jueves, 2 de marzo de 2023

Palabras cosidas

Se dice que lo que no te resta, en caso de no sumarte, te deja igual. 
Con esta verdad como estandarte, es propio dar el beneficio de la duda, al incursionar en algo que entendemos nos puede sumar, o por lo menos no hay forma de que nos reste. 

Pues más o menos, ese fue el móvil para decidirme a crear este blog y lanzarme por un camino que no sospechaba me haría tanto bien, y abriría tantas puertas al conocimiento de mi misma, de las demás personas y de la vida en general.




Recientemente leí en La Palabra Diaria la siguiente frase:

Hay un tiempo para todo; los pensamientos, las palabras y las acciones.

Hablaba de lo difícil que resulta comenzar algo, pero que una vez lo hacemos, nos llenamos de entusiasmo divino y esa energía nos sostiene y nos hace imparables.

Esta corta frase, es sabia y veraz, ya que lo primero que asoma es el pensamiento de algo, si no lo pensamos no hay forma de expresarlo, y menos, de llevarlo a cabo y hacerlo realidad. 

El pensamiento es el motor, las palabras son la llave, y la acción es el acelerador, pero sin el conductor dispuesto a hacerlo correr, el vehículo permanece inmóvil y no ejecuta su función. 
Es ahí donde prima la verdadera acción, en el creador de esos pensamientos, que si no los exterioriza convirtiéndolos en palabras para darles cuerpo, y se pone en movimiento, jamás verán acción.

Diría que para crear el blog, casi nada se planificó, solo el inicio, de ahí en adelante ese entusiasmo divino y esa energía que nos sostiene, me ha hecho imparable en esta causa, tanto, que me ha llevado por senderos literarios muy diferentes al pensado y deseado, y al contenido regular del blog. 



Decidí probar nuevas rutas, participando en la composición de microrrelatos, seducida por las propuestas de David Rubio Sánchez en su blog literario “El Tintero de Oro”, que ya forma parte de este blog, pues estas participaciones me llevaron a crear dos páginas más en el blog para agruparlas, que son:


Ambas páginas, ya tienen un buen tiempo y las actualizo según mis nuevas participaciones. En una de ellas encontrarán los enlaces (en las que participo) a las revistas que prepara David.
 
He tenido temporadas altas y bajas en el blog, a veces la gasolina escasea, pero hasta el momento, nunca me ha dejado seca en medio del camino, me da el aviso previo para no hacer tal o cual viaje o hacer un rellenito y evitarme el mal rato. 

A veces tengo la impresión de haber agotado casi toda la reserva, estoy cerca de cumplir diez años con el blog, y confieso que lamentablemente no he vuelto a conseguir llenar el tanque, ¡Uf!, qué costosa se ha puesto la gasolina, ja, ja. 




Renacer o nacer de nuevo es posible, tenemos el poder de decisión y gracias a él podemos reinventarnos y lograrlo. 
Pero cuidado, hay dos actitudes de vida que conviven en nosotros luchando por predominar, son: el entusiasmo y la apatía, una se caracteriza por la alegría y la acción, y la otra por la tristeza y la pereza
Ambas necesarias en momentos muy específicos, pero el predominio habitual de la apatía, marcará nuestro fracaso emocional y personal.

Sabemos que la monotonía aburre, más de lo mismo cansa y desencanta. Pero los cambios cuestan...
 
Aunque lo novedoso atrae y emociona, también asusta, al no tener conocimiento de lo que se pueda presentar, ni el dominio seguro de hacia dónde nos conducirá.
Aun así, esa misma incertidumbre que nos asusta, nos seduce, y frecuentemente nos motiva a correr el riesgo y salirnos de nuestra zona de confort.


Un buen equilibrio de estas emociones es primordial en la vida, ni tan absurdamente miedoso, ni tan repentinamente eufórico, debe haber un punto intermedio de balance. 

Quedarse paralizado en un bucle de pensamientos temerosos, es peligroso, pero arriesgarse sin detenerse un momento a pensar, es igualmente peligroso… 

Por eso hay que volver a la frase inicial

Hay un tiempo para todo; los pensamientos, las palabras y las acciones.

Nunca lo olviden…

Para terminar les dejo una especie de poema que brotó de mí  hace unos días y que titulé 

EL ECO DE MI VOZ  

Un viento fuerte me azotó, 
Grité una y mil veces, 
Y solo escuché el eco de mi voz.

Cuantos silencios eludí
Por no querer gritar
Y negar mi aflicción.

La sociedad nos deja sordos 
Pero la sabiduría de los años 
Nos devuelve la audición.

Si tan solo entendiéramos
El lenguaje del amor
Amaríamos, con todo el corazón.


P.D. Mi hija Viola, la madre de mi bello nieto Malik, me compartió el siguiente enlace de un hermoso corto animado “El niño, el topo, el zorro y el caballo”, que es un hermoso cuento de Charlie Mackesy, y que creo le va muy bien a esta entrega.



I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

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