sábado, 8 de junio de 2024

Todo late al compás del tiempo

A propósito de la convocatoria del Tintero de Oro para hacer un micro sobre el tiempo y a pesar de haber tocado ese tema anteriormente en el blog, hoy quiero agregar otra perspectiva que me vino a la mente precisamente comentando uno de esos micros.

El tiempo lo consideramos lo más importante de nuestra vida, ya que marca todos nuestros actos con precisión de aguja y sin detenerse nunca ni dar tregua. Pero el tiempo así por así, de forma aislada no es tan significativo en realidad, la importancia del tiempo radica en su transcurrir. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, …, años, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos. 

Toda esa secuencia conforma su importancia, incluso en los deportes, ya que es vital la preparación en cualquier disciplina deportiva, lleva una gran cuota el tiempo invertido para ser ganador, desde luego hay un último factor, llamado suerte o destino que puede cambiar el resultado final, y un segundo o décima del mismo, puede significar más que todo el tiempo invertido, pues te concede una etiqueta (ganador o perdedor) que bien te puede hacer feliz o sentirte amargado y derrotado.


Pero el tiempo solo existe para nosotros los humanos, nuestro intelecto se habituó a depender de él.

Los demás animales del planeta seguro que no saben nada del tiempo, ellos solo tienen el instinto bien desarrollado y saben que cuando se oculta el sol hay que dormir y cuando reaparece hay que buscar el alimento y comer. Saben cuándo emigrar a otra parte, esperar el aviso de su ciclo de apareo y actuar en consecuencia, el del alumbramiento de sus crías, etc. También saben morir con dignidad cuando toca. 

Las plantas por igual tienen ese instinto de vida, saben alimentarse, crecer, dar frutos y morir cuando toca. 

Los minerales son más longevos y sabios, guardan muchos secretos de la existencia de este planeta y del universo. 

Nada en esta tierra es absoluto, todo es relativo y lo que llamamos tiempo es una de las cuestiones más relativas que hay, pues depende de la forma en que veamos las cosas y del grado de intensidad con que la percibimos, deseamos y esperamos. 

Una cosa es lo que es, y otra lo que aparenta ser, pero la realidad es muy escurridiza y lo disfraza todo.


Piensen en esto, ningún niño nace hablando, tiene que escuchar las palabras con atención muchas veces para ir aprendiendo, en cambio, sí sabe sonreír y llorar, y muy a menudo gorjea o emite sonidos que nadie le enseña, eso porque la naturaleza humana tiene sus propios códigos lingüísticos, al igual que los animales. 

Pero el hombre se empeñó en complicar las cosas, inventando otros idiomas basándose en acuerdos y así pasa con todo. Entonces nos olvidamos de nuestro conocimiento intrínseco, la sabiduría natural, para adoptar otros conocimientos que nos llevan más de media vida aprenderlos y casi toda la vida trabajando con ellos y por ellos, esclavizándonos injustamente. 

El factor predominante de esos acuerdos, es el llamado tiempo, por eso vivimos a la carrera, contra el reloj como dicen, bajo presión psicológica, y esto nos ayuda a envejecer más rápido. 

Vivimos de manera egoísta y somos muy ambiciosos con la esperanza de destacarnos por encima de los demás, que estos nos valoren y acepten nuestra capacidad de liderar, con la única intención de poder superar nuestras limitaciones y triunfar.

¿Triunfar? en un mundo de lisiados mentales es fácil, pero hacerlo en un mundo competitivo y amenazante, donde todos se creen superdotados, inteligentes y empoderados, es todo un reto desproporcionado. 

Nos hacemos viejos en nuestras luchas y culpamos al tiempo por esto.


Hoy día nadie desea ser pisoteado por nadie. Y vaya paradoja, queriendo impedir que esto suceda, nos prestamos inconscientemente para que nos pisoteen, porque los primeros en pisotearnos somos nosotros mismos, gracias a la incesante carrera contra el inexistente y aplastante tiempo. 

Planta un árbol, riégalo y espera. Mira al cielo, sus nubes y espera. Sal a la calle, sonríele a alguien y espera. Ama a alguien, comparte tu vida y espera. Eleva una plegaria, deposita tu fe y espera.

Espera, espera, espera, espera y espera… Toda esa espera es lo que conocemos por tiempo, y mientras esperamos, nos angustiamos y sufrimos por las elucubraciones que hacemos y los miedos que sentimos por la demora tras la espera. 
Solo los humanos sentimos esa angustia y nos esclavizamos del tiempo, por eso dudo mucho de nuestra supremacía, porque en definitiva ¿De qué nos sirve si nuestra vida es una constante agonía?

El tiempo viene a ser lo siguiente: Un Templo imaginario, extinto, mustio, profano y opresor, al que le rendimos adoración y tomamos como el eje central de nuestra vida, es como ese Dios invisible al que le tememos a muerte.

emplo 
maginario
xtinto  
ustio
rofano
presor

Si te digo una cosa, ¿Me guardas el secreto? 

Somos bestias del circo humano y el tiempo es nuestro primer amaestrador.


¡Ah! casi lo olvido, existe otro factor muy importante en esos acuerdos, igual de relativo y opresor, que como el tiempo ha sido creado por el humano y también lo engulle; el dinero, el azaroso dinero

Unos cuantos, muy pocos viven abarrotados de dinero adueñándose de casi toda la riqueza del planeta, mientras la mayoría vive agonizante, esclavizada por el trabajo porque el dinero escasea mucho en sus vidas y no les permite vivir tranquilamente. 
Pero ese trabajo solo les permite jugar al recibir y pagar, beneficiando a sus empleadores, los dueños del dinero. 

Todo lo que se relaciona al humano es relativo, depende de su punto de mira y sus acuerdos, por eso hay tantas teorías y leyes físicas de antaño que hoy han resultado ser falsas. 

Piensen también en esto, cuando te miras al espejo a diario, nunca te ves de igual forma, hay días que encuentras que luces un rostro radiante, otros te notas demacrado, y la mayoría de veces te ves en medio, ni radiante ni demacrado, solo te ves aceptable. Eso porque tus emociones hablan por ti a través de tu rostro, que no cambia tan rápido, es el mismo, son tus expresiones emotivas y tu mente las que lo deforman. 

Lo mismo pasa con los años, la mente se prepara para envejecer y desde luego envejecemos, amaestrados por el tiempo mental y manipulados por el dinero.


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

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