Este mes el Tintero de Oro convoca a escribir un microrrelato sobre el desamor, y las musas que al parecer ya no me aman, han aparecido ¿A confesarme su desamor? ja, ja. ¡Las amo tanto! que complacerlas es un lujo, así que les comparto sus desahogos.
Siempre me ha llamado la atención la palabra Desamor, porque aunque se fundamenta en la ausencia de amor, se resguarda en su sombra para justificarse, se revuelca en él, para desquitarse y solo vive para lamentarse y poder desahogar su dolor.
Se cuestiona mucho por qué, el que sufre por desamor, escribe poemas y canciones tan hermosas. Eso me recuerda que en una de sus presentaciones aquí en el país, el cantante boricua Gilberto Santa Rosa, comentó que una pareja de recién casados le pidió que cantara una de sus canciones, se sorprendió porque era una de las que hablan de sufrimiento y desamor, preguntó
¿Por qué a las personas por muy felices que sean, les gustan más las canciones de desamor?
Esto suena contradictorio y hasta gracioso, pero hay mucho trasfondo ahí.
Gilberto Santa Rosa canta muchas así, aquí dejo una, ja, ja.
Será por eso que se dice que, nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde…
¿Dijiste desamor? 250 palabras
Marcos creció sin amor, sus padres siempre lo rechazaron. No supo valorarse, se mantuvo bajo perfil, temeroso de recibir más rechazos. Hablaba poco, caminaba despacio y nunca hacia preguntas, su silencio era su voz.
Atraído por primera vez por una joven de delicados modales y sutil belleza, los conflictos internos empezaron a debatirse en su mente, temblaba cuando la veía pasar cerca de él, sentía deseos de acercarse y declararle su amor, pero el miedo a su rechazo y las burlas, lo frenaba.
Supo amar a Mariela en silencio por mucho tiempo, durante casi toda la carrera universitaria, nunca encontró valor para abordarla, pese a que ella no tuvo ninguna relación amorosa en todo ese tiempo, y lo miraba de reojo.
Mariela, educada con rectitud casi enfermiza, aprendió que el amor era debilidad indecorosa, por eso se alejaba de todos.
Resultaba muy difícil acercarlos, Dios sabe cuánto lo intenté porque Mariela también amaba a Marcos.
Hay una creencia errónea conmigo, dicen que lanzo flechas amorosas para unir los amantes, pero yo solo miro el latir de sus corazones y trato de acercarlos. Cuando hay interferencia fuerte, bloqueos por emociones muy cerradas, mis manos están atadas.
Lo que si podía hacer era tratar de que Marcos se fijara en otra chica, una libertina que lo iniciara en esos asuntos del placer, para que olvidara a Mariela.
Así fue, sin equivocarme…
Me corrijo, me equivoqué.
Mariela sabía que solo podría amar a Marcos por siempre, y optó por el suicidio.
CUPIDO, ARREPENTIDO.
Comparto en la hermosa voz de Ivette Cepeda la canción “Si yo hubiera sabido”, que le va muy bien, al micro.
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.
mE TIENES OLVIDADA QUERIDA
ResponderBorrartE DEJO UN ABRAZO
Qué lástima. Un beso
ResponderBorrarMuchas gracias por aceptar el reto al desamor, Harolina. Un fuerte abrazo.
ResponderBorrarAy, Harolina, qué final.... Fantástico tu cuento. Me ha gustado mucho el hecho de que incluyas no solo el desamor romántico sino también el familiar que es lo que lleva a los protagonistas a reprimir sus emociones y actuar con tanta indecisión. Poco podía hacer con ellos ese pobre Cupido.
ResponderBorrarLos amores no correspondidos duelen, los correspondidos pero no sabidos llevan a estos hechos. Muy bien contado Harolina. Un abrazo.
ResponderBorrarEsa cierta fascinación por el desamor creo que puede tener que ver con que en la ficción: en películas y literatura funciona incluso mejor que el amor je, je. Respecto al relato que comienza con una historia cotidiana sobre la timidez a la hora de enfrentarse a desnudar los sentimientos, acaba con un giro trágico que no esperaba. Un relato con nota alta y con ese aire Shakespiriano que en lo particular tanto me gusta.
ResponderBorrarBesos y abrazos querida, Idalia.