domingo, 20 de julio de 2025

RENACER




Hoy el blog cumple 12 años, una edad catalogada por y para los humanos, como transitoria entre la niñez y la adolescencia. 

En cuanto a este hijo literario, y pidiendo excusas de antemano si resulto arrogante, lo catalogaría como una etapa de desarrollo integral de la adultez, encaminada hacia una vejez prematura —por lo repetitivo, y por la lentitud en la frecuencia de sus publicaciones—, pero con suficiente lucidez y la indiscutible sabiduría propia de esa etapa, difícil pero valiosa, que una mayoría desea transitar. 

He sopesado dejar el blog hasta aquí por ahora y retirarme por un tiempo o definitivamente, pero al parecer me quedan cosas por decir y aprender de lo dicho, pues aun los susurros interiores resuenan fuertes en mí, pidiendo que preste atención a ellos y que siga con el blog. 

Pues bien, aquí seguiré escuchándolos y aprendiendo, y de vez en cuando dejando por escrito mis asombros, certezas y suspiros en el blog, lo que sea que se le ocurra a mis musas y al Ser que me habita. Que para esta ocasión me han planteado dirigir mis palabras hacia el renacer de la vida. 




Hay un momento cumbre en la vida de cada uno en el que algo provoca un electrizante chasquido, como si se nos hiciera la luz en medio de toda una vida de ceguera. Es entonces cuando empezamos a cuestionarlo todo, y en ese punto de no retorno nos abrimos a una forma diferente de pensar y ver la vida, a un RENACER que nos deja sentir de golpe y porrazo el valioso peso del tiempo que creíamos perdido.

Ese chasquido nos permite entender que en ese tiempo que parecía perdido, se reforzó la base de la escalera que sin darnos cuenta, desde muy pequeños fuimos fabricando escalón tras escalón, subiendo un paso a la vez. 

Al principio con miedo, luego con emoción y valentía, hasta que al hacernos conscientes de nuestra pesada carga, dudamos de su resistencia. Y al creernos muy cerca ya de la cumbre, nos detenemos a sopesar las consecuencias de seguir avanzando. Incluso con más temor del que empezamos a subirla, nos aterra el descenso. 

Por eso muchas veces, antes de hacer realidad ese descenso, algo te obliga a quedarte un buen tiempo observando lo alcanzado, preguntándote si eso era todo, si valió la pena lo mucho que hiciste a un lado y lo que dejaste atrás sin reparos, y si tu empeño en continuar avanzando te hizo perder lo mejor del camino o desvió tu rumbo. 

Si permanecemos en ese estado de introspección reflexiva, en aparente inactividad, agudizando bien los sentidos, en especial el que menos usamos y desarrollamos —el sexto sentido— al sentir ese electrizante chasquido y encontrar una o varias respuestas satisfactorias, acabaremos entendiendo que, todo en la vida es solo trayectoria, un peregrinar descubriendo y aprendiendo a escalar y a descender, a agarrar y a dejar ir…, viviendo y muriendo con cada paso decidido y vencido.




Cuántas veces nos tocó la puerta el descontento interior. La fuerza se convirtió en fragilidad y el entusiasmo en pesadez y apatía. Y cuantas veces hicimos caso omiso a eso cambiando de enfoque, o sea, desestimando el malestar interior y reemplazandolo por supuestos logros y razones exteriores para seguir en más de lo mismo...

Y así no afrontar la necesidad de cambios drásticos en nuestra vida, teniendo que aceptar fracasos o errores que lastimaran nuestro ego y que nos enfrentarían a una persona totalmente desconocida para nosotros el verdadero Ser interior que nos habita— a quien le dimos la espalda hace muchísimo tiempo atrás. Estas actitudes no son más que engaños de la mente para mantenerse en control de nuestra vida y que el Ser interior, nuestro verdadero Ser, pase desapercibido frente a su permanencia e insistencia.

Pero tarde o temprano ese Ser interior nos despierta del sueño del ego mediante ese chasquido y de ahí en adelante, aunque las cosas se tornen extrañas y nos parezca que cuestan más sobrellevar, empezaremos a sentirnos mejor anímicamente, a valorarnos y amarnos por encima de todo y a darnos cuenta de que la vida es más simple y armoniosa de lo que pensábamos. 

Llegado ese momento en el que nos sentimos ¡tan a gusto! nada ni nadie nos podrá alterar nuestro sistema de creencias, por el hecho de que han sido forjadas por el propio Ser, no por las instrucciones de otros. Y es cuando los peldaños de la escalera se convierten en una suave alfombra blanca que nos mostrará el camino, desaparecerán nuestras pesadas cargas y así llegaremos a surcar los cielos hacia una ligera y reconfortante eternidad.  




