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jueves, 16 de septiembre de 2021

La importancia de la espera

Siempre hemos escuchado decir que esperar no es fácil, que tiende a inquietarnos, a desequilibrar las emociones del momento y a ponernos nerviosos.

Cada cosa tiene su momento y hora, un paso a la vez. Si no nos ponemos presión emocional y psicológica, lo cual retrasa y bloquea el libre fluir, veremos como todo a su debido tiempo recobra sentido, degustaremos el fruto de la espera, que dicho sea de paso, nunca es en vano, ni será inútil. 




En la espera siempre hay un provecho o beneficio de fondo, al igual que en las bebidas alcohólicas, que el añejarlas les da un sabor delicioso, el cual no podríamos apreciar y degustar de no ser por ese tiempo prudente para madurar y macerar. 
Lo mismo pasa con casi todas las situaciones de la vida, van amoldándonos y preparándonos para la verdadera celebración de las cosas.

Una frase muy usada en atención al cliente, al llamar por teléfono a muchas de las empresas de servicio, al menos en mi país, es la siguiente. “Aunque no me escuche, estoy con usted”, con la finalidad de que no nos impacientemos, y le añaden un “Gracias por la espera”.



La misma táctica, ese “Aunque no me escuche, estoy con usted”, y ese “Gracias por la espera”, deberíamos usar para esas cosas que queremos resolver con el cronómetro puesto (con prisas abrumadoras), y no conseguimos ver su realización en el tiempo deseado, incluyendo nuestras peticiones de oración.

Como dice esta corta frase “Un diminuto instante inmenso en el vivir”, de la canción de Silvio Rodríguez “Y nada más”, que les compartí en una entrada reciente (la última de julio), y que es en sí una diminuta pero inmensa canción; la vida es solo eso, un diminuto, pero inmenso instante en el vivir, y cada segundo se proyecta y renueva con cada respiración...

Si no sabemos ver la inmensidad de ese diminuto instante, es porque nos desesperamos por la llegada del siguiente, es porque no estamos plenamente inmersos y presentes en él.




Por ejemplo, cuando oramos por algo que queremos lograr o cambiar,  que se ha convertido en un problema, no siempre nos sumergimos en la oración y su petición, en lo que en ese momento esa oración puede transformar en nuestro interior, más bien nos centramos en el problema y en su rápida solución, y lo hacemos para colmo sin muchas esperanzas, viciando y bloqueando el poder de la intención, angustiados, por no decir, desesperados…

Pero la verdadera oración, consiste en hacer la petición, y dejar por un buen momento macerar la intención, en silencio, permaneciendo mental y totalmente callados. Sintiendo latir ese momento al compás de nuestro corazón, y permitiendo que se calmen nuestras emociones y angustias, así, escucharemos ese susurro álmico precioso, que nos va serenando, y llenando de paz interior. 
Veremos qué, pasado un momento en esa calma, ya no hay angustia ni necesidad de ver la solución al problema, porque la verdadera oración se lleva consigo el problema, y nos ayuda a atravesar un portal donde somos conscientes de que todo guarda un orden perfecto en cada diminuto instante, que si no se hace inmenso, no madura, entonces muere antes de nacer, al igual que lo hace cualquier embrión que no pudo llenarse vida.

La verdadera oración es semejante a una buena siembra, lo que hace es abrirnos a una espera tranquila y fructífera, quitarnos de encima la carga inútil, liberarnos de la ansiedad. No porque vayamos a ver los resultados inmediatamente, sino porque nos hace conscientes de lo necesaria que es esa espera.




Les haré una anécdota. Hace un mes, traje de mi caminata un par de ramas de dos árboles florales distintos, dos ramas de cada uno, las sembré en el jardín con fe puesta en ellas, las regué y les hablé con mimo diariamente y seguí su curso, en varios días veía que una al parecer se prendería, la otra no daba señales de vida, cada día una reverdecía y la otra estaba más seca, estuve a punto de sacarla, pero no conocía ese árbol y al verlo me enamoré de sus flores, así que me dije: “Quizás esta necesite más tiempo”, la dejé ahí y la seguí cuidando igual. 

No quería darme por vencida porque además, sin querer presumir que conste, pero es la verdad, es difícil que lo que siembre no se me dé, y aun así dudé... Y cuál no sería mi sorpresa al ver que una semana después de mi decisión de dejarla tranquila, justo después del paso de la tormenta Grace, habían dos pequeños brotes verdes en una de sus ramas, no imaginan lo feliz que me sentí y lo agradecida de dejarla y saber macerar esa espera.  

Hay diferentes tipos de espera (largas y cortas, entusiastas y tristes…), y un sinfín de motivos para esperar, pero todas tienen un núcleo común llamado tiempo, así sea la espera de un hijo, un buen trabajo, mejores condiciones de vida, los resultados de una prueba médica o una académica. La llegada de un gran amor, el regreso de un ser querido, el cumplimiento de una promesa o de una condena, el arrepentimiento o el perdón… 

En fin, sea cual sea el tipo y el motivo de la espera, el factor tiempo es primordial, y la mejor manera de dejar pasar ese tiempo, es sin contabilizarlo, tomándolo con calma, tranquilos y serenos, confiados en que lo que esperamos, llegará cuando más convenga, para así no darle paso a la ansiedad o la angustia, que suele ralentizar y hacer dramático el paso de ese tiempo. 




