jueves, 14 de julio de 2022

La provocación

¿Por qué nos gusta provocar al otro?

A lo largo de los años me he llegado a convencer de que la provocación tiene su raíz en el desquite, en la ira contenida. De que el que provoca es porque quiere de alguna manera resarcir su dolor callado, el que siente  cuando es molestado y no puede defenderse o no sabe cómo hacerlo. Entonces provoca a otro para poder desahogarse, molesta porque es molestado y anda en busca de una válvula de escape.



El antídoto de la provocación es la indiferencia, ya que hace una especie de escudo protector, pero el que provoca insiste, necesita una respuesta para seguir molestando y atacando, a manera de un desquite para descargar su impotencia y dolor ante el abuso que sufre. En este caso, la indiferencia podría no dar buenos resultados, ya que su rabia aumenta y esto resulta muy peligroso si el que provoca se sale de control.

“El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras” (Aristóteles)

Otro antídoto de la provocación, es tener una actitud de empatía y derribar ese dolor y rabia a base de seguirle el juego con amabilidad, sonreír a la burla y hacer un reconocimiento de aceptación, como si también nos burláramos de nosotros mismos. Entonces, en lugar de un enemigo, nos convertimos en su aliado, y como es una reacción que no se espera el atacante, lo vuelve vulnerable, pierde momentáneamente fuerzas, se debilita y nos da chance para doblegarlo.
 
“Lo que no te mata te hace más fuerte” (Friedrich Nietzsche)

Mostrar amistad y afecto a pesar de ser agredido, derrumba inmediatamente al atacante, porque este lo que desea es que demuestren incomodidad, odio, o rabia, para así liberar sus miedos interiores y reivindicarse, o al menos sentir que no está solo, que no es el único abusado, o que en su defecto, también tiene fuerza para abusar. Al mostrar amistad y tomarlo a broma, no te conviertes en el samba que se esperaba encontrar. O terminan siendo amigos, o se aleja reflexivo y desconcertado en busca de otra víctima, otro samba al cual golpear. 

Con tres posibles samba que tomen esta actitud amistosa ante la agresión, el atacante se va debilitando, la decepción se apodera de él, se desanima y baja la guardia y resulta más fácil acercarse y brindarle ayuda. 

Demostrándole que la vida no es una cadena de desquite, que hay otra forma de resolver las cosas, que hablar de lo que nos pasa es sano y que todos tenemos derecho a ser respetados y valorados, y más que todo, amados. Y que si alguien no lo hace, no es el fin del mundo, de seguro ese alguien debe ser muy infeliz y con una historia muy triste de dolor y abusos que le hacen sentir esa necesidad de herir y dañar a otros. 



El dolor no se calma con causar dolor, el sufrimiento que se alimenta del sufrimiento ajeno, no desaparece, sino todo lo contrario, crece y no se sacia nunca, se convierte en una enfermedad mental peligrosa. La falta de amor y respeto a la vida y a la persona es causa de mucho dolor, y el miedo juega un papel primordial para atacar o ser atacados. El miedo nos convierte en verdugos o en cobardes, o en ambas cosas a la vez. De ahí se derivan todos los tipos de sumisión y abusos físicos y psicológicos. 
 
El que tiene miedo ante la provocación y lo sufre, se desquita humillando al más débil. Causándole el mismo sufrimiento que siente, alivia un poco su rabia interior, pues en lugar de ser clavo, se siente martillo y lo disfruta momentáneamente. Pero eso aumenta su dolor, porque no es lo que en el fondo desea hacer, solo lo hace para sentirse superior, pues la percepción de inferioridad que tiene de sí mismo, lo corroe por dentro y el aparente disfrute y victoria, no es más que otra triste derrota.  
 
“Que tus decisiones sean un reflejo de tus esperanzas, no de tus miedos” (Nelson Mandela)

Los abusos, las burlas, el bullying y las provocaciones han existido tal vez desde siempre o desde que el ser humano perdió el verdadero sentido de la vida y el respeto hacia ella, para muchos esta actitud es normal, y no podemos evitarlo. Como dicen, aguantemos callados y hagamos lo mismo que nos hacen y san se acabó. Lamentablemente esa actitud ha conseguido que estas cosas vayan en aumento cada día de una forma brutal y aparentemente silenciosa, pero están haciendo un ensordecedor ruido interior, que ha obligado a tomar serias medidas en algunos casos como el del bullying, que se ha salido de control. 
Por lo que urge analizar el problema con pinzas y mucha psicología, desde los dos puntos de vista, de la víctima y también del atacante, ambos necesitan ayuda psicológica y emocional, como en la mayoría de los casos de agresión.

“Si algo no te gusta, cámbialo. Si no puedes hacerlo, cambia tu actitud” (Maya Angelou)

Es bueno recordar que según la importancia que le demos a las cosas, con esa misma intensidad la haremos crecer o empequeñecer. No permitas que nadie te haga sentir poca cosa, o menosprecio hacia tu persona, mantén siempre la cabeza en alto, y habla sobre lo que te ocurre y cómo te sientes con ello. Y en lugar de salir a buscar enemigos o venganza, sal a buscar aliados, amigos, y sanación, así habrá más posibilidad de vivir feliz y en paz.


