domingo, 24 de enero de 2016

El resurgir de la vida

 En muchas ocasiones escuchamos historias de personas que tienen un largo camino andado y aun siguen batallando y dando de si, no les ha llegado su hora de partir. En otras ocasiones escuchamos de personas que a pesar de su corta trayectoria desean partir lo más pronto posible, pues sienten que su vida ya no tiene sentido en la tierra.

Existen historias sobrecogedoras, que nos erizan la piel, sobre personas que ya prácticamente se han despedido y han resurgido de las cenizas por así decirlo, seres que quizás tienen una misión especial y la han recordado a última hora, o se la han recordado en su trance de despedida y vuelven con más energía de la que acostumbraban tener, el hecho del recordatorio les inyecta un amor y pasión por la vida que a partir de ese regreso es cuando realmente se sienten vivos y motivados.


Otras historias nos llenan de emoción cuando sentimos que lamentablemente no hay nada que hacer, entregamos nuestros seres amados al poder divino para que proceda con lo que consideramos irremediable y para nuestra sorpresa, sucede el milagro que ya no esperábamos, por alguna razón desconocida e incomprensible al intelecto y la ciencia, para nuestra alegría y felicidad, la enfermedad o dolencia que aparentemente cegaría esa vida, cede o desaparece del todo, como si fuera solo un mal sueño. Muchos aseguran que esto se debe a que la lección que nos quiso dejar esta situación se ha aprendido y ha cumplido con su finalidad.

Lo mismo pasa con otros tipos de vida, como por ejemplo un rio, apreciamos que está seco, solo vemos lo que una vez fue su cauce, de repente bastan tres días de lluvia torrencial para que ese rio, que estuvo dormido bajo esas piedras secas, se deslice y corretee nuevamente entre esas piedras. Otro ejemplo es la vida vegetal, vemos una planta prácticamente seca o muerta y un día reparamos en que cobró vida, tiene verdes hojas o brotes por empezar a desperezarse y mirar al sol. A veces sucede con las mascotas, las vemos apagadas, no quieren comer y casi hasta lloramos su partida, de pronto en un momento dado, se levantan echan a correr meneando la cola como si nada les hubiera pasado.

   







Los recursos se agotan, lo inagotable es la semilla de vida que los engendra, que tiene la capacidad de resurgir de las cenizas como el ave fénix. (Harolina Payano)



Podría seguir haciendo historias de situaciones de esta índole, pero la intención no es llenarlos de historias conocidas y desconocidas, sino más bien hacerles ver que la vida tiene el poder de regenerarse, resurgir y renacer, empezar de cero o mejor aun de 100, pues la sabiduría y claridad que nos deja ese irnos y volver, nos coloca muy por encima de nuestras expectativas y nos pone en un punto de partida ventajoso con respecto a los demás que no han tenido este tipo de experiencias.


Si te sientes desanimado, apagado, sin ganas de vivir, busca con afán el sentido de tu existencia, busca ese motivo principal de sentirte vivo, averigua que es lo que realmente enciende tu pasión por la vida, y déjala surgir, así tengas que deshacerte de tu zona de aparente confort, en realidad muchas veces no lo es, es más bien tu tumba, el ataúd que día a día te esta carcomiendo los huesos, chupando tu sustancia de vida, tu salvia deliciosa y tu gusto por esa maravilla que llamamos vida.


Déjate mojar por la lluvia, deja que el sol te caliente, échate a correr meneando la cola, haz lo que tengas que hacer, pero permite que la vida resurja en ti. 

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2016/02/27/correo-los-lectores

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