domingo, 27 de octubre de 2019

Urgencias del amor

!Que les parece amables lectores!, me he dado permiso para participar en un nuevo reto literario. 



No recuerdo quien, pero alguien me comentó que David causaba adicción.

¡Ya lo creo! Por eso he agregado una nueva etiqueta al blog (Reto literario), y creado una nueva página, titulada "Pulsaciones", para agrupar ahí mis participaciones literarias, hechas con miras de desarrollar habilidades en la escritura, la narración e inventiva de relatos. 
¿Por qué?
Vaya usted a saber, quizás estoy siguiendo un nuevo llamado, o simplemente, motorizando algunos cambios interiores y estos relatos me servirán de ayuda.

Sin más preámbulo, cedo la palabra al micro.

URGENCIAS DEL AMOR













– Quedamos a las cuatro ¿Por qué esa insistencia en que fuera antes?
– Es que ha pasado algo importante.
– ¿Que pasó?
– Ya saben de nuestras reuniones.
– ¿Y?
– ¿Te parece poco? Alguien nos delató.
– ¿Sabes lo que me cuesta buscar una excusa para vernos?
– Lo sé, también a mi me cuesta mucho buscar una excusa para escabullirme.
– Entonces ¿Qué haremos?
– No lo sé, por eso adelanté la hora, para trazar algún plan.
– Bien, lo haremos público, o nos escapamos juntos.
– ¿Y cómo sobreviviremos? Ya somos muy viejos.
– Podríamos pedirles que nos pongan en un asilo, no se opondrán, saldrían de responsabilidades.  
– ¡Buena idea mi amor! Le diríamos en cual. Estaríamos juntos todos los días. Daría lo que fuera por pasar el resto de nuestra vida juntos.
– ¡Hecho! Busquemos alternativas...
– ¿Y si se oponen?
– Nos escapamos y morimos juntos en cualquier lugar.
– Ven, dame un beso.

                                              *****

– Deberíamos casarnos, así nos permitirían dormir juntos.
– Como eres de posesivo. ¿No te bastan todas las horas del día?
– Es que de noche no puedo dormir, quiero que amanezca pronto para estar junto a ti.
– Pervertido... No sé que nos pasó de jóvenes.
– No tuvimos el valor de enfrentar a nuestros padres y defender nuestro amor.
– Eran otros tiempos, ellos tenían nuestras vidas comprometidas.
– Tu rica, yo pobre..., tomamos caminos distintos.
– No te aflijas así, quizás no nos hubiera durado tanto el amor. Gracias a esa separación, aún nos amamos mucho.

– Abrázame, cierra los ojos, hoy te voy a hacer aquí mismo el amor...



Moraleja: lo que la vida te quita en un momento determinado es por una de estas tres razones:

1. No estabas listo para vivirlo y disfrutarlo a fondo.
2. Bloqueaba tu crecimiento y evolución.
3. Lo necesitarás con más urgencia más tarde.

Tal como dice el mensaje de la imagen inicial del micro “La vida te da la oportunidad de escribir, corregir y mejorar tu historia todos los días”.      

Pues bien, desde que arribé al mundo estoy escribiendo mi historia, hace muchos años que estoy corrigiéndola, y desde hace ya unos años, mi historia, a diario va mejorando...

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

domingo, 20 de octubre de 2019

La insólita desidia

Cada día que abrimos los ojos y nos damos cuenta de que aún estamos vivos, es un mágico milagro de la existencia misma. 



El hecho de haberle ganado la partida a la muerte el día anterior, es motivo de celebración interior, y no porque sea malo o trágico morir, más bien es todo lo contrario, es una especie de liberación y celebración; siempre y cuando hayamos cumplido nuestra misión. Si no es así, entonces, sí que es una lamentable tragedia, pues eso de repetir experiencias por no haber sabido enfrentar las pasadas, no es para nada agradable, es una clara razón para experimentar esa desidia ante lo venidero.

Dicen que la costumbre hace ley, que la monotonía es el peor enemigo de la alegría, que incluso hasta la belleza y la felicidad cansan. Nos hastíanos con facilidad de las cosas cotidianas, las damos por sentadas y terminamos omitiéndolas de nuestro estado de alerta.

¿Será por eso que nunca estamos conformes con nuestra vida y continuamos buscando y explorando otros mundos, otros planos existenciales, otras galaxias y otras vidas?
Siempre vamos por más, por cosas diferentes y nuevas: otros trabajos, otros amigos, otros países, otros sentimientos..., en fin, otras experiencias existenciales. 

Para una persona activa, animosa y con metas claras, sentir desidia es algo muy poco común, algo insólito, pero a veces sucede. Ya sea por una razón ajena a su estado de conciencia, o por razones intrínsecas a su personalidad, se cansa de alcanzar logros, de ser laureada, de tener que fijarse metas y comprometerse más de lo deseado a cumplirlas.


La familia (la pareja y los hijos) se quiere más que nada, pero también se descuida más que todo, damos ese amor por sentado y a buen resguardo, lo etiquetamos como un logro más alcanzado, y olvidamos regarlo a diario. Y si sentimos una fuerte demanda por parte de ellos, terminamos por aborrecerlos, aunque sea un sentimiento pasajero, los vemos como un obstáculo para seguir avanzando y probar cosas nuevas, como cadenas que nos sujetan y nos esclavizan. Eso mismo nos ocurre con nuestros padres cuando somos adolescentes y muy jóvenes, son una verdadera molestia para muchos, son el enorme muro a derrumbar.

