las cosas por la acción de causa y efecto, cesa su agitación, su enfado, su preocupación y su congoja, y permanece en equilibrio, inalterable, sereno. 
El hombre calmado, habiendo aprendido cómo gobernarse, sabe cómo adaptarse a otros; y estos, a su vez, reverencian su fortaleza espiritual, y sienten que pueden aprender de él, y confiar.” 



“Aquel equilibrio de carácter que nosotros llamamos serenidad es la lección final de la cultura; es el florecimiento de la vida, el fruto del alma. Es precioso como la sabiduría, ha de ser más deseado que el oro – sí, más que el fino oro. Cuán insignificante se ve quien sólo busca el dinero en comparación con una vida serena – una vida que mora en el océano de la Verdad, por debajo de las olas, fuera del alcance de las tempestades, ¡en Eterna Calma!”

Si desean leer el libro está en la página PDF libros del blog.

Soy de las que creen fervientemente que se puede lograr vivir en armonía y paz, si antes se pudo, cuando el hombre estaba consciente de todo, de su rol en este mundo y de su conexión con todo, ¿Por qué ahora no se podría lograr? Es solo cuestión de evolucionar en la manera de pensar y de crear los pensamientos, en la manera de ver a los demás y de reaccionar ante los efectos que causan y causamos, es cuestión de despertar y mantenernos despiertos a la realidad de la existencia colectiva y atentos a los anhelos del alma individual, hasta unificar esos anhelos en un solo sentir y colmar el planeta de armonía y paz. 

No pierdan las esperanzas de un mundo de amor y paz, de armonía y serenidad, y cuando nos sintamos flaquear, recurramos a este “A veces, solo a veces” que les dejo a continuación…

El texto contenido en la siguiente imagen que he preparado, lo pueden encontrar en el siguiente enlace:

Es un hermoso poema de la autoría de María Guadalupe Munguía Tiscareño con el que quiero ponerle fin a esta reflexión.


 I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Un fragmento de esta entrada fue publicado en el periódico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2017/09/09/anhelos-de-armonia/

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.