martes, 11 de diciembre de 2018

Gotas de miel

Imagino que todos o casi todos conocemos la miel, ese preciado líquido viscoso, de un color exquisito, muy parecido al ámbar, y más que todo dulce, saludable y alimenticio. 
También supongo que saben que es producida por un insecto al que muchos le temen y otros desean mantenerlo lejos, hablamos de la abeja, pocos se le quieren acercar, ya saben por qué, pican y bastante dolorosa que es la picadura. 


Aunque es sumamente interesante y admirable la manera en que producen la miel y todo lo referente a ella y su colmena, ya que llevan un gran peso en el equilibrio del ecosistema con su arduo trabajo, no les hablaré de esto, se los dejo de tarea a aquellos que desconozcan su enorme labor, pero si les diré que se parece un poco a como funciona nuestra sociedad, ya que hay muchas obreras trabajando en equipo.

Para no perderme de la idea central de esta entrada, retomo la miel y su dulzura como un elemento muy necesario en nuestras relaciones diarias y en nuestro transitar. La vida mayormente nos da las cosas sin endulzar, y a veces resultan muy amargas, es nuestra tarea depositar unas cuantas gotas de miel en cada ocasión, relación, actuación..., en cada palabra pronunciada. 


No hablo de adular ni de ser hipócritas por conseguir favores y aprobaciones, eso seria endulzar con azúcar muy procesada y dañina, si no de ser sinceramente amables y condescendientes. A eso le llamo usar gotas de miel para endulzar la vida.

Cada vez mas estamos necesitados de esa miel, que disuelva o disimule la amargura que sentimos ante lo que nos rodea y ante las adversidades de la vida cotidiana. Estamos como predispuestos a encontrar el camino de la felicidad verdadera, nos gusta hacernos el sufrido y que nos tengan lástima. Si no es así, de que va tanto enfocarnos en los dramas, las catástrofes y los sufrimientos ajenos y propios, por qué no nos damos una dosis diaria de alegría, nos enfocamos en los buenos momentos, en la belleza que nos ofrece a diario la naturaleza, en lugar de resarcirnos con las tragedias humanas, de comentarlas una y otra vez. La negatividad pulula por todos los rincones del planeta, nos hemos encargado de ello.

Es como si en cada ocasión que la comentamos le diéramos un +, o un “me gusta” de esos que se acostumbra a dar en las redes, promovemos la maldad, las enfermedades y atrocidades sin saberlo. Con solo hablar y envolvernos en eso, al ver asiduamente esos sucesos y compartirlos, le estamos imprimiendo fuerza, energías poderosas de propagación, que al igual que los virus se instalan en nuestra mente y nos consumen lenta y cruelmente. Es como una fijación mental, donde quiera que te muevas y hay alguien contando sucesos trágicos, todos prestan atención, lo comentan y luego lo divulgan abiertamente.

El antídoto para esa corriente tan generalizada de convivir actualmente, son esas gotas de miel. Que se originan siendo objetivamente positivos, empáticos, no juzgando a la ligera, perdonando y generando nuevas oportunidades de entendimiento, de intercambio armonioso y crecimiento de afectos, ofreciendo apoyo y solidaridad emocional, en definitiva... amando.


Impregna de miel tus pensamientos y cada palabra destilará dulzura, transparencia y claridad, además de que como fabricante de miel, estarás contribuyendo con el ecosistema de la humanidad. No estoy hablando de negar la existencia de algo palpable, hablo de no darle mas fuerza de la necesaria poniendo sobre ella nuestras energías.

Hablo de pensar bien de la gente, de tener buenas intenciones con los demás, de no mentir ni fingir para ganar favores, de no sentir animadversión hacia alguien, por el simple hecho de pensar y tener creencias diferentes a las nuestras. Hablo de ver el lado bueno de la vida, que abunda más que el trágico y dramático.

Hablo de detenernos un momento y pensar antes de hablar o actuar, antes de dañar a alguien. Hablo de no seguir propiciando el mal promocionándolo. Por eso hago el llamado a usar a diario gotas de miel, endulzarnos la vida, hacerla mas ligera, con menos morbo insustancial, menos circo, y menos coliseo romano con sed de sangre. 

Es hora de sacudirnos toda esa influencia genealógica tan sangrienta y cruel de la raza humana, saquemos todo ese dolor letal que cargamos dentro generación tras generación, llegó la hora del cambio, de decirle adiós al sufrimiento y abrirle los brazos a una nueva era de alegría y amor. Liberemos de una vez por todas, ese karma dañino y enfermizo que alimentamos a diario. Salvemos nuestras almas de un mal mayor.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
https://issuu.com/elcaribe/docs/elcaribe20181215?e=1423128/63258659

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