lunes, 21 de febrero de 2022

Las perlas de nuestra vida

El Tintero de Oro celebra un concurso en homenaje a “Desayuno en Tiffany's”, una obra de la literatura llevada con elegancia al cine.
¿Y qué creen? He escrito un relato fuera de concurso, el cual comparto al final del siguiente análisis que me ha inspirado la actuación de Audrey Hepburn (como Holly), en la película.
 
Vi la película por primera vez el año pasado, no la conocía, y como no he leído el libro, quizás este análisis del personaje de Holly en la película, no se corresponda con el del libro. 



Me ha sorprendido mucho el personaje que con tanto carisma interpreta Audrey Hepburn, porque es una aleación de una mujer de este tiempo, o sea, perteneciente a este mundo moderno y acelerado que quiere vivir bien, en sus anchas y largas, pero que en el fondo, y hasta cierto punto, su inocencia natural, y su buen corazón, la llevan a actuar también como en los tiempos de antaño, o sea, como una anticuada mujer que lucha internamente por ser moderna, lo que a mi juicio la hace merecedora de una atención especial.

Holly posee una personalidad atrayente, es muy extrovertida, tiene claro lo que desea y lo que no (al menos, eso piensa ella), conjuga magistralmente una apariencia frívola, con una ingenuidad apabullante, desprovista de malicia alguna, pero majadera, ambiciosa y caprichosa. Sumando a eso su juventud, belleza y encantos femeninos, y su gran corazón, sin duda estamos frente a un ser muy especial que a nadie deja indiferente, o mejor dicho, que a todos impresiona y enamora.



Con todos esos atributos, ella es lo máximo de la película. Ambiciosa, enfocada en una meta cueste lo que cueste, con esa mezcla de niña y mujer, de bondad y algo de perversidad, de ingenuidad e irresponsabilidad frente a la vida, con una inmadurez que se sabe vestir de seguridad y madurez. Llevando a cabo este papel con una coqueta elegancia que la hace irresistible…

Es capaz de invitar a todos a su casa y armar un revuelo, para luego dejarlos en un caos total y salir de ahí como si no fuera asunto suyo y nada fuera su responsabilidad. Capaz de flirtear con todos, con aquella encantadora y seductora inocente dulzura, y decidirse desfachatadamente por el más adinerado como una vulgar caza fortuna. 

Capaz de entrar a  Tiffany's, esa famosa tienda de joyas y diamantes que tanto le gustan y atraen, y conformarse con un anillo barato, solo por saber que allí fue comprado, o porque en su fuero interno ama a ese alguien que se lo va a regalar, o por una mezcla de ambas razones. Pero como ese hombre no llena sus aspiraciones de lujo y confort, no es capaz de rendirse ante ese amor y sigue fingiendo estar bien, mostrando frialdad, porque no desea tronchar sus sueños. Por esto es capaz de mentir con tanta naturalidad, que difícilmente se delata.

Ella tiene el coraje de sacar fuera del auto en plena lluvia torrencial al gato que adoptó, al que ni un nombre le da, solo le llama “gato”, para no crear lazos afectivos, y abandonarlo sin pesar o remordimiento aparente.  

Todo esto por estar bajo el influjo de una crisis existencial, ese “Ser y no Ser”, “Querer, no tener y creer merecer”, por tener esa desparpajada ambición por el lujo y el mundo frívolo de las altas esferas de la sociedad, en contradicción con una sencillez de alma y una cándida dulzura, tan real…, que la hace brillar con luz propia.
 
Esa magistral interpretación de Audrey, hace de un guión simplón y para nada inventivo, más bien, común en el colectivo humano, una obra irrepetible, convirtiendo esta película, en un clásico del cine.

