A propósito de mi anterior entrega, en la que hablo de “Renacer”, quiero abordar el tema de la superficialidad de la vida actual, que aunque no es nuevo, sí que ha ido en aumento muy acelerado y se ha convertido en lo más característico de la vida para una gran mayoría de jóvenes y no tan jóvenes.
Muchas personas se fabrican una coraza a muy temprana edad, y crean un personaje ficticio, un arquetipo diferente al suyo con el que suelen identificarse ante los demás bloqueando su real personalidad, y terminan creyéndose que así son y actuando como tal, pero están lejos de su verdadera forma de pensar, sentir y ser.
No se dan cuenta de lo desvirtuados y dudosos que se ven por su falta de autenticidad (como en la imagen superior), lo que hace que las personas desconfíen de ellos, y tienden a alejarse por precaución.
Sin saber por qué causan esa repelencia, no son capaces de entenderlo, aunque son conscientes de que aun teniendo buen aspecto y trato social, siguen estando solos, sin una compañía duradera.
Los bloqueos personales crean bloqueos energéticos que tienden a alejar lo que más anhelas y tarde o temprano terminan causando mucho daño al individuo.
Los hay en todos los aspectos psicológicos, entiéndase:
Sentimentales y emocionales (crean problemas familiares, de pareja, de amistad y de convivencia social)
Laborales y profesionales (crean problemas en el desarrollo comunitario, de trabajo y voluntariado)
Vivenciales y psíquicos (crean traumas, miedos paralizantes, aislamiento, agresividad, paranoia, esquizofrenia)
Sociales y filosóficos (desencadenan insatisfacción generalizada, que repercute en el mundo interior y en el desenvolvimiento personal)
Personales de autoestima (crean problemas que tienden a la infravaloración o al endiosamiento propio)
Estos entre otros de menor repercusión personal y social.
Como es sabido, las comparaciones siempre han existido y son causantes de muchos de estos problemas, y precisamente apoyado en este último renglón quiero enfatizar mi reflexión, ya que, debido al uso masivo y adictivo de las redes sociales, la autoestima y las apariencias, se han colocado en el primer lugar.
Hoy día la fachada lo es todo y nos hemos olvidado de profundizar, de mirar a los ojos de las personas y ver más allá de su físico, de ir directo a su alma.
Complace sobremanera mostrarse como bien sabemos que no somos y llevar vidas ajenas, disfrutando de las críticas destructivas o envidiando las aparentes cualidades y bonanzas.
El juego de la superficialidad sigue a más, y la tecnología está haciendo que se nos olvide hasta pensar, y ni qué decir de todo lo demás.
Seguidores para que los sigan, convertidos en personajes virtuales muy amistosos, pero en realidad unos verdaderos antisociales y envidiosos, queriendo sacar provecho de todo y ser la envidia de los demás, y en el fondo socializan muy poco a nivel personal, porque hasta en las casas anda cada uno con su celular o tableta y por ahí establecen comunicación.
Perdiendo el preciado y precioso tiempo llevando la vida de gente que nunca conocerá, de famosos del cine y la televisión, de artistas, de políticos, de influencer de cualquier tipo de mierda, de cualquiera que se haga viral o sea protagonista de un escándalo social..., de todos menos de los que supuestamente aman de verdad, y de los de su entorno cercano, a los que sí pueden ofrecer su tiempo, sus manos y apoyo personal, su cariño y respeto, trocitos de sí que serán un estímulo para mejorar este mundo.
¿Te sientas con tu pareja y tus hijos a platicar, a compartir juegos, risas, comidas y conversaciones trascendentales? O solo algunas trivialidades del momento, noticias que nada tienen que ver con tu crecimiento personal y espiritual, con la felicidad.
¿Te saturas de noticias violentas y te compadeces del mundo, pero no te atreves a preguntarte, y preguntar a ellos si se sienten bien, si son felices? O sabes que en vuestro interior hay más guerras que las que se libran afuera.
¿Te tomas el tiempo para visitar a tus padres (si los tienes) o solo te conformas con llamar alguna vez? O quisieras hacerlo, pero el ajetreo de vida no te deja, —a pesar de saber que para eso no hay excusa justificada— y te conformas con hablarles por video cámara, o como se llame la última novedad.
Superficialidad es lo que se ve por todos lados, proselitismo virtual, ganar adeptos en las redes con fines de protagonismo y de mantener una imagen que para nada es la real. Cada vez es mayor el vacío existencial y la búsqueda frenética de identidad para llenar ese vacío.
Pero
¿A quién le tememos tanto que no somos capaces de mostrarnos tal cual?
¿Tan poquito nos valoramos y amamos? O es que sabemos lo horribles que somos por dentro…
La introspección es la madre del autoconocimiento, la solución a todas nuestras dudas y la clave para conocernos mejor, mostrarnos sin disfraces, y tratar resolver nuestros problemas existenciales, y con ellos todos los demás.
Si tiene alguna duda de ello, propóngase escribir la historia de su vida, y dedíquese a conocerse, aceptarse, entenderse, valorarse y amarse, y deje al resto del mundo ser, sin querer hacer lo que todos hacen, sin necesidad de aprobación, sin limitaciones…
Sea auténticamente fiel a su persona y a su verdadero Ser existencial, a sus valores y criterios forjados a cada paso de su aprendizaje de vida, no tema mostrarse tal cual es y siente, aléjese de la superficialidad de la vida y bucee en las profundidades, allí encontrará riquezas mayores y permanentes.
Bucea en tu interior y descubrirás que el odio, los celos o la ira, solo existen en la superficie. En lo más íntimo de tu ser, solo hay amor (Osho)
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