martes, 29 de marzo de 2022

El retornador de cheques

Bueno amigos, para ponerle un final audaz a marzo y entrar en modo desafiante al mes de abril, las musas aparecieron de pronto y me ayudaron a elaborar este microrrelato para participar otra vez en el Tintero de Oro de David Rubio Sánchez, que en esta ocasión nos hace una propuesta algo escalofriante, pero bien podríamos darle un tono jocoso, talvez espeluznante, o quizás desafiante y con un final macabro, como el micro que les comparto usando cliffhanger.



El retornador de cheques    249 palabras

Siempre me han dado pavor los ascensores, no sé si tenga que ver con experiencias de encierros en la niñez, o estar atrapada por puertas herméticas sin que te escuchen afuera. Lo cierto es que nunca los uso, y no hay escaleras que me hagan decantarme por ellos, por muchos que sean los pisos.

Escuchar historias de personas atrapadas en ascensores, me da más fuerzas para subirlas y bajarlas… Nunca he subido más de diez, ni visito lugares que tengan más.


Hoy es un día especial, me he sacado el loto y debo recibir personalmente el cheque en las oficinas de la empresa que lo sortea. Por más excusas que presenté, si no subo hoy a recogerlo, lo pierdo…

Estoy frente al ascensor esperando que alguien llegue y me acompañe al piso 25. Como nadie aparece aprieto el botón, las puertas abren, y entro con los ojos cerrados, al abrirlos veo un cadáver ensangrentado con ambas manos mutiladas. 
 

No sé de dónde saqué valor, me dije, es ahora o nunca, cerré y subí hasta el piso 20, me bajé mirando de reojo el cadáver, y terminé de subir por las escaleras, al llegar, sofocada del susto, dije que llevaba horas subiéndolas, que el premio valía la pena… 

Terminada la entrega, con las piernas flojas aún, pensé en el 911, pero ofrecí dinero si me bajaban cargada por las escaleras. 

Alguien rápidamente se ofreció. Sonriendo maliciosamente me sostuvo en brazos, susurrándome, el ascensor se atascó en el piso 20. 


  








¡Noooooo!  


Continuará.


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

miércoles, 23 de marzo de 2022

Redireccionando las energías...

Hola amigos lectores, marzo me ha solicitado más atención de la acostumbrada en asuntos familiares, y como no le he prestado atención para nada a las musas, se han ido de paseo y no me toman la llamada, así que para no perder la costumbre de al menos compartirles algo edificante o interesante, les dejo estas dos bellas  imágenes.



Bueno, preguntarán ¿Qué es lo edificante o interesante de estas imágenes? Pues lo resumiré así:

La primera imagen viene a ser casi igual que la segunda (una realidad y su reflejo, con colores bastante parecidos), con una ligera pero muy significativa diferencia, ahora les explico:

Cuando estamos en calma y energéticamente equilibrados, generalmente estamos como la primera imagen, con una definición clara y precisa de nuestras energías, sabiendo de donde partimos y hacia dónde vamos, con una dirección puntual y bien enfocada, coherentes…, esquivando las aglomeraciones caóticas de energía, para que las distorsiones no nos deformen, dejando que nuestro reflejo sea lo más claro y explícito, muy parecido a lo que realmente somos.

Cuando perdemos esa calma y equilibrio, nuestras energías se muestran como la segunda imagen, sin rumbo definido, con movimientos encontrados y erráticos, sin saber de dónde partimos ni hacia dónde ir, perdidos y deformados, provocando que nuestro reflejo sea un enigmático e indescifrable caos, alejados de lo que realmente somos.

Pues así como se comportan nuestras energías, de esa misma manera nos comportamos nosotros, ya que somos el reflejo de esa energía. Por eso cuando reaccionamos haciendo esa inesperada rabieta, ya sea insultando sin razón aparente a alguien, o actuando como poseídos, los demás se quedan perplejos, sin entender por qué actuamos así, incluso uno mismo parece sorprendido muchas veces por el propio accionar. 

