viernes, 8 de agosto de 2014

Rayos luminosos o haz de luz

Este maravilloso mundo tiene un sinfín de cosas hermosas, pero sin temor a equivocarme puedo afirmar que no existe ningún mortal que no se sienta altamente atraído por la luz, mientras más radiante, deslumbrante y colorida mejor, y la gran mayoría con algunas excepciones huye de la oscuridad, la preferimos esencialmente a la hora de dormir o relajarnos.

¿Quieren espectáculo más bello que el alba o el atardecer, con sus destellos de luces y colores?, y nada que decir de las auroras boreales, los arcoíris, nebulosas, estrellas etc.


Pienso que una de las razones por la que disfrutamos mas la época de navidad es por la cantidad de luces y colores que nos ofrece, nos alegra el espíritu. La mayoría de las actividades artísticas, sociales, deportivas, etc., nos regalan un espectáculo de luces inolvidable, es algo con lo que nos sentimos estrechamente identificados. Esto me confirma más que somos luz, provenimos de ella y vamos hacia ella siempre, somos cuerpos luminosos celestiales o terrestres, plagados de energía en constante fluir, emitimos luz al igual que los astros y las estrellas aunque no seamos capaces de apreciarla a simple vista por ser más tenue a pesar de estar más próximos o porque nuestra visión no tiene el grado de desarrollo aun para apreciarla. A veces alcanzamos a ver destellos en los movimientos de las personas, pero ocurre tan rápido que creemos que lo imaginamos o que vimos algún espíritu rondando, pero simplemente es nuestra estela de luz.

Los humanos no estamos familiarizados con este tipo de visiones, no estamos acostumbrados a ver a nuestros semejantes e incluso a nosotros mismos envueltos en ese halo de luz, pero créanme que todos los seres vivos lo tenemos, se aprecia  como una especie de campo de fuerza a nuestro alrededor, de capa envolvente de luz protectora. No me resulta muy fácil apreciar ese campo de luz o brillo en el día o a plena luz, aunque con la suficiente concentración se puede lograr, pero en la tranquilidad de las noches y en la oscuridad de la habitación, me acuesto, levanto los brazos y puedo apreciar fácilmente ese revestimiento luminoso de mis brazos y manos, me encanta ver como se entrelaza al acercar mis brazos, es una experiencia novedosa y hasta entretenida.

Una noche tuve una experiencia hermosa, llovía y fui a cerrar las ventanas que dan al patio de la vivienda posterior de mi casa, el cual tiene mucha vegetación, fue algo inolvidable y maravilloso lo que pude ver por la ventana, todas las plantas tenían un brillo y colores intensos, parecía como si el patio estuviera de fiesta decorado con bombillos navideños, se apreciaban luces diminutas multicolores por todos lados, se sentía tanta vida en aquel momento en ese patio que hasta podría decir que estaba plagado de pequeños duendes, era como si ese pequeño bosque cantara y bailara de alegría y felicidad, me quede extasiada por más de 15 minutos mirando, escuchando y  sintiendo toda esa alegría, sí, porque me sentí parte de todo eso, era como si yo fuera una planta o una piedra mas y estuviera rebosante y feliz, esa noche confirme que también tienen vida y luz propia al igual que los humanos, me fui a la cama y como no me podía volver a dormir al rato volví y pude ver que la fiesta continuaba aun, por momentos así vale la pena pasar una noche de desvelo.


Les confieso que lo que en realidad me atrajo primeramente fue ese brillo, toda esa luz que emitían, ese conjunto de colores en armonía, definitivamente que la luz nos atrae con un magnetismo sorprendente. No sé que ven ustedes cuando cierran los ojos, pues al cerrar los míos, veo luz muy fuerte en mí interior, es como si al cerrarlos se abrieran por dentro, visualizo mi interior y compruebo que solo está repleto de luz, y que definitivamente eso somos, un fascinante haz de luz con la responsabilidad de mantenernos encendidos y conectados a la fuente.    

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

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