miércoles, 11 de marzo de 2015

El vaivén cotidiano

Una de las mayores bendiciones de la vida es lo variable que es, aun cuando vivimos en aparente monotonía, para nada es así. Sus altas y bajas, sus días buenos y malos, mejores y regulares, excelentes y aceptables, hacen de ella toda una gama de emociones y sentimientos cambiantes; excitantes y de bajo perfil, pero al fin y al cabo, diferentes.

La vida no permanece inmóvil y serena, si no cambiante y amena, y el deber de nosotros, sus protagonistas, es adaptarnos a los cambios sin perder la estabilidad emocional, ni la integridad moral, por eso vamos y venimos, lloramos y reímos, bajamos y subimos, caemos y nos levantamos, en fin, vivimos.

Por muy sedentaria y monótona que sea nuestra vida, vibramos en cada respiración, nos alimentamos, trabajamos, amamos y descansamos bajo un mismo cielo (claro y esplendoroso durante el día y brillante y espectacular durante la noche), tratamos de mantenemos en constante movimiento y actividad, acorde con el ritmo cambiante de la vida, acompasados por su vaivén, que mayormente sigue el mismo vaivén de las olas, las pulsaciones cardiacas normales y las ondas sísmicas regulares, con un movimiento característico de frecuencia constante. A veces ese vaivén se altera y se comporta de manera diferente, se convierte en un movimiento acelerado, como la marea agitada, la taquicardia y los temblores de tierra menores, y en algunas ocasiones es un movimiento brusco y totalmente descontrolado, como un huracán, tornado, terremoto y tsunami y resulta demoledor y agobiante, pero aunque no lo creamos así, esto es necesario para compensar y equilibrar la atmosfera, la cantidad de energía del planeta y hasta la vida misma.


Unos nacen y otros mueren, unos van y otros vienen, unos salen y otros entran…, nada es estático, ni eternamente igual, todo cambia a cada instante, como el agua del rio. En fin, unos hacen “fuin” y otros “fuan”, lo importante es que te muevas al compás que necesites, no al de los demás, gradúa tu vaivén cotidiano para que vaya acorde con tu naturaleza y personalidad, pero no dejes de mecerte hasta que la vida te diga: ¡Ya!

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periodico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2015/06/12/correo-los-lectores

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