Nunca sentí que perteneciera mucho a este mundo humano, y pese a eso, traté de integrarme lo mejor que pude, aunque cada día que pasa, según avanza la tecnología y la vida se ha vuelto tan superficial y fantasiosa, me siento más distante de él. 

Pero como sigo aquí, atrapada en este cuerpo actual, continuaré intentando que mis alas se sigan reforzando, y que su periódico aleteo les permita encontrar las fuerzas para continuar el largo viaje de mi vida existencial, hasta que al fin, pueda volar alto y surcar los cielos de la eternidad. 

Para terminar, quiero una vez más dar las GRACIAS DEL ALMA, a todos los que me han acompañado en este corto y a la vez largo peregrinar.

Ustedes son parte de este espacio de reflexión y crecimiento interior y con sus comentarios han ayudado a crecer a esta alma que inició algo errática, llena de dudas y prejuicios, con inquietudes que fueron tomando forma, revelando el misterio que las hacía tan insistentes y persuasivas, y de esa manera ayudando a liberarlas para poder RENACER




GRACIAS POR EL REGALO DE VUESTRA PRESENCIA, POR DEJAR SU ESENCIA EN MÍ, COMO MUESTRA DE QUE VIVÍ.


P.D. Comparto este enlace del blog de Jorge Oyhanarte, con una poesía titulada “No temas a tu partida”, que le va muy bien a esta reflexión.  


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

4 comentarios:

  1. Surcar los cielos, eternidad.... ojalá.

    Felicidades por estos 12 años.

    Besos.

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  2. FELICIDADES, preciosa Idalia. Por muchas cosas, no solo por estos 12 añazos del blog, fíjate la criatura está en la pubertad, que no se te ponga rebelde, una edad un poco caótica, ja, ja, ja. O sí, déjale que haga y diga lo que le dé la gana, :) Es por todo lo que nos cedes, enseñanza de esa que quizás uno no valida como propias, pero remueven, y le das la mano, te acoges a ese aire que regalas, con gratitud y dices, sí, ese es el camino: mira más allá, deja ir. Es una visión en la que uno puede respirar, comprender y sobre todo seguir. Lo que más, más me alegra es que hayas decidido no dejar de escribir por aquí, te necesitamos, YO te necesito. Ver desde tus ojos, desde la sinceridad que demuestra la persona que hay detrás de las letras, una que no teme, es valentía para aprender y simplemente ser. Te admiro y espero que sientas todo mi afecto.
    Gracias a ti, siempre. Miles de ellas. Te mando un abrazo de esos que achuchan y duelen las entrañas por el apretujón, y un montón de besos con todo mi cariño.

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  3. Querida Idalia,

    ¡Qué hermosa y profunda reflexión nos regalas en este duodécimo aniversario de tu blog! Tus palabras, cargadas de sinceridad y sabiduría, son un verdadero bálsamo para el alma. Este espacio, que con tanto cariño has cultivado, no solo refleja tu viaje interior, sino que también invita a quienes te leemos a mirar dentro de nosotros mismos, a escuchar esos susurros del Ser y a abrazar nuestro propio renacer.

    Hablas de ese chasquido electrizante, ese momento de claridad que transforma nuestra forma de ver la vida, y lo describes con una sensibilidad que resuena profundamente. Me encanta cómo logras tejer la complejidad del existir con la simplicidad de ser, recordándonos que cada paso, cada duda, cada subida y descenso en esa escalera de la vida, es parte de un peregrinar lleno de aprendizajes.

    Tu decisión de seguir adelante con el blog, a pesar de las dudas, es un acto de valentía y amor propio. Gracias por no callar esas musas que te habitan, por permitirles fluir y por compartir con nosotros ese aleteo de tus alas, que, aunque a veces sientas que pesan, están cada vez más fuertes para surcar esos cielos de eternidad que anhelas.

    Como dice Irene en su comentario, tus palabras remueven, enseñan y guían. Gracias por ser esa luz que, con humildad y autenticidad, nos recuerda la importancia de mirar más allá, de soltar y de simplemente ser. Este blog, tu “hijo literario”, es mucho más que un espacio virtual; es un refugio de reflexión y crecimiento, un lugar donde dejas tu esencia y permites que otros dejemos la nuestra.

    Felicidades por estos 12 años de entrega, introspección y belleza existencial. Que sigas fluyendo armoniosamente, querida Idalia, y que nosotros podamos seguir acompañándote en este viaje. Un abrazo inmenso, de esos que “achuchan” y llegan al alma.

    Con cariño y gratitud,
    Miguel

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VALORAMOS Y AGRADECEMOS TUS HUELLAS.