Como les decía, marzo ha demandado tanto de mis energías que creo que se han arremolinado mucho, y las musas al no reconocerme, han salido huyendo, ja, ja, pero a pesar de estar muy involucrada en esos asuntos familiares, y de estar sumamente agradecida de tener la fuerza física y la disposición para poderlos llevar a cabo con gozo, no he dejado de pensar en ustedes, queridos amigos y amables lectores…


Espero que la llegada de abril, ese mes tan laureado en poemas y canciones, sea liberadora de esas energías erráticas que nos rodean y deforman, y lo ponga todo en su justo lugar.

Por otro lado, quiero desearles una feliz y hermosa primavera, en su entorno y en sus vidas, y ojalá lo sea también a nivel mundial. 
Y para acompañar ese deseo, comparto algunas fotografías de las flores que tengo en la casa, entre ellas una orquídea que me regaló mi hermana mayor, Viola María, hace unos cuatro años, para mi cumpleaños. Es la primera vez que florece, pues sufrió varios percances antes de encontrar su lugar preferido y adaptarse. 


    

Agrego mis hermosos coralillos amarillos, que de cuando en cuando como ahora, le salen también algunas flores de color rojo, como se aprecia en la parte baja de la derecha de la primera foto.



Además dejo otras fotos de flores que conviven armoniosamente en el jardín y de las que embellecen la galería... Y unas brujitas amarillas que han dado mucho trabajo para florecer, y que tienen flores ya.



 


                 

                                        Vista desde el interior de la casa

Ya para terminar, recuerdan esa entrada titulada "La importancia de la espera" en donde les conté una anécdota de lo que pasó con dos plantas que sembré el mismo día, pues aquí las dejo, ambas son las que aparecen en el centro de las fotografías... 


La de la derecha era la que no daba señales de prenderse, y miren qué alta está, sobrepasa el techo de la sala, y se ha llenado de nuevas ramas, aún no ha florecido, pero sus flores son rosadas y muy hermosas, ya averiguaré su nombre. 
La otra, que se mantuvo verde y con buenas esperanzas de vida (es un coralillo de flores rosado intenso que espero ver florecer pronto), al parecer se ha quedado rezagada, pues no ha crecido mucho en altura, pero están bellas sus hojas y luce fuerte y sana, solo que ahora es la que va más lento en su crecimiento. 

Esto me dice que no todo es lo que parece, unos van delante y otros detrás, pero ese puesto no está asegurado. Hay un dicho que pregona que los últimos serán los primeros... Lo mismo nos pasa a todos, por eso lo mejor es vivir cada momento con intensidad, agradecer y celebrar lo vivido.


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

lunes, 7 de marzo de 2022

La ecuanimidad

Según el diccionario, la ecuanimidad es la facultad de pensar y juzgar con imparcialidad, y también la definen como un estado de estabilidad y compostura psicológica que no se ve perturbado por la experiencia o exposición a emociones, dolor u otros fenómenos que pueden causar la pérdida del equilibrio de la mente, o sea, como una cualidad de la persona equilibrada y constante de ánimo.

Esta última definición nos lleva a pensar a fondo en su contenido y a caer en la conclusión de que existen muy pocas personas con esta cualidad, es decir, tan equilibradas como para mantener una constancia de ánimo, la mayoría nos dejamos influenciar por las emociones que nos producen los agentes externos.




La imagen anterior nos muestra a una hermosa mujer con cierto aire de melancolía y tristeza en su mirada, entregada a una pasividad inexpresiva que bien podríamos catalogarla bajo un cierto estado depresivo o de apatía, como si no se perteneciera.

En esta otra imagen siguiente, vemos a una mujer eufórica de alegría, totalmente expresiva y dueña de su éxtasis.




