martes, 18 de noviembre de 2014

La aceptación

El vocablo aceptar encierra en su significado diferentes puntos de vista, quiere decir, entre otras cosas: recibir, aprobar, admitir y permitir, pero si lo sopesamos bien, estos diferentes vocablos que se consideran ser sus sinónimos, al conjugarse todos son los que realmente constituyen el significado completo de esta palabra.


Si de hecho aceptamos algo, nos estamos comprometiendo primeramente a admitirlo, en segundo lugar lo aprobamos, en tercer lugar lo permitimos y en cuarto lugar estamos en capacidad de recibirlo. Ya sea que se trate de una ideología, de un trabajo, una relación, un proyecto de vida etc., cualquier cosa que aceptemos implicará un compromiso, pero lamentablemente huimos siempre o casi siempre del compromiso mayor, que es el que implica nuestra propia aceptación y la aceptación de nuestro prójimo.

Uno de los mayores problemas del ser humano es la falta de auto aceptación, siempre preferimos parecernos o ser otros, tener lo que tienen otros y hacer lo que hacen otros, exhibiendo un alto grado de inconformidad con nosotros mismos y recelo hacia los demás, pero este comportamiento más que baja autoestima y envidia, es un recurso mediocre para no enfrentar el gran compromiso de aceptarnos tal como somos, nos justificarnos y buscamos siempre victimas sobre las cuales echar nuestra falta de autenticidad y aceptación eludiendo responsabilidades.











“El éxito más grande es la aceptación de uno mismo” (Ben Sweet)


Mayormente nos enjuiciamos y no nos aceptamos como somos y como castigo nos reinventamos según el caso, y por la misma razón tampoco aceptamos a los demás como son y los juzgamos y sentenciamos a nuestra hoguera mental, actuando como hipócritas deshonestos.

El problema está en que todos sin excepciones tenemos virtudes y defectos, y si cada quien se acepta como es, tiene que admitir, aprobar, permitir y recibir además de sus virtudes, también sus defectos, pero por el hecho de enjuiciarnos tanto, estos últimos nos resultan inadmisibles y terminamos negándolos y evadiendo con ello nuestra cuota de responsabilidad por ellos, lo cual hace decrecer también nuestras virtudes para mantenernos en equilibrio, de esa forma nos reinventamos diferentes a como somos, y por esa misma manera engañosa de vernos, también vemos a los demás desde nuestra óptica engañosa y los sobre valoramos o condenamos, atribuyéndoles virtudes o defectos que quizás no tengan ellos, si no nosotros.











“A menos que acepte mis defectos, es seguro que dudaré de mis virtudes” (Hugh Prather)


La aceptación va de la mano con el compromiso y la responsabilidad. 
Debemos asumir el compromiso y la responsabilidad de aceptarnos como somos, así podremos mostrarnos ante los demás como en realidad somos y por ende podremos ver a los demás como en realidad son, ya que la sinceridad aclara la mente y la vista, pero sobre todo establece la comunicación de corazón a corazón.

    
Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe:
http://www.elcaribe.com.do/2015/03/07/correo-los-lectores

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