Algunos de ustedes ya saben cómo funcionan las cosas en mí, ya sea cuando tienen algo que decirme, o cuando me instan a decir algo, pues no me dejan tranquila hasta cumplir el cometido.
La siguiente imagen es del ilustrador artístico Cody F. Miller. Viene rondando en mi cabeza desde que la ví en la portada del Aposento Alto (devocional) correspondiente a los meses de mayo y junio del corriente año. Fue usada como representación del viaje de Ruth y Noemí que narra ¿La Biblia? y que desconozco.
Algo que a mí me parece extraño, es que los colores muy vivos yo los rechazo, prefiero los colores pasteles tenues, aún así, me atrae demasiado la ilustración.
Como sea, aquí estoy tratando de ver si ese algo sale y la imagen deja de seguir haciendo ruido en mi cabeza y reapareciendo frecuentemente en mis ojos.
No creo que ese algo tenga nada que ver con el uso que le dio la revista, pues desconozco el pasaje al que hace alusión, aunque me suenan los nombres. Tampoco sabría decir si el autor se inspiró en ese viaje, pero hay algo en la ilustración que me habla, me hipnotiza y pide salir.
Me pregunto ¿Qué será?
Debo confesar que desde el día en que la ví, me ví reflejada en ella, lo extraño fue que lo hice en los dos rostros, en el de la joven y en el de la mayor. Si observan con detenimiento, verán que ambos rostros tienen la misma expresión y cierto parecido.
Pero adentrándome más en sus rostros ahora, me dije que la mayor era yo, tiene mi nariz, mi color y esa actitud pensativa, como quien sospecha lo peor y se guarda sus temores. Y que la joven era mi hija Viola Milagros (también se le parece mucho, es la madre de mi nieto Malik) que a pesar de su juventud, respira madurez y entereza, siempre con una actitud benévola.
Partiendo de esa premisa, veré si puedo armar el rompecabezas y encuentro el mensaje oculto que tiene la imagen para mí.
¿Hacia dónde van? ¿Qué buscan? ¿Qué conexión tan fuerte guardan?
¿Por qué la joven tiene esa cara de pesadumbre y resignación?
En la mayor se podría entender, por el cansancio de los años...
Creo que las dos han perdido la esperanza, y el estar juntas les hace conservar algún vestigio de ella. Pero
¿Por qué? ¿Qué ocurrió?
La joven lleva una brújula en su vestido, señal de que no están seguras del camino a tomar.
Me intriga el morral ¿Que tendrá dentro?
Es de suponer que lo obvio para emprender el camino, pero también representa ese cúmulo de cosas que vamos cargando en nuestro interior (apegos, dolor, culpas, remordimientos...) y que nos hacen el tránsito más pesado de lo que debería ser.
Pensar en ello, podría incluso rompernos el alma en dos...
¿Qué me querrán decir, o qué me muestran?
A veces tengo miedo de mí misma, no me gustan los vaticinios y menos los funestos y estos siempre me persiguen desde niña.
En ese mismo devocional, la portada del mes en que murió mi hermano Teófilo, era la de una viuda y la imagen también me llamó mucho la atención, pensaba con frecuencia en ella, y cuando ocurrió su muerte me dije, mira lo que era, alguien de mi familia iba a quedar viuda...
Así es que esta vez me propuse hacer la tarea, por si acaso, no me vaya a tomar de sorpresa, y sin saber hacia dónde me lleve esto, continúo mi exploración.
Volviendo a la imagen, pude observar que hay varias señales más:
Están siendo llevadas a paso de tortuga, sin prisa, un paso a la vez.
La mariposa y la rana dan un halo de luz, los árboles aún reverdecen, hay nuevos brotes, y el agua corre limpia, le dan un toque de vida al paisaje que sirve de aliciente para creer que no todo está perdido.
La flor en el pelo de la joven, es muestra de vida, y mientras la llevamos como bandera, no hay dudas de que siempre florece, por lo cual, la esperanza no ha muerto del todo.
La tortuga y sus huevos en el lomo, es un recordatorio de que contamos con lo esencial, y que cada día encontraremos alimento, cobijo y lo necesario, para vivir el día a día.
Iba a pasar por alto las vestimentas y los pies descalzos, pero las primeras nos hablan de protección, y la otra, de nuestra conexión con la tierra, esa que hemos perdido hace mucho tiempo...
Dos mujeres, con al menos dos generaciones de por medio, una lleva el peso de los años y carga en su rostro y su bastón, todos los avatares vividos en ellos y sus respectivos aprendizajes. La otra lleva una carga visible en su hombro y un peso invisible que deja huellas tristes en su rostro, pero su juventud le permite florecer.
Ambas encerradas en sus propios pensamientos. Aunando sus soledades, desafiando la vida en busca de encontrarle sentido a seguir adelante, un paso a la vez, deseando en lo más íntimo del Ser, encontrar ese hogar que les permita por fin descargarse y descansar. Ese retorno a la esencia pura de la mujer.
Quizás esto último suene a feminismo, pero no lo es, ni tampoco es mi intención que lo sea, para nada ando en esa corriente de hoy que ha desvirtuado casi por completo el feminismo.
Pero es la pura realidad de un género que ha atravesado miles de años por el puente de los sufrimientos y la incomprensión, tratando de no caer en aguas turbulentas como alimento de los cocodrilos, y cada día se esforzaba más en ser valorada y comprendida.
Lamentablemente, hoy sus esfuerzos se encaminan al precipicio, por transitar el sendero incorrecto.
Finalmente, de representarnos a mi hija y a mí, llego a la conclusión de que las dos seguimos tratando de encontrar un modo de solventar nuestras diferencias generacionales y vamos juntas en pos de un mismo ideal, buscando un punto intermedio que sirva para salvaguardar lo bueno de antes y unificarlo a lo bueno de hoy, desechando todo lo demás.
El cruzar juntas ese puente sin mirar atrás, con valentía y paso decidido, nos liberará de males peores.
Definitivamente “El amor hace la fuerza”.
Si la sabiduría no se improvisa y crece con los años, la juventud unida a ella y bien enfocada y aprovechada, es el mejor camino hacia la libertad. El antídoto perfecto para inmunizarnos del mal que acecha a nuestra sociedad.
Lo malo daña y lo turbio ensucia. La venganza engulle y la violencia destruye...
Como dice una bella canción de Silvio Rodríguez
Debes amar, el tiempo de los intentos
Debes amar, la hora que nunca brilla…
“Solo el amor, engendra la maravilla”.
P. D. Perdón por castigarlos con la repetición de la ilustración.
¡Ah! y luego de redactar la entrada me picó la curiosidad y busqué sobre el viaje al que hace alusión la imagen en el devocional. ¡Wao, bien por Ruth!
Me pareció bastante apropiada la imagen, también mi impresión de la misma se le parece en la idea central, "El acompañamiento femenino".
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.




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