Dentro de cada ciclo de la vida y en su transcurrir en toda la historia de la humanidad, existen eventos de causa y efecto, unos encuentran explicación lógica y visible, otros son menos obvias sus causas, y otros..., más común de lo que imaginamos, no tienen explicación lógica, razonable y mucho menos palpable. Estos eventos encajan en una de estas descripciones: Coincidencia o Diosidencia, casualidad o causalidad, destino o karma, azar o sincrodestino...
Aparte de estos eventos, muy conocidos por muchos, existen algunas cosas que se repiten con mucha frecuencia donde quiera que miramos, como la forma circular (que de hecho ya aborde en una entrada de este blog titulada La redondez), y otra que resulta muy familiar y repetitiva, y que deseo abordar en esta entrada, es el número tres, y no podía ser de otra forma, ya que se afirma que vivimos en un mundo tridimensional.
Esto implica tres dimensiones: largo, ancho y profundidad, pero también existen otras ternas que se derivan de otras implicaciones. Detengámonos a ver lo primordial, que generalmente se presenta o representa por el número tres.
Tierra, agua y aire.
Cuerpo, mente y espíritu.
Animal, vegetal y mineral.
Solido, líquido y gaseoso.
Presente, pasado y futuro.
Positivo, negativo y neutro.
Agua, aire y fuego.
Rojo, azul y amarillo.
Se premian los tres primeros lugares.
En la Biblia sale a relucir con frecuencia el tres...
FRECUENCIAS DEL TRES |
La lista resultaría casi infinita, la realidad es que estamos muy influenciados por la triada, la trilogía, la trinitaria, la terna, el triángulo, la 3D...
En este plano tridimensional sin embargo se habla mucho de dualidad, de dos polos opuestos, de dos caras de la moneda, pero en medio de esa dualidad existe el equilibrio, la neutralidad, o sea, ni uno, ni lo otro, y esa neutralidad viene a conformar la trilogía de la existencia en este plano físico, lo positivo, negativo y lo neutral, que en electricidad se suele representar por el color blanco o el negro, y este último vendría a ser nuestra sombra, nuestro lado oculto o neutro, entre lo que somos y lo que no somos, nuestro término medio.
Si bien es cierto que nuestra anatomía esta mas bien identificada con el dos: ojos, oídos, brazos, piernas, manos, pies, codos, rodillas, senos, glúteos, testículos y labios vulvares, además la boca, que es una pero tiene dos labios, la nariz que es una pero tiene dos orificios y así sucesivamente con los órganos interiores, dos pulmones, dos riñones, un corazón con dos orificios (aurícula y ventrículo)…, no es menos cierto que la función que cada una de estas realiza, viene a conformar la trilogía de dichas partes, un órgano sin una función determinada o definida, no tendría razón de existir, así que vuelve a hacer su aparición el tres.
Como ven, todo o casi todo, se corresponde y se sigue relacionando con el mágico número tres y en algunos casos con sus múltiplos.
Redactando esta entrada me vinieron a la mente tres recuerdos de antaño.
1. Un juego de la infancia que decía así:
“Somos tres muñecas llegadas al país, nosotras no sabemos quién nos trajo aquí; mi nombre es María, el mío es Fifí, y yo no tengo nombre porque soy una infeliz. Marieta no seas coqueta, que tu, no vales ni media peseta, en donde estabas anoche que no te pude ver, estaba en el teatro con el cabo Miguel. Te he dicho que no andes con ese borrachón, pues ando y ando y ando porque es mi corazón”. (¡Por Dios!, ahora que lo pienso, ¡Que letras! para un juego infantil).
2. Un poema que aprendí en la pre adolescencia.
Tres veces cogí la pluma, tres veces se me cayó, tres veces escribí tu nombre y jamás se me olvidó. (No sé si a esto se le pueda llamar poema).
3. Un conjuro de la novela “Doña Bárbara”.
“Con dos te veo, con tres te ato: con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo ¡Hombre!, que yo te vea más humilde ante mí, que Cristo ante Pilatos”. (Esto de conjuros sí que fue una novedad para mí en ese tiempo).
¿Qué les pareció este recordatorio? A mí me hizo reír y me pareció genial, de lo que es capaz este increíble número tres. ¡Como afloraron a mi mente estas cosas que lo contienen!, y que a decir verdad, las tenia olvidadas. Ha sido sorprendente saber que la memoria trabaja por su propia cuenta. Por otro lado, no sabía que estas cosas me habían marcado, ja, ja.