Con una tremenda contraposición de la dualidad del Ser, formando un cuadro psicológico que a simple vista parece trivial, pero que en profundidad, descubre el mundo interior de muchos seres humanos que andan en busca del bienestar social, ser aplaudidos y admirados por los demás, lo que creen les llenará de satisfacción y felicidad. Pero muy en el fondo, no suelen serlo, aunque aparente ser lo que deseaban, porque después de todo, este logro es efímero, superficial e insustancial, y lo que buscan en realidad es sentirse amados, ser aceptados tal cual son, en lugar de rechazados.  

Todo lo dicho sobre Holly, me hizo recordar una canción que interpreta Joan Manuel Serrat en su álbum Tarres Serrat, de los cubanos, Sánchez Galarraga y Graciano Gómez, titulada, “Yo sé de una mujer”, en especial por sus dos últimas estrofas, y más específicamente aún, por los dos últimos versos que pongo en cursiva, aquí les van sus letras:

Yo sé de una mujer que mi alma nombra
Siempre con la más íntima tristeza
Que arrojó por el fango su belleza
Lo mismo que un diamante en una alfombra

Más de aquella mujer lo que me asombra
Es ver cómo en un antro de bajeza conserva
Inmaculada su pureza como un astro
Su luz entre la sombra

Cuando la hallé en el hondo precipicio
Del repugnante lodazal humano la vi tan inconsciente
De su oficio que con mística unción besé sus manos
Y pensar que hay quien vive junto al vicio
Como vive una flor junto a un pantano

Al final les dejo el video con la canción por si no la conocen, es cortita pero muy bonita.

¡Y ya por fin, el relato, espero que les guste!


Las perlas de nuestra vida        846 palabras












Siempre que íbamos a salir de fiesta nos ocurría lo mismo, a la hora de elegir el vestuario, ella se proponía volverme loco, era una odisea hacerle entender que siempre lucía hermosa, que la percha era más bella y valiosa que el vestido.

Después de horas de medirse ropas y verse al espejo, me hacía entrar en la habitación para auxiliarla y ayudarla a elegir, por más que daba mi aprobación, nunca estaba satisfecha y terminábamos saliendo de tiendas. 

No sabía cuál calvario era peor, porque en la casa me daba mis escapaditas con el pretexto de buscar algo en el refrigerador, para ver cómo iba el juego en la tele, pero en las grandes tiendas, era todo un horror pasar tanto tiempo, y verla de pasarela en pasarela, mientras el fútbol se ponía mejor…

Confieso que al principio lo disfrutaba y me divertía, estaba orgulloso de lucirla del brazo y hasta me producía cierta excitación ese desfile de moda. 
Los escotes sugerentes, lo ajustado de sus bien contorneadas caderas, ver ese lunar en su nuca y ayudarle a subir el cierre tocando su piel, erizada por el frío del aire, o por el contacto con mis manos. Me decía que era por lo primero y yo insistía que era por lo segundo, y reíamos con discreción, sellando nuestros labios con un suave beso.




Al final ver lo hermoso que lucía el vestido en ella, porque hay que decirlo, en el escaparate no decía nada, pero en ella, era todo un monumento a la creación. Su gracia natural y sus seductores movimientos insinuantes, me hacían sentir en las nubes, sobre todo porque al llegar a casa, estaba tan excitado y ella tan emocionada, que el cielo nos quedaba bien cerca y el paraíso dejaba de ser una tentación.

Luego, decidido ya el vestido, venían los accesorios, zapatos, cartera y las joyas. 
Aunque suene raro, porque se de muchos hombres que se quejan más de la indecisión por los accesorios, en mi caso esta parte era la mejor. Tenía predilección por un modelo muy personal de calzado, que en sus delicados pies se hacía más elegante de lo que era, y la cartera era pan comido, no era nada maniática con esto, su sencillez era apabullante a la hora de elegir esta pieza.

Ahora bien, las joyas le enloquecían por completo, quería llevarlas todas para ir cambiando algunas a medida que iba pasando la noche, nunca entendí esa costumbre, no sé qué extraña manía o ceremonia de cambios era esa, pero lucía al menos cinco piezas diferentes en una misma noche, y siempre acostumbraba a lucir el mismo collar de perlas que le regalé, a la hora de llegar y a la hora de irnos de retirada. 

