domingo, 6 de julio de 2025

La carta (2da parte)

A petición de algunos lectores de la entrada anterior “Excéntrico escritor anónimo”, aquí dejo uno de los posibles desenlaces del relato, es el que construimos las musas y yo al terminar el mismo, pero desde luego se presta para otros tantos, ustedes propicien el desenlace que les señale su imaginación y si desean pueden exponerlo en los comentarios, será un gusto recibirlos.     



Cuando me avisaron que saliera al portal a ver lo que estaba ocurriendo, jamás pensé que me encontraría con tan triste panorama. 
Mi jefe y amigo Edmundo Pratt, a quien le debía tanto aprendizaje profesional y de vida, agonizaba.

Corrí hacia él y le pregunté que había pasado, apenas pudimos mirarnos unos minutos a los ojos, tomó aliento y dijo 

  ̶  Gracias Alfredo, amigo fiel, sin ti nada hubiera sido posible.

Puso su mano en mi pecho mostrándome una carta, y me dijo al oído muy quedo

  ̶   La decisión es tuya, si no aceptas estará bien, haz lo mejor para ti, solo fui una sombra anónima, un desconocido, pero marcho feliz gracias a tu complicidad.

Lo abracé, lloré y dije, gracias a ti amigo, mentor, casi mi padre. Me miró, bajó los párpados y sonrió, luego de un profundo suspiro murió.


                                                                 ∞ ∞ ∞ ∞ ∞ ∞


No les daré todos los detalles, pero habían dos cartas. Una era una confesión de un delito, la otra estaba dirigida a MÍ. 

En ella me hablaba de lo peligroso del juego, de su deseo de terminarlo y me pedía que aceptara su propuesta, y aunque no lo hiciera, de todos modos ya había dejado todas sus pertenencias a mi nombre.

Me explicaba que la idea de la carta lacrada surgió porque ya se sentía realizado, saciado y cansado, tanto como escritor, como hombre y como amante, que el juego ya le estaba costando y exigiendo demasiado. 

Seguir complaciendo a tantas mujeres hambrientas de placer que se unieron, tomaron el control del juego y amenazaron con revelar su identidad si no accedía a sus encuentros, lo desgastó, perdió todo interés, hasta se volvió impotente y las patillas ya no le surtían efecto. Por eso decidió acabar con todo de una vez.

Se le ocurrió usar una estrategia de escape, decir que el era un impostor, que se aprovechó de las circunstancias del anonimato para enviar cartas más eróticas que los libros publicados quién sabe por quién, y así poder estar con todas esas mujeres hermosas, solteras y deseosas de placer. 

Por si su plan fallaba y las mujeres tomaban represalia, dejaba esa carta lacrada para que YO, su administrador y amigo (el narrador de esta historia) me identificara como el verdadero escritor.

En la otra carta, por si surgía algún inconveniente, dejaba la confesión de su delito de hacerse pasar por el autor EDAS y que así no hubieran represalias en contra de esas mujeres a las que deliberadamente engañó por un buen tiempo y las abusó.


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La única persona que sabía de su existencia en el pueblo a parte de su mayordomo y de MI, era su abogado de toda la vida, su hombre de confianza en todo lo relacionado a sus bienes y finanzas, al que le había encargado todos los arreglos de sus bienes a mi nombre y al que le confesó que le quedaba muy poco tiempo de vida. 

Nadie más sabía quién era Edmundo pues nunca daba la cara, su muerte aunque se supo en el pueblo, no levantó sospechas ni causó ningún revuelo, y entre los tres nos ocupamos de darle cristiana sepultura. 

Lei mil veces esa carta, no podía consultar con nadie qué hacer al respecto. 


∞ ∞ ∞ ∞ ∞ ∞


Mi vida empezó a cambiar. De administrador a dueño de negocios y beneficiario de libros anónimos, que se seguían vendiendo mucho, tanto en el pueblo como en la capital.


Ha pasado un año ya, aunque los libros firmados por EDAS se han conocido a nivel internacional no volvió a aparecer ningún nuevo libro más con su firma, se rumoraba que quizás el extraño que había muerto era el escritor. 

Aunque no pasó de ser un rumor, muchas mujeres llevaban una flor marchita en la cabellera, como si estuvieran en duelo permanente o cargaran una gran culpa en su conciencia. Cambiaron el semblante, se veían tristes y frecuentemente cabizbajas, sus ojos habían perdido ese brillo especial.