Bueno, si les sigo contando, están: “Los tres mosqueteros, “Las vírgenes de Galindo”, los tres que echaron a Pedro en el pozo, los tres chiflados, los tres cerditos, los tres Reyes Magos, “Piedra, papel y tijera”, se cuenta hasta tres para iniciar una carrera, competencia o lo que sea, en fin…
¿Recuerdan el juego de la rayuela o trúcamelo, como le llamaban aquí?, también le decíamos “peregrino”, había que pisar el 1,2 y 3, con un solo pie…
¿Y el juego de “Un, dos, tres, mariposita es”, lo jugaron?
Caray ¡Como nos divertíamos en esa época!
Para dar por finalizado este filosofar y estas divertidas remembranzas, les dejo esta expresión de un juego que también vino a mi mente y…
“Una, dos y tres, pisacolá”.
I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente.
Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.
Buenos días Harolina, he llegado a tu curioso post del número tres, y desde luego hay multitud de ejemplos. En literatura aquel poema titulado: “Tres eran tres las hijas de Elena/ tres eran tres y ninguna era buena…”, “Los tres mosqueteros”, “Tres sombreros de copa”, “Tres horas en el Museo del Prado”, “Tres novelas ejemplares y un prólogo” Los tres maridos burlados”, “Las tres Marías”, “Tres noches de amor y celos”...un cuento infantil “Los tres cerditos”... y hasta un trabalenguas: "Tres tristes tigres..."
ResponderBorrarMi número preferido es el cinco, y del cinco solo recuerdo la obra de teatro "Cinco horas con Mario", por lo visto el tres despierta más simpatías :))
Tres abrazos y espero que estés bien Harolina. Hasta pronto.
!Hola Isabel! Bienvenmida de nuevo a este hogar de todos.
BorrarGracias por llegar hasta aquí, la verdad es que estas entradas que perdieon los comentarios al irse google+ se ven desiertas, así que agradezco el doble tu visita y las huellas.
Gracias por todos esos ejemplos literarios que enriquecen esa repetición del ingenioso número tres.
Aunque mi fecha es el ocho, mi número favorito siempre ha sido el siete. Sobre el número cinco hay sus referencias también. los cinco dedos de cada mano y pie, los cinco sentidos principales, la "Quinta sinfonía de Beethoven" "La Quinta Montaña" de Paulo Coelho, una muy famosa película de adolescentes, "El club de los cinco"..., si seguimos buscando, de seguro aparecen más, pero de que el tres gana, eso es indudable.
De nuevo gracias Isabel, que tengas un agradable resto del mes.
¡Mágico tres, Harolina! El tres es el número que marca la frontera entre lo íntimo y lo social, como aquel dicho de que tres son multitud en cuanto a parejas se refiere. Es un número que equilibra el punto medio, pero también es el que decide, como aquellos triumviratos, o el de la discordia como aquel tercero en discordia. Es el que diferencia el puro azar de lo racional. Dos hechos pueden ser casualidad; tres, no.
ResponderBorrarEs curioso que siempre he asociado el tres a un color y a una fruta. Para mí el tres es verde y una pera o manzana; el dos, es rojo y el uno, blanco. Cuatro es amarillo y cinco, naranja. Seis es azul... Raruno que es uno.
Fantástico artículo, Harolina. Un abrazo!!
!Gracias David! por leer siempre con atención y darle crédito a esta entrada, que le decía a Isabel que ha quedado desolada, como casi todas las que publiqué antes de la salida de google+.
BorrarHas hecho muy buenas observaciones, ese tres que equilibra y también decide, pues rompe el empate...
Por otro lado ese asociar un color a un número, letra, palabra o música, se conoce como sinestésia, y dentro de ella, la "grafema color" se asocia espécificamente a las letras y números, puedes indagar más sobre eso, aquí te adelanto un par de enlaces
http://www.percepnet.com/perc10_05.htm
https://www.muyinteresante.es/salud/articulo/sinestesia-quienes-son-las-personas-sinestesicas
Verás que nada de raruno, más bien privilegiado diría yo.
Gracias de nuevo y cuidate mucho, Te envío un fuerte abrazo.