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

8 comentarios:

  1. Excelente reflexión querida, Idalia.

    El texto nos invita a buscar el origen de la ira en algunas personas y como podemos enfrentar las consecuencias si nos pilla de por medio. Pienso que el humor es la mejor arma para desmontar un ataque personal pero a veces no es suficiente o no tenemos en ese momento el ingenio adecuado. Es por eso que a veces no nos queda más remedio que el enfrentamiento crudo y directo aunque pienso que debe hacerse desde la reflexión y sin violencia claro. Estoy muy de acuerdo también en que debemos ser equilibrados y dar la importancia justa a las cosas que nos suceden.

    Me encantó volver a leerte :)

    Abrazos y besos desde las arenas de Marte.

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    1. Miguel, muchas gracias por tu visita y comentario siempre puntual, dando en el clavo, como decimos acá.
      Como dices el humor sería la mejor forma de llevarlo, pero no siempre tenemos la chispa y la armonía interior para dejar pasar las cosas. Si nos vemos forzados a responder, que sea en control, lo más educados y respetuosos posible, siempre desde la consideración y el respeto.

      !Gracias! Espero que lo estés pasando de maravilla en esas arenas festivas de Marte. Besos y abrazos hasta ti.

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    2. Miguel, este es el escrito del que te hablé en mi comentario a tu publicación del Bullying no pinta nada.

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  2. Que tema tan delicado nos trae hoy, Harolina, al menos a mí, me lo parece. Sobre todo, porque me parece que al día de hoy hay mucha gente que le gusta "provocar" de diferentes formas, y es verdad, que deben ser personas insatisfechas consigo mismas aunque no lo sepan o crean. Eludir la provocación, resulta difícil pues depende del momento dan ganas hasta de dar una bofetada, jajaja. Hoy por hoy lo que a mí mejor me vale es; no reaccionar y dejar que las aguas se calmen, eso sí, para que el otro no se siente ofendido o siga provocando, la actitud ante ese hecho es primordial pero también creo que lo es, mantener la mente limpia de juicios, y sin poner caras que a veces he visto como queriendo decir: te dejo porque quiero pero la verdad es mía, y eso también se transmite al provocador.

    Las citas que has puestos le van perfecto a tu reflexión y todas me encantan, me decanto por la última de; Maya Angelou, será porque es la que procuro practicar en todo momento y para todo en lo que estoy consciente.

    Hermosa y necesaria reflexión, mi entrañable amiga. Gracias...
    Te felicito una vez más, por estar siempre ahí, ofreciendo al lector un toque de "atención" y sepamos ver más allá de las apariencias.

    Que pases feliz la semana, y que esa felicidad se extienda para las venideras.
    Abrazos álmicos:)

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  3. Mila, encantada de recibir tu comentario y esa retroalimentación que haces y que deja ver otras aristas del problema de la provocación. Me has hecho reir con eso de la bofetada, a veces hasta va más allá el deseo de responder, ja, ja, pero al igual que tu, opto por no reaccionar como se espera, le resto importancia al asunto y corto cualquier indicio de debate o violencia, lo detesto, pero dejo ver que por respeto, no por miedo, porque en los enfrentamientos aunque se gane, siempre se pierde.
    También me encanta la frase de Maya, y me gustó conocer la de Aristóteles, no la habia escuchado formulada así.

    Querida amiga, muchas gracias por este tiempo que me regalas, lo atesoro, y deseo que estés teniendo un buen verano. Recibe todo el cariño en este abrazo.

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  4. La verdad es que resulta difícil mantenerse a veces impasible ante la provocación. Personalmente, siempre he sido de provocación fácil y ahora me doy cuenta de cómo ha ido cambiando mi comportamiento con los años. Tu extraordinaria reflexión me recuerda a una situación vivida recientemente y sí, funciona el hecho de no caer en esta trampa provocativa, tomarlo a broma o sin entrar en ella vi que produce un efecto inesperado y eso desmonta a la persona.
    Coincido contigo en todo lo que expones y pienso que hay mucho de cierto en que hay personas que tienen la necesidad de hacer sentir su superioridad hacia los demás disfrazando así sus complejos y problemas encubiertos bajo esa capa de seguridad que les produce hacer sentir mal al otro.
    Es un tema complejo el de la provocación donde se esconden muchos problemas psicológicos que es necesario tratar.
    Todo un placer leerte en esta sabia reflexión querida Harolina y muy acertadas las citas que empleas.
    Abrazo inmenso con todo mi cariño y gratitud.

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  5. Marina, muchas gracias por tus palabras, siempre sinceras y certeras, y por compartir tu experiencia personal aquí. Los años no pasan en vano, y si de jóvenes somos impetuosos y de fácil provocación, de mayores lo ideal es ser cada vez más serenos y reflexivos, tratando de descubrir lo que se esconde detrás de cada provocación o actuación impetuosa.

    Besos amiga y un fuerte abrazo.

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VALORAMOS Y AGRADECEMOS TUS HUELLAS.