Por eso, si te visita la desidia, déjala pasar y entrar, conversa con ella, descansa en su respiración perezosa, pero no la acomodes mucho, no vaya a ser que se quiera quedar. Luego de un tiempo prudente, más bien cortito, persuádela para que siga su camino, y hazle saber que si alguna vez la necesitas, la volverás a recibir con amabilidad, pero siempre de paso.

Para una persona poco activa, perezosa y carente de objetivos, sentir desidia es algo muy común, algo estacionario, la desidia se convierte en su mantra.  Ya sea por una razón ajena a su estado de conciencia, o por razones intrínsecas a su personalidad, nada le motiva, fijarse metas y comprometerse, no está en sus registros.


Nada es tan negativo, como para que no podamos encender la lámpara del corazón, ni nada es tan positivo, como para que no podamos apagar la lámpara de la razón. Nunca son tantos los electrones dentro de un mismo átomo como para que no haya protones, y esto también ocurre a la inversa, y cuando ambos se igualan en cantidad, sencillamente no hay carga eléctrica, está descargado.
Eso mismo nos ocurre a nosotros cuando nos visita la desidia, estamos en modo neutro, descargados, así que necesitamos darnos un tiempo de reposo para reacomodarnos y reactivarnos, y que esos electrones y protones, se superen unos a otros para recargarnos.
Esto se consigue experimentando esas cosas nuevas, dejando a un lado la monotonía, como dicen los que practican deportes extremos, dándose un subión de adrenalina pura. 

Por suerte, la vida se encarga de sacudirnos, de abrirnos los ojos y ayudarnos a despertar, aunque no siempre lo conseguimos a tiempo, muchas veces se nos hace tarde para entender la magia de la vida, y recuperar la sabiduría perdida.
Dicen que no hay dos sin tres, por algo será, o que la tercera es la vencida, y siempre se acostumbra a contar hasta tres, antes de tomar cualquier acción riesgosa.
Y vivir a toda capacidad, es la más atrevida y riesgosa de las acciones.

¿Contamos? Uno, dos y...
P.D. Les dejo el enlace de una vieja entrada “Hay días...”, que se relaciona mucho con el tema.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
https://www.elcaribe.com.do/2020/05/09/la-insolita-desidia/

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

jueves, 10 de octubre de 2019

Lecciones de la vida

Amigos, aquí estoy de nuevo con un relato para participar en otro reto en el blog “El tintero de oro” de David Rubio, por cierto, que hizo una hermosa revista recopilando los relatos del reto anterior “La puerta”, en el que participé y fue mi primera vez en su interesante blog.

Se trata de un ejercicio de escritura, esta vez el límite de palabras es de 450, y el único requisito es que hable de un objeto mágico, veremos si les gusta el micro...



Lecciones de la vida (Paseando por el río)

Luis  y Julián, inseparables amigos de infancia, inquietos como cualquiera de su edad, siguieron distintos caminos, la vida los obligó a separarse. Cuando apenas empezaba la verdadera diversión, Julián se mudó a una ciudad lejana, apenas si tenían noticias del otro, pero a pesar de la distancia, encontraban la manera de hacerse sentir, de establecer algún tipo de vínculo.

Si caminaban por la vereda de un rio trataban de detenerse a contemplar sus aguas, y escuchar el sonido que hacen en su recorrido, algo que era costumbre hacer de niños y acordaron hacerlo para no olvidarse. Eran los años sesenta y las cartas no les hacían mucha ilusión, tardaban demasiado.

Algo que también hacían ambos era deleitarse en sus orillas, tratando de encontrar algún vestigio de vida, o más que eso, de algo trascendental y fantástico, que cambiara sus vidas para siempre, y antes de separarse acordaron que si eso ocurría pedirían un único deseo, volver a ser niños y juntarse de nuevo.

Pasaron varios años, eran ya unos jóvenes enamoradizos y apuestos... 




Un día Luis recibió una carta de Julián en la que contaba que a orillas de un río encontró algo muy extraño, parecía una vasija imperial con bordes de oro y sellada en su interior, la divisó aguas abajo en un río poco caudaloso y enseguida se tiró a buscarla, tenía una breve inscripción: “Pide un deseo y se te concederá”. En la carta le pedía autorización a Luis para pedir el deseo que habían acordado, no se atrevía a hacerlo sin su permiso, pues si le había ido bien la vida, de seguro no querría regresar a la niñez. Le contaba que a él la dicha no le sonreía para nada...

Para su sorpresa la carta llegó rápido y la respuesta de Luis no se hizo esperar, explicándole que había sido muy infeliz todos esos años, pues la chica que amaba ni lo miraba y se casaría muy pronto con otro. Así que le daba permiso de pedir el deseo, y añadirle que no se separarían jamás.
  
Mediante cartas fijaron día y hora... Desde luego ambos desaparecerían de sus respectivas familias, algo con lo que no contaban, y vivirían por siempre en su lugar natal, entre la maleza del rio, sus aguas y su alegre cantar. 

El artefacto desapareció al cumplirse el deseo.

Pasaron tres años y se cansaron de ser niños, ya no les gustaban las cosas de antes, y no tenían forma de revertirlo. 

Un día el objeto volvió a aparecer a orillas del río, esta vez la inscripción era diferente, decía: “Acepta los cambios, no te castigues”. Sonrieron, se abrazaron y retornaron a sus vidas con la lección aprendida...

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.