En nuestras manos está la decisión o elección, desesperarnos o relajarnos mientras dure la espera. No olvidemos que la actitud lo es todo. No ganamos nada con angustiarnos, con querer apresurar las cosas, porque los acontecimientos deben seguir su curso natural, por más reacios que estemos a aceptarlo y entenderlo. Ya lo establece ese viejo refrán: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”, o esta otra frase que nos puede servir de consuelo y dice así: “Lo que es para ti, te encuentra”.
 
Mientras esperamos son muchas las cosas que podemos hacer…, pero lo menos aconsejable de todo, es impacientarnos, y precisamente es lo que más hacemos. 

Debemos desligarnos de las prisas…
En la cola del banco dejemos de mirar y contar cuantos hay delante de nosotros. 
El ticket del turno que tomamos en papel, con mirarlo cada vez que llamen a alguien no ganamos nada, sabemos el número ya. 
Al esperar en el peaje o en el semáforo, dejemos de verlo con insistencia, eso no acelerará el cambio, pero si nuestro corazón…  

No hagamos de la espera una amarga experiencia, se puede hacer lo contrario, como dice el cantautor boricua Willy Rodríguez y su grupo Cultura Profética, en esa bella composición musical titulada “La espera”, Cojámosle el gustito a la espera, y hagamos de ella una deliciosa experiencia. 

P.D. Dejo aquí el enlace por si desean escuchar la canción "La espera".


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

6 comentarios:

  1. ¡Hola, Idalia!

    Desde hace muchos años pienso que la paciencia (la espera) es casi la mayor virtud que pueda tener un ser humano. Y lo cierto es que probablemente sea la cualidad más compleja de conseguir. Por ejemplo, ante un resultado médico bienaventurado aquel que pueda esperar sin ansiedad o nervios. Sin embargo, me parece que el ejemplo que has puesto con las plantas y su crecimiento es perfecto. En definitiva, todos tenemos la obligación -por nuestro bien- de trabajar para fortalecer nuestra mente y que las esperas sean lo más llevaderas posibles. Y ahora voy a escuchar la canción que nos enlazas :)

    Un cariñoso abrazo desde España.

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    1. ¡Hola Miguel!

      Gracias por lo que destacas en tu comentario, pues como dices, es muy difícil mantenerse sereno o ecuánime ante ciertos casos, pero intentarlo ya es un plus, y con cada intento nos acercamos a conseguir ese control y paciencia tan conveniente a la hora de la espera.

      Te dejo otro cariñoso abrazo.

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  2. ¡Hola, Harolina! En España hay un refrán que dice "quien espera, desespera". Y es que muchas veces pasamos por épocas en las que parece que siempre estamos esperando, aunque no sepamos qué realmente. Como bien dices, la espera puede ser el precio que hay que pagar para valorar el logro, como el nacimiento de tu bebé. Lo que nunca debemos vivir es a saltos, pensando en que un tiempo de espera es una tortura hasta que te llegue el turno, eso es desperdiciar el tiempo, el mayor lujo del que podemos disponer.
    Obsesionarse con algo futuro nos puede quitar las fantásticas oportunidades del momento presente. Un fuerte abrazo!

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    1. ¡Hola David!

      Pues aquí también usamos mucho ese refrán.
      Que bueno que comentes esa sensación de estar esperando, aunque no sea nada en concreto, o no sepamos que es, pero creo que todos en algún momento pasamos por eso de sentirnos así, como huérfanos de algo, por así decirlo y solo nos queda esperar...

      Esa observación final es muy apropiada, porque como señalas es un desperdicio de tiempo y además una especie de masoquismo, ese impacientarse hasta perder los estribos, ja, ja.

      Gracias por el tiempo y las huellas, te dejo otro fuerte abrazo.

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  3. Querida Harolina, cuánta verdad hay en este texto. Siempre vamos con prisas a todos lados y queremos que las cosas, los problemas se solucionen al instante sin pensar en que todo requiere un tiempo y el tiempo supone una espera en la que la mayoría de las veces nos puede la impaciencia provocando un estado de estrés que bien nos podríamos ahorrar si nos tomáramos las cosas con más calma y dando tiempo al tiempo para que se produzca lo que deba ser. La anécdota que nos cuentas de las plantas es un gran ejemplo y el refrán genial para reflexionar sobre la espera y las prisas con que vivimos.
    Te dejo un abrazo inmenso que envuelva tu hermoso Ser. Te deseo un hermoso y feliz fin de semana querida Harolina.

    P.D: Poco a poco me iré poniendo al día con las lecturas. Gracias por tanto mi querida amiga.

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    1. Marina querida, mil gracias por sacar ánimo y venir hasta aquí y dejar tus agradables e interesantes huellas.

      Gracias por lo que comentas y resaltas, cuantas amarguras y prisas nos ahorrariamos si nos tomáramos las cosas con calma como bien dices amiga.

      Un verdadero placer recibir tus palabras querida, y como bien lo planteas y dice la reflexión, dale tiempo al tiempo, aqui estara todo el contenido a tu disposición.

      Recibe un fuerte abrazo y que sigas encontrando esa tranquilidad y paz al paso de los días.

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