¿Cómo lo tenía tan bien calculado?, ni me lo puedo imaginar, lo único que les puedo contar es que el pequeño collar de perlas y sus respectivos zarcillos, sin importar el vestido que llevara, eran su acompañante de entrada, y de salida también, y lo cierto es que le quedaban soberbiamente hermosos.

A veces me preguntaba si alguien notaba ese cambio de prendas, o solo yo lo hacía. Una vez la abordé y me dijo lo siguiente

−Cuando nos comprometimos me regalaste ese bello juego de perlas que tanto me gustaba, a veces no es lo que quisiera llevar puesto, pero al usarlo, estés conmigo o no, me hago la idea de que estás ahí, luego lo cambio en varias ocasiones por otras joyas, y me libero y te libero, al ponérmelo de nuevo, me vuelves a acompañar.

Créanme que no entendí lo que me quiso explicar, pero aprendí algo muy importante, en algunas ocasiones, es mejor, no preguntar… Y continuó diciendo.

− Tal vez no lo recuerdas, éramos unos críos, pero cuando nos besamos por primera vez, hicimos un pacto genial, no olvidar cómo empezó todo, eso nos daría fuerzas para llegar juntos hasta el final. 

Al ver mi cara de sorpresa o de tonto, me lo volvió a explicar.

Nuestro inicio fue hermoso, y el amor creció entre nosotros, el día del compromiso, junto a ese collar escribiste una tarjeta que decía algo muy particular: 

“Este regalo es un símbolo de nuestra unión, representa dos cosas que no debemos olvidar. 
El collar adornará tu cuello, pero representa nuestras voces, que deben ser siempre tan elegantes y delicadas como esas perlas, que al paso de los años conservaran su brillo nacarado, al igual que nosotros, el estar enamorados. 
Los zarcillos adornarán tus orejas, pero son nuestros oídos, nos recuerdan que hay que saber escuchar, representan nuestra mutua atención, respeto y consideración”. 
 
Quedé estupefacto, embelesado, sí que lo había olvidado por completo. Sonrió, como acostumbra hacerlo, incitando al beso. La besé y abracé contra mi pecho como aquella primera vez, y nuestros ojos se miraron con pasión abrasadora y se dijeron lo que pronto nuestros cuerpos ardientes corroboraron, el amor verdadero, se entrega por entero...

Desde entonces trato de ser paciente con los avatares de nuestras salidas, aunque también debo decir que cada día salimos menos y la amo más.




I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

viernes, 18 de febrero de 2022

Bienvenido, Malik

Amables lectores y amigos, tengo motivos sobrados para estar doblemente feliz. 

Esta es una ocasión muy especial para mí, y no podía dejar de compartirla aquí, en mi bitácora...

¡Ya ha nacido nuestro primer nieto, su nombre es Malik!


                      Foto tomada en el parto por uno de los doctores que la asistieron


El día ocho del corriente (sí, leyeron bien, otro ocho en la familia), vio la luz esta bella criatura. 

Todo ha salido bien con mi hija Viola y con el niño, y tanto ella, como Francis (su esposo y padre del niño), están que no caben de felicidad, al igual que todo el resto de las dos familias.

Estamos agradecidos por este bello regalo de vida que es Malik.


   


Gracias a los doctores que los asistieron y al personal auxiliar, bendiciones a sus vidas…


¡Salud y larga vida para nuestro retoño!
 



MALIK, BIENVENIDO A LA FAMILIA. 
Que siempre le sonrías a la vida, y que esta, también te sonría a ti. 

Gracias por hacernos abuelos...