Lo que me pregunto es lo siguiente ¿Hay manera de permanecer ecuánimes en todo momento, al menos de nuestra vida madura?
 
Supongo que es una de las cosas más difíciles de lograr, pocos Budas han habido, y lo cierto es que hay que estar casi bajo un estado mental y emocional hipnótico, para no sobresaltarnos (alegrarnos o apenarnos) y que ese cambio emocional pase desapercibido. 

Permanecer todo el tiempo como lo muestra la imagen a continuación, en control de nuestras emociones, y sin reflejar cambios de estados de ánimo, donde el flujo energético se mantiene invariable, dicen que está reservado para muy pocos, para unos cuantos iluminados…      




Si me permiten, creo que la ecuanimidad es más bien un proceso de reordenación inmediata de nuestras emociones, para dominarlas y no dejar que ellas nos dominen y nos desborden hasta el punto de perder los estribos y descontrolarnos, ya sea cegados por la ira y los celos, o por la alegría y la euforia, ambos son estados extremos del Ser, y nos sacan de nuestro centro o punto de equilibrio medio. 
 
Para ilustrar mejor lo que quiero dejar ver les dejo esta historia del libro “El Jardinero” 
Autor: Grian (Antonio Cutanda)

Cuando caen las hojas

Jardinero —llamó la niña desde la valla del jardín—, ¿por qué hay árboles que pierden su vestido de hojas en invierno, mientras otros se cubren del frío con las mismas hojas del verano?
— ¿Por qué te lavas la cara cada mañana en el Manantial de las Miradas? ¿Por qué arreglas tu lazo ante el espejo cada día cuando el sol se asoma por tu ventana?
El jardinero guardó silencio mientras la niña le observaba con una mirada inocente de extrañeza.
—El agua con la que te lavas tu cara por las mañanas es diferente cada día —continuó el jardinero—. Y el lazo con el que adornas tus cabellos es el mismo cada día.
—No entiendo, señor.
El jardinero se acercó a la valla y, señalando los árboles del jardín, le dijo a la niña:



—No existe árbol que no pierda sus hojas. Unos desnudan sus ramas bostezando cada otoño, y otros dejan caer sus hojas poco a poco a lo largo del año, mientras hacen salir hojas nuevas que ocupan el lugar de las anteriores. Por eso a ti te parece que no cambian su ropaje verde.
— ¿Y no sería más fácil tener siempre las mismas hojas, sin tener que hacer el esfuerzo de cambiarlas cada vez? —preguntó la niña mientras miraba un roble cercano.
— ¿Acaso no te hace tu madre vestidos nuevos cada primavera para que estés más hermosa y puedas dejar de ponerte los viejos?
—Sí—respondió la niña mirándole a los ojos.
—Y cuando un vestido se te queda viejo, ¿qué hace tu madre con él?
—Lo convierte en trapos o en retales, para hacer colchas para mi cama.
—Pues, mira bien. Con las hojas viejas de los árboles hacen una colcha de retales a su alrededor, alimentando el suelo del que luego tomarán sus sustento y dando vida a otras plantas y animales.
Un gesto de alegre asombro se dibujó en la cara de la niña.
— ¡Cuánto saben los árboles, jardinero!
Un estremecimiento, disparado desde los ojos inocentes de la niña, recorrió la espalda del hombre.
—Sé, pues, sabía cómo los árboles, y cuando la vida te pida que dejes caer las viejas hojas de tu mente y de tu corazón, no dudes en hacerlo, para que tu alma pueda disponer de un vestido nuevo cada primavera.

           ******


Definitivamente somos entes de cambios, de transformaciones, expresarnos con naturalidad es parte de nuestra aleación humano espiritual, ahora bien saber hacerlo con moderación, sin exageraciones, paulatinamente, al igual que los árboles, sin expresiones bruscas, es una manera de ser ecuánimes y coherentes con nuestra divinidad.
 

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.