∞ ∞ ∞ ∞ ∞ ∞

Ya que a fin de cuentas el mayor interés de Edmundo era mantenerse anónimo, no me atreví a revelar su identidad en respeto a su memoria, aunque Dios sabe que merecía recibir esa gloria. Supongo que por eso, los rumores aumentaron considerablemente y muchas mujeres dieron por sentado que definitivamente era él, al llevar ese largo período de luto. 


YO, decidí no atribuirme su mérito. Bastante tenía ya al dejarme su fortuna y sus enseñanzas, y hasta inspiración para contarles esta historia, que me ha hecho descubrir un talento privilegiado, por todo eso agradezco enormemente su legado. 


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

8 comentarios:

  1. Hola, Harolina, así que la carta decía eso. Necesitábamos esta segunda parte, estaba claro. Dejó un gran legado, los libros gustaban y se seguían vendiendo como churros, pero efectivamente, era el escritor y no "anónimo", jeje.
    Te quedó muy bien.
    Un abrazo. 🤗

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    1. Merche, muchas gracias por la motivación para completar la historia que se surgió con la propuesta del anonimato en el Tintero, ya ves, una se queda con otros detalles que no caben en las 900 palabras, ja, ja.
      Gracias y otro abrazo para ti.

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  2. Hay mucho talento que permanece oculto.
    A ti te sobra... tienes talento hasta para regalar.

    Saludos.

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    1. ¡Ay, Xavi! agradezco mucho la impresión que te dejo este relato. Creo que lo que sí tengo es mucha imaginación, incluso en sueños esta es desbordada, ja, ja. Y gracias a mis participaciones en el Tintero he aprendido un poco a usarla y darle más rienda suelta.
      Que estés bien y gracias de nuevo.

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  3. ¡Hola, Idalia!
    Me alegra que hayas desarrollado más la idea con esta segunda parte. Me pareció entender que le dejaba su legado por lo contentó que quedó al final, pero ahora se aclara con más exactitud qué es lo que le trasmitió.
    Un anónimo en toda regla, incluso post-morten, y además... generoso. ¡Muy bueno!!
    Un fuerte abrazo, querida Idalia! :)

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    1. ¡Hola, Maite! Qué bueno que viniste, fuiste una de las que pidió segunda parte, aunque nunca tienen el buen gusto de la primera, ja, ja, pero esa era la idea que teníamos en mente las musas y yo.
      Pues así fue, un personaje excéntrico, pero al menos muy generoso con quien le ayudó a mantenerse anónimo.
      Que lo estés pasando bien querida Maite y recibe otro fuerte abrazo.

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  4. Ay, Idalia. Me has hecho reír con la imagen que he creado de esclavo sexual, y mira que no es para eso, pobre hombre, siendo el objeto de toda mujer viviente y todo para no revelar su identidad, ¿no era mejor afrontarlo? A veces se llegan a límites como en este caso, la mente humana es una contradicción en sí misma, y lo que debería poder solucionarse de una manera más sana termina en una desgracia.
    Con este desenlace muestras justo eso, en la vida se cometen errores, pero ir de cara, mostrar la raíz ante cualquier adversidad, da la opción a inicio, y todos merecemos la oportunidad y la reinserción, o por lo menos yo si creo en el perdón.
    Siento llegar tan tarde.
    Muchos besos.

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  5. Hola, Irene, nunca se llega tarde, el tiempo marca el compás, pero nosotros marcamos el ritmo y la frecuencia, llegaste cuando tenias que llegar, y eso es lo más importante.

    También me has hecho reir con tu imagen de esclavo sexual, ja, ja, no lo habia pensado asi, pero lo cierto es que fue un esclavo de su afán de anonimato, quizás por falta de autoestima, por miedo a perder público, o porque ser anónimo le provocaba cierta excitación mental muy favorable, ja, ja.

    Muy apropiado que traes a colación eso de ¿no era mejor afrontarlo? y el siguiente análisis que haces, lo cierto es que desde afuera todo se ve muy simple de resolver, porque las emociones no nos afectan directamente, pero influenciados y acorralados por ellas, somos la mar de impotentes para dar el paso decisivo. Siempre sostengo que somos expertos arreglando la vida de los demás, pero con la nuestra nos volvemos incapaces, y precisamente la clave es esa, las emociones y los miedos nos llenan de dudas y nos paralizan.
    El vocablo errores no me gusta porque tiene una fuerte carga energética de fracaso y culpabilidad, por eso me acojo a sustituirla por la frase "nuestras elecciones" las cuales no siempre nos encaminan hacia donde suponemos que queremos llegar, aunque de hecho colaboran para que volvamos a intentarlo. Y desde luego que el perdón es lo mas sensato y hermoso que podemos practicar. Mil gracias bella Irene, muchos besos para ti y que sigas bien.

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