Luego de un descanso breve, aquí me tienen, agradeciendo a las musas su presencia y ayuda, para continuar en este espacio virtual que se ha convertido en parte de mi vida. Esta entrega guarda relación con la que les dejé como breve despedida, "La simpleza de vivir".
Muchos esperan con ansias el verano, para tomarse unas vacaciones y disfrutar al aire libre del calor del sol, otros, esperamos que el agobiante calor del sol, nos dé una tregua, aunque sea con la llegada de un ciclón… La vida es así de contrastante, y así mismo es la naturaleza humana y la naturaleza de todo.
En el caribe la temporada ciclónica trae sus estragos, unas veces muy dramáticos y dolorosos, otras veces, son hasta cierto punto bienvenidos, porque alivian el calor y la sequía. Mientras que en otros hemisferios, el frío es devastador y no permite hacer vida en el exterior, en el caribe extrañamos el frio y siempre hay sol y calor.
Lluvia y sol, frío y calor, inundaciones y sequías, abundancia y miseria, alegrías y tristezas, satisfacción y frustración… Preferimos comer helado para refrescarnos del calor y tomar un té calientito para paliar el frío. Todos estos son puntos extremos, pero en medio de ellos está el equilibrio.
Así de simple y complicada a la vez es la vida, deliciosa y benévola para unos y malvada y mezquina para otros. Pero para la mayoría es una mezcla de frío y calor, que da como resultado la tibieza, aunque a veces se excede en lo frío y en otras ocasiones, se excede en lo cálido, impera el término medio.
Y precisamente es ese término medio el que debería regir nuestra visión de todo, no es nada conveniente ser extremistas, ni muy optimistas, ni muy pesimistas, los extremos son muy riesgosos, de eso nos pueden hablar los que practican dichos deportes.
Si bien es cierto que las altas dosis de adrenalina hacen el momento más intenso, no es menos cierto que esta misma razón hace que los otros momentos nos pasen casi inadvertidos, nos hacemos adictos de dicha adrenalina y perdemos el verdadero disfrute de las cosas simples y aparentemente pequeñas de la vida.
La imagen anterior nos da una sensación placentera de armonía, belleza y paz, todo queda al descubierto y muestra serenidad.
Ahora, mirando la imagen a continuación, no a todos les produce la misma impresión, para mi es encantadora, muestra un lugar de magia y comunión con la naturaleza, pero otros podrían sentirse temerosos, sin saber qué podrían encontrar más allá de lo que se muestra, y las emociones que despierta son muy diferentes en cada persona.
¿Si te proponen visitar uno de estos dos lugares, por cual te decidirías?
A mí me encanta la primera imagen destila paz, pero tengan por seguro que preferiría la segunda. Hay paz en el descanso y la serenidad, pero en la actividad, si nos mantenemos atentos y gozosos, también hay paz.
Esa puerta tiene un magnetismo que me atrapa, independientemente de todo lo terrible que se me pueda ocurrir que hay detrás, la elegiría, y trataría de encontrar allí, el mismo remanso de paz que muestra la primera imagen.
¿Por qué? Es simple y complicado a la vez de entender y explicar.
Diría que la primera imagen es lo conocido, un lugar muy parecido a otros ya visitados, además de que el conjunto es lo que se erige y ofrece mayor deleite a la vista.
La segunda imagen es lo desconocido, solo muestra un poco del lugar, cada tramo podría ser excitante y desafiante, además de reconfortante, al convertirnos en parte íntegra de ese bosque verde. Otros dirán, que también hay muchas posibilidades de que cada tramo fuera lo contrario, y resultara inquietante y horripilante…
Como dice el dicho “Todo es según el color del cristal con que se mire”.
Ya lo ven así es todo, simple y complicado a la vez, hay que ahondar en las razones, las causas psicológicas, emocionales y hasta espirituales, que nos llevan a una que otra elección en la vida, pues así la transitamos, eligiendo siempre, y creando nuevas elecciones a través de las ya escogidas.
Lo descabellado es, que ni siquiera nos detenemos a pensar en el porqué de nuestras elecciones, para así poder elegir de manera consciente.
El verano es una estación en la que podemos hacer un sinfín de cosas que en otras no podríamos, aprovechar esto es de sabios, de personas conectadas con la naturaleza, los días más largos, cálidos y claros nos ofrecen maravillas por explorar y disfrutar, así que espero que todos lo hayan aprovechado al máximo, y al término de este verano, se den un tiempo para reflexionar en todo lo que hicieron, y en todo lo que quisieron hacer y no hicieron, y sobre todo en el porqué de lo que hicieron, y el porqué de lo que no, aun queriéndolo hacer.
Esta introspección les ayudará a identificar que están postergando en su vida y cuál es el motivo para hacerlo, y espero que también les ayude a no volver a hacerlo más.
Recuerden mantenerse centrados, abandonen los extremos y las posiciones extremistas, inhiben el disfrute natural y el goce de estar total y cabalmente vivos.
Sin importar la estación del año, disfruten cada una con intensidad, esto se logra haciendo lo que más les gusta y les satisface, y reconociendo y aceptando que todo es temporal, menos esa paz, alegría y gozo interior que nos produce el vivir a tope con nuestra verdadera esencia.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
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