Si nos preguntaran hoy, cual ha sido hasta el momento el propósito de nuestra existencia, es casi seguro que contestaríamos con los roles que hemos desempeñado en la familia, la comunidad, la sociedad…, en sentido general, en todo aquello que consideramos es la vida. Nos sentimos estrechamente relacionados con lo material y terrenal, con la personalidad humana.
A muy pocos se les ocurriría vincular esa pregunta con su propósito existencial a nivel espiritual, estamos acostumbrados a olvidar que más que carne y huesos (desechables), somos alma y espíritu (imperecederos), y que esa es la verdadera esencia del propósito de nuestra existencia.
“El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para qué se vive” (Fiódor Dostoievski)
Tenemos dos fuertes retos a nivel personal y humano, uno es tratar de desligarnos de todo lo aprendido, que nos define y esclaviza como seres programados, y fuertemente influenciados por las tantas etiquetas que vamos añadiendo a nuestra personalidad y vida, tanto la emocional como la social. El otro es, ya libre del primero, dejar que nuestro Ser, se muestre tal cual y no ponerle límites, ni hacer juicios a priori, para poder así ejercer esa verdadera libertad, que nos permitirá descubrir el propósito de la vida.
Lo primero que debería definirnos es la libertad, cada uno es libre de ejercer su vuelo, y para ello es necesario ejercitar nuestras alas, mientras identificamos nuestro cielo y lo que vinimos a hacer en él.
Las preguntas más importantes no son el, ¿Cómo?, ¿Cuándo? o el ¿Por qué?, sino, el ¿Para qué?
¿Para qué estamos en este cuerpo y este planeta? ¿Con qué fin permanecemos con vida humana limitada, si somos inmortales?
¿Para qué jugamos al tonto, viviendo ignorantes de nuestro propósito de vida, sabiendo y sintiendo, que somos más de lo que aparentamos?
¿Para qué desviamos nuestra atención de lo esencial y lo existencial?
"En la cueva donde temes entrar está el tesoro que buscas” (Joseph Campbell)
Debemos estar conscientes de que cada uno tiene un propósito especial que cumplir, independientemente del de los demás, por eso se dan las circunstancias, y los dones para hacerlo realidad.
Como individuos, tenemos un propósito esencial de vida, somos potencialmente valiosos, y en algún momento de nuestra existencia, hasta imprescindibles.
Como colectivo humano, somos parte de un propósito global, somos un cúmulo de intereses generales, piezas importantes de un rompecabeza, y debemos acoplarnos para alcanzar ese fin.
“Tú tienes tu camino. Yo tengo mi camino. En cuanto al camino correcto y único, es algo que no existe.” (Friedrich Nietzsche).
Como espíritu, poseemos un poder sobrenatural para lograr lo que sabemos es un fin universal, necesario para mantener el equilibrio. Trasmutando toda nuestra energía hacia un mismo centro de poder, y transformando así el universo, que al igual que las aguas de un río nunca son las mismas, este se recrea y renueva en cada expansión y contracción, en cada aliento de vida latiendo en su centro, dando nacimiento a una nueva dimensión.
Cada día trae un nuevo amanecer, y cada noche las estrellas tienen un brillo diferente. Lo mismo ocurre con la vida, cada una es una oportunidad de trascender, de pasar revisión, encoger por aquí y aflojar por allá, de hilvanar nuevos cuerpos y mentes, con diferentes elecciones y caminos por andar. Cada acontecimiento es nuevo y nos brinda la posibilidad de volver a empezar.
“Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz” (Milton Erickson)
La vida, dicen que no espera a nadie, porque la muerte siempre la persigue y atrapa, ya que la vida, es una sucesión de muertes… Cada minuto muere, cada instante se va y desaparece, cada palabra se la lleva el viento, cada ola se disuelve, y cada lagrima y sonrisa, se pierde en la memoria del rostro ajeno que la contempló.
"Después de todo, la muerte, es sólo un síntoma de que hubo vida” (Mario Benedetti)
Lo único que se retiene, es el amor que dimos y recibimos, que cada día florece. En este plano terrenal, nada supera al amor, porque los humanos siempre necesitamos de afectos, de compenetración y complicidad, de comprensión, ya que más que individuos, somos un colectivo de seres que tienen un fin común, trascender de este estado material conflictivo, a un permanente estado espiritual de felicidad.
“La felicidad no es lo que nos hace agradecidos, sino la gratitud es lo que nos hace felices” (David Steindl-Rast)
Una gran muestra de esta última frase, es este fragmento del libro “La Tregua” de Mario Benedetti.
"Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor." (Mario Benedetti, de su libro “La tregua”)
Todas estas frases en negritas, incluyendo el fragmento, fueron tomadas del libro de Ángela Covas Riera “Ojalá no digas Ojalá”, el cual me tomo la libertad de recomendarles.
Para ponerle fin a esta reflexión, les dejo este video de nuestra querida amiga, Mila Gómez, dando vida al poema de Amado Nervo, “En Paz”, que complementa muy bien la frase usada de Benedetti, sobre la vida y la muerte, y que vuelvo a poner al final.
"Después de todo, la muerte, es sólo un síntoma de que hubo vida” (Mario Benedetti)
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