P.D. Y a propósito de la familia, quiero aprovechar esta corriente de felicidad que nos invade, para compartir con ustedes el enlace de una entrada reciente del blog “Otra Forma de Vivir tu Vida”, de la psicóloga y amiga bloguera Euri Mérida, en la que además de poner mi granito de arena con un par de frases, y reconocer que ha sido una idea genial, al entrar a su espacio, podrán apreciar la generosidad que la caracteriza y su entrega por mejorar la vida familiar y personal del colectivo humano.  

!Gracias Euri! 


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

lunes, 7 de febrero de 2022

Viviendo entre olas

Los sucesos de la vida, tan cambiante y acelerada, nos hacen sentir muchas veces como si estuviéramos viviendo dentro de una gran ola, dando vueltas en círculo, atrapados en ese centro libre de agua, pero mojados y rodeados de ella, donde apenas podemos respirar, y no vemos cómo escapar con vida de allí. 


  Olas atrapantes y desesperantes


Si, en muchas ocasiones vivimos atrapados entre grandes olas de desesperación, ya sea de tediosos compromisos, de promesas incumplidas, de escasez y precariedades económicas, de ausencia de afectos y de salud física y mental (aunque esta ultima, pocas veces la notamos). 

Nos sentimos con el agua al cuello, casi ahogados, exhaustos de tanto esforzarnos por salir a flote. Así vivimos mayormente en la actualidad, atrapados y envueltos entre peligrosas olas de miedo, desesperanzas e inconformidad… 
Esas olas, por suerte o por desgracia (lo dejo a vuestro criterio), no son estáticas, van y vienen, nos llevan y nos traen…, pero nos dan al menos un breve respiro.

Ya sean olas de desdicha y confusión, de carencias y soledades, de abusos y malos tratos, de mentiras y falsedades, de resignación y amargura, …, son olas que nos golpean con violencia, nos tumban y casi nos ahogan, arremeten con fuerza y sin piedad. Todas estas son olas de infelicidad.


 Olas envolventes y asfixiantes


En cambio hay otros tipos de olas más comunes, las que nos arrastran a su compás, nos balancean con suavidad, y nos golpean momentáneamente como una efusiva caricia, dejándonos respirar con facilidad. Estas olas, no son circulares, ni son tan grandes y asfixiantes, más bien son suaves y reconfortantes, se desplazan con gracia a nuestro alrededor, por lo que podemos jugar con ellas, divertirnos nadando y surfearlas a nuestro antojo. Estas son olas de felicidad. 


 Olas juguetonas y acariciantes


Para más explicaciones comparto este enlace acerca de la formación de las olas y los tipos de olas marinas.


Si queridos amigos, la vida es semejante a las olas del mar, que como bien lo explica el artículo del enlace, cambian de dirección y de intensidad por agentes externos, pero el mar tiene el control y no permite que se desate ninguna tormenta que no pueda ser capaz de calmar en su interior. 

La superficie puede alterarse, incluso puede socavar un poco su profundidad, pero hay un lugar de calma más allá de esos remolinos, que ninguna tormenta es capaz de violentar.

De esa misma manera nosotros debemos mantenernos en control, por muy fuerte que soplen los vientos, por mucho que los agentes externos nos provoquen, mantengamos impenetrable ese lugar de calma, fuera del alcance de cualquier tormenta, no perdamos la ecuanimidad y serenidad. 




No olvidemos que vivimos en un planeta mayormente de agua, que nuestro cuerpo, es mayormente agua, así que lo que mayormente hacemos, es navegar entre las aguas de la vida… Nuestro cuerpo es como un barco, azotado por diferentes olas, pero si somos buenos navegantes, sabremos surfearlas y hacer de esta travesía que es la vida, una agradable y refrescante experiencia acuática. 

Somos un gran océano humano, y cada individuo es una ola humana, por momentos atrapante y desesperante, en ocasiones envolvente y asfixiante y comúnmente juguetona y acariciante. De esta manera es como debemos ver la vida, cambiante; atrevida, desafiante y relajante, y vivirla en función de su belleza y